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domingo, 30 junio, 2024
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Grecia: El pacto de Bruselas

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Por: DANIEL SALAZAR M. •

Luego de las negociaciones con los jefes de gobierno que comparten la moneda común europea, el primer ministro griego Alexis Tsipras, aceptó en Bruselas un conjunto de medidas draconianas que anulan de facto la soberanía griega: Grecia no podrá votar reformas sin la previa aprobación de los acreedores; la tutela extranjera será permanente.

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Las medidas que fueran rechazadas por la población en el referendo del 5 de julio pasado –aumento de impuestos (IVA), privatización de bienes públicos estratégicos, cambios en el sistema judicial, recorte a pensiones y presupuestos, liberación del mercado energético, entre otras— fueron, (todo lo contrario) convenidas por el gobierno griego.

Las negociaciones en Bruselas del gobierno griego con los acreedores de la eurozona, no contemplaron en ningún momento la posibilidad de la condonación de la deuda griega, a pesar de que existe un reconocimiento generalizado de que es impagable, ilegítima, ilegal y odiosa. Por eso es que Syriza proponía en principio, la suspensión en el pago de su servicio, hasta que se relanzara la economía y el empleo. Pero lo pactado, ha puesto el acento en la reestructuración y no en la suspensión de la deuda.

El pacto ha resultado humillante para la población. La austeridad acordada mantendrá el estancamiento económico y el desempleo, impidiendo que Grecia pueda hacer frente –exitosamente- tanto a sus compromisos bancarios como al financiamiento mismo de su desarrollo.

Este viraje en las posturas del gobierno griego, será sin duda el detonante de grandes realineamientos políticos. Lo que es más, ha causado ya fracturas dentro de Syriza así como renuncias de altos funcionarios y reacomodos en la composición del Parlamento griego. Debe recordarse, que Syriza alcanzó el poder precisamente por oponerse a la política de austeridad que hoy se prolonga con los nuevos compromisos.

El conjunto de acuerdos y medidas de Bruselas, son a cambio de crear un fondo con valor de 50.000 millones de euros del cual –la mitad– tendrá que ser utilizada para recapitalizar los bancos (cuatro bancos) y el resto para el pago de la deuda y para “reanimar la economía”. Se dice que Grecia obtendrá tres años de respiro y que podrá relanzar de manera importante la actividad económica, pero los nuevos préstamos sobre préstamos e intereses sobre intereses -lo sabemos bien y de sobra- seguirán endeudando aún más a ese país.

Dentro del nuevo contrato, los socios del euro piden a Grecia más privatizaciones -por ejemplo la red eléctrica del país- y, por si fuera poco, exigen al gobierno griego elevar la edad de jubilación hasta los 67 años y congelar el importe de las pensiones hasta 2021.

Con todo y el NO mayoritario del 5 de julio (61% contra 38%) y la oposición de una buena parte de Syriza en el Congreso, el Parlamento griego aprobó este jueves las  reformas y medidas de ajustes impuestas por los acreedores internacionales. El primer ministro Tsipras, amenazó ante el parlamento con presentar su renuncia si su coalición no daba el visto bueno al programa de ajustes; aseguró que fue presionado por los acreedores para aceptar este programa y que no tuvo más opción que estar de acuerdo. Por su parte el Comité Central de Syriza, rechazó  -por mayoría- el acuerdo entre Grecia y sus acreedores por considerarlo “un golpe de Estado que pretende la exterminación ejemplar de un pueblo que tuvo la osadía de pensar que había otra vía posible aparte del modelo neoliberal de la austeridad extrema”.

Fuertes enfrentamientos entre manifestantes y la policía son las primeras muestras de rechazo popular a los acuerdos. La noche del miércoles –frente al Parlamento de Atenas y mientras los legisladores debatían y aprobaban el paquete de ajustes y reformas traído y pactado por Tsipras, miles de jóvenes opositores salieron a las calles para oponerse al proyecto de austeridad “No a las privatizaciones, salvemos a los puertos, la DEI (compañía nacional de electricidad), los hospitales”, fueron algunas de sus consignas.

Frente a la alternativa de ser expulsado del euro o aplicar austeridad dentro de él, el gobierno griego ha elegido esta segunda opción. Syriza, que siempre estuvo en contra de salir del euro, fue el pretexto de algunos militantes para encontrar ahí motivos que defendieran su actuación. Pero, todo lo contrario, el acuerdo de austeridad resulta altamente nocivo para la ciudadanía griega que lo rechaza desde el referéndum; el gobierno griego antepuso sus miedos a la opinión de la gente.

Los argumentos de Alexis Tsipras de que se quiso evitar un aislamiento financiero y geopolítico, pierden toda validez cuando “uno mira alrededor y comprueba que ese aislamiento ya existe: los inversores financieros internacionales llevan años sin comprar deuda pública y sin invertir en el país; la fuga de capitales (400 mil millones de euros) lleva produciéndose más de un año y ha secado los bancos griegos…”.

En fin, el drama griego no termina. Han sido convocadas importantes manifestaciones y huelgas en contra de los acuerdos firmados y, al interior de Syriza, la oposición a la troika es grande y mantiene su curso.

Fuentes: Viento Sur / Eduardo Garzón

 

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