Se lanzaron las campanas al vuelo cuando en el sexenio presidencial 2018-2024 constitucionalmente se derogó la Reforma Educativa aprobada en el 2013, cierto, era una reforma que a todas luces atentaba contra los trabajadores de la educación, en nada los benefició y, sin embargo, lo que se logró con esa reforma fue el hacerles perder derechos que legalmente habían ganado y, por supuesto, les infundían temor haciéndoles saber que si no acataban lo dispuesto en esta reforma, podrían perder incluso, su empleo.
Para el sexenio 2018-2024, denominado también de la cuarta transformación, referido al rubro de la educación, el enemigo a vencer era la reforma del 2013, el gobierno generó un discurso que bien podría ser entendible por la sociedad en general, sin embargo, tenía como destinatario a los docentes. Frases como “independencia, reforma y revolución” se transformaron discursivamente en “libertad, legalidad e igualdad”; y, para cerrar con broche de oro, “nadie puede florecer en un ambiente carente de educación”. Con esto, aludo a un mensaje emitido por el entonces presidente de la República: “La visión del Poder Ejecutivo a mi cargo es que se debe priorizar el diálogo ante cualquier otro mecanismo de imposición de estructuras normativas que no obtengan el impacto deseado ante la ciudadanía” (López Obrador, 2019).
Realmente, la reforma educativa que sustenta la Nueva Escuela Mexicana, no es otra cosa que la manifestación de una potestad del presidente de la república en turno para dictaminar lo que le llamó “causas justas”, muy por encima de que no fue bien vista esta reforma, siguió con su proyecto, mismo que no lo sustentó ningún diagnóstico que orientara su construcción. Lea usted los propósitos -intención de hacer algo o dejar de hacerlo- que se postularon sobre este respecto:
“El Estado, a través de la nueva escuela mexicana, buscará la equidad, la excelencia y la mejora continua en la educación, para lo cual colocará al centro de la acción pública el máximo logro de aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Tendrá como objetivos el desarrollo humano integral del educando, reorientar el Sistema Educativo Nacional, incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad e impulsar transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad” (Cámara de Diputados 2019).
Habrá que considerar si de 2019 a la fecha realmente ha sucedido lo siguiente en el sistema educativo mexicano: a) formación de un pensamiento crítico, b) trabajo en equipo y aprendizaje colaborativo, c) diálogo entre las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y la innovación, y, d) el combate a las causas de discriminación y violencia. Si esto para el lector es afirmativo, entonces podemos decir que se cumple con lo establecido en la Nueva Escuela Mexicana, caso contrario, habrá que hacer un análisis crítico, serio y responsable sobre el por qué sucede esto.
Lo anterior traería como consecuencia la construcción de una ciudadanía, fomento de una educación basada en el sentido de pertenencia y la responsabilidad, el sustento en valores como la honestidad, justicia, solidaridad, reciprocidad, lealtad y libertad; y, como valor agregado, el respeto y cuidado del medio ambiente. Juzgue Usted estimado lector si realmente se ha cumplido a cabalidad todo esto o, simplemente se le ha dado al discurso una vida reglamentaria que no ha pasado más allá de lo escrito.
Con esto quiero dar paso a lo que implica la Educación Holista y la manera de cómo esta puede concatenarse o ser compatible con los principios que establece la Nueva Escuela Mexicana. Lo que se pretende, tal vez, cuando se habla de educadores holistas es, en un primer momento, revalorizar a las y los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo, además, concebirlos como profesionales de la formación y del aprendizaje con una amplia visión pedagógica.
La educación holista debe ser vista como un campo emergente de suma importancia, lamentablemente aún no se ha divulgado en el sistema educativo, si esto sucediera, se reorientaría la educación, sería más pertinente y, estratégicamente evitaría caer en la toma de decisiones educativas erróneas. Este tipo de educación sin lugar a dudas es, la educación del siglo XXI ya que lleva por objetivo el formar seres humanos con una conciencia planetaria, una visión de paz, amor e inteligencia.
El docente podría reconfigurarse si entendiese que la visión holista significa que la realidad es una totalidad no dividida, que no está fragmentada, que el todo es la realidad fundamental. Entonces, no podríamos hablar de principios básicos de educación holista sin antes hablar de principios básicos de la comprensión de la realidad, debemos dar paso a la certidumbre de que todo está interconectado, o sea, que estamos unidos a los demás y a las formas no humanas que nos rodean en una compleja red de vida
Con esto, cómo podemos pensar la educación actual, cómo la podemos hacer compatible lo que normativamente se encuentra establecido en los proyectos educativos, con lo que socialmente se requiere, ¿es, acaso, la educación holista la que podría proporcionarle al docente las ideas y estrategias adecuadas para superar todo este estado de cosas que se viven no tan solo en la sociedad sino en el sistema educativo? Lo dejo a la interpretación y al análisis.