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domingo, 15 junio, 2025
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Hasta en los corruptos hay niveles

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

No sé si por recordarnos las noblezas rancias, porque es inaccesible para la mayoría, o por elemental sentido de justicia, el nepotismo es para muchos, la más irritante de las caras de la corrupción.

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Se dirá que es pan nuestro de cada día, y que se da desde hace muchos años, tanto, que incluso se institucionalizó en algunos sectores que llegaron a considerar como derecho laboral la posibilidad de ceder su plaza a los hijos llegado el momento de jubilación.

Pero no podemos acostumbrarnos, y afortunadamente, parece que no lo hemos hecho. En semanas recientes causó revuelo la información en torno a algunas familias que se apoderaron de la Universidad Autónoma de Zacatecas, a diputados que meten a esposas y hermanos en la nómina en el Congreso del estado, o a parientes comodinos que saturaron la nómina del Issstezac. Y ya ni hablar de la impunidad que gozó un bar sin permiso, presumiblemente por ser propiedad de familiares de influyentes.

Hay quien piensa que no se trata de nepotismo, sino de que vivimos en un “pueblo chico” de familias numerosas y donde las opciones de empleo son prácticamente dos: gobierno o UAZ.

En parte es verdad, los malos gobiernos de las tres últimas décadas han provocado casi nulo crecimiento económico y consecuentemente falta de empleos. Y cuando los hay, mal pagados, sin prestaciones, y con la amenaza constante de que habrá que aceptar todo, de lo contrario “la puerta es muy grande” y en ella hay una larga fila de gente que a falta de opción, aceptaría convertirse en esclavo.

México es un país donde se recomienda ocultar los grados académicos porque así hay mayores probabilidades de obtener un empleo, y donde se aconseja también mandar a los hijos a escuelas elitistas no para conocer (en el sentido de aprender), sino para hacer conocidos que sirvan luego de padrinos y palancas.

Llegamos pues a la situación en la que apellido mata currículum para conseguir un trabajo, un contrato de obra, para ganar salarios más elevados que quienes realizan la misma labor, tener más prestaciones, o para poder irse de vacaciones cuando les da la gana.

Lo peor, por mucho enojo que nos causan estas situaciones, son apenas asuntos menores comparados con las corruptelas de las grandes ligas en las que, más importante que ser pariente, es estar en algún nivel de la escala que comienza con el discreto, se sigue con el cómplice y termina con el presta nombres.

El mejor ejemplo es Carlos Salinas de Gortari, en cuyo sexenio se entregó Banamex a Roberto Hernández, Multibanco Mercantil de México a José Madariaga Lomelín, Aseguradora Mexicana (Asemex) a Ángel Rodríguez Saez, etcétera. Así durante trece meses, del 14 de junio de 1991 al 13 de julio de 1992, periodo en el que Salinas de Gortari remató 18 instituciones de crédito.

Como quien reparte herencia, lo mismo hizo en otros rubros, Teléfonos de México a Carlos Slim, Tv Azteca a Ricardo Salinas Pliego por citar sólo dos ejemplos, dejándonos en su sexenio con un saldo de 159 empresas de participación estatal mayoritaria, 20 de participación estatal minoritaria, 62 activos y unidades industriales y 10 sociedades mercantiles enajenadas. También se transfirieron seis millones 600 mil hectáreas de reservas mineras nacionales a Alberto Bailleres (Peñoles), Jorge y Germán Larrea (Grupo México) y a Carlos Slim (Carso). A socios y cómplices menores les tocó autopistas, puertos, aeropuertos y mayores negocios en Pemex y en la industria eléctrica.

El saqueo de los compadres fue de tal magnitud que en 1988 solamente los Garza Sada aparecían en la lista de los más ricos de la revista Forbes con 2 mil millones de dólares, pero para el final de sexenio de Salinas ya habían ingresado a la lista 24 mexicanos más, que en conjunto poseían 44 mil 100 millones de dólares.

Así pasó México de ser el lugar 26 entre los países con más millonarios, al lugar número 4, sólo después de Estados Unidos, Japón y Alemania. Pero con la diferencia de tener mayores índices de pobreza que los países mencionados.

Con los gobiernos que siguieron no nos fue mejor, y con el actual se espera lo peor. Ya mucho avanzaron con la reforma energética, y con la autorización de que extranjeros compren terrenos e inmuebles en las playas de México. Ahora se avecina la privatización del agua y de los sistemas de salud.

Da gusto que a pesar de lo común aún irrita el nepotismo. Sin embargo es deseable que estemos igual de informados e indignados respecto a las corruptelas del amiguismo y de los que nos han impuesto el neoliberalismo de compadres, lo cual ha generado mucho mayor daño a este país.

Además, el combate a uno ayudaría también al combate del otro. A fin de cuentas la corrupción se barre como las escaleras, de arriba para abajo. ■

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