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martes, 2 julio, 2024
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Zacatecas: de la domesticación del maíz a las palabras asombrosas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

■ Historia y Poder

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Como nunca antes los zacatecanos debemos conocer nuestra historia de manera profesional y con cierta rigurosidad que nos permita saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Numerosos estudiosos, arqueólogos e historiadores, curiosos y emblemáticos personajes dieron cuenta de la gran magnitud de la historia zacatecana y cada día nos asombramos más por su inmensa riqueza y sus millones de datos que asombran y dan orgullo de quien se dice zacatecano y más aún, mexicano o miembro de esta humanidad del siglo 21.

Ante todo, honor a quien honor merece, pero el papel del historiador es divulgar de la manera más clara y precisa que permita acercar a los lectores al mundo mágico y asombroso de nuestros ancestros y los numerosos estudios no alcanzan aun para que el grueso de la población se interese por la historia porque ella se nos presentan casi siempre de manera aburrida, discursiva, lenta e ininteligible.

Sin embargo, a la mayoría nos gusta cuando se nos cuenta de cúan asombroso fueron nuestros antepasados, más allá de la anécdota o la hazaña, de los episodios sangrientos o de las victorias anheladas, de cuando nuestro pueblo supo salir delante de las hambrunas, las tempestades, los malos gobernantes, los pésimos resultados en las políticas sanitarias, de cómo le hacían nuestros antiguos para paliar las hambrunas, cómo se castigaba al delincuente, cómo al político ladrón o al funcionario improvisado, en fin, toda una gran cartelera de insólitas noticias que debemos aprender y asimilar.

A mí me fascina, me ayuda, me protege saber de la historia. Durante 7 años fui reportero de la sección policiaca y en donde vi lo innombrable, pero esa fuerza, ese fervor y gallardía me han servido para presentar a la historia no como lo aburrido e intangible, sino como parte sustancial de nuestro entorno y muy especialmente de nuestro devenir.

No sólo fue el gran señor de los caxcane, el gran Tenamaxtle, quien encabezara la más grande insurrección virreinal en la Nueva España, sino que lo acompañaban otros grandes guerreros miembros de las élites militares indígenas zacatecanas: Xiutleque, jefe de gran prestigio; Petacal, señor de Jalpa; Tenquital, señor de Tlatenango y muchos otros señores caciques que emprendieron una férrea defensa en contra de la ocupación española de sus territorios y en cuyo afán estaba la de esclavizar a miles de indígenas aguerridos.

Encontraron una gran resistencia indígena, muy digna y alevosa, ya desde mucho antes, los antiguos pueblos zacatecanos habían encontrado la dominación de los pueblos toltecas y teotihuacanos en el gran corredor de piedras preciosas al imperio, en lo que se considera que fue “la mayor operación minera que se llevó a cabo en la antigüedad” dentro de nuestros confines.

Por tales motivos, teníamos cayo, mas no para dejar de asombrarse por la incursión de los españoles y sus impulsos colonizadores y los que también sufrieron continuos asaltos y quema de sus haciendas, perdiendo bienes, la vida y dejando una estela de venganza en la que hubo de ser motivo de los mismos virreyes a tomar cartas en el asunto para aplacar a los zacatecos , o sea los “cabezas negras” y a los guachichiles, “cabezas coloradas” dentro de la gran gama de las naciones chichimecas que abarcaban a tecos, irritilas, guamares, tepehuanes y una gran familia que desde 2 mil años atrás habían domesticado al maíz, el frijol y la calabaza y que tenían una gran variedad alimenticia de donde escoger y muy sanamente.

Debemos recordar con orgullo que los pueblos aztecas dejaron constancia de su paso por estas tierras rumbo a la Ciudad de México y aquí, concretamente en Altavista, se encontró una iconografía en varias copas y en estuco, como el pronto final de sus  peregrinaciones, plasmando el águila devorando a la serpiente.

Tampoco debemos olvidar que tuvimos nuestra masada, es decir, que  cientos de indígenas zacatecos decidieron lanzarse al vacío y suicidarse antes que caer en manos de los aguerridos españoles que los ansiaban para esclavizarlos y someterlos en las minas, como a otros muchos les aconteció de la manera más brutal y sanguinaria de que se tenga memoria.

Hueli, Juchipila, Tlaltenango,Teocaltiche, Apulco, Chalchihuites, Jalpa y Apozol son territorios sagrados en nuestra memoria y debemos de hurgar, honrar y merecerlos. Viva la Historia, viva la memoria. Todos a abordarla. ■

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