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lunes, 28 abril, 2025
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La tradición del altar de Dolores en Zacatecas

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Por: MARTÍN LETECHIPIA ALVARADO* •

  • Nómada*

La tradición del viernes de Dolores, se concatena con la fiesta de la Candelaria porque en esta fecha, cuenta la leyenda,  fue presentado el niño Dios en el Templo, la Virgen María se encontró con el profeta Simeón, quien le vaticinó que su hijo sería “señal de contradicción” y que el mismo corazón de María sería “traspasado por una espada”. Así nace la advocación de María Dolorosa que se distingue por un rostro bañado en lágrimas y el corazón atravesado por un puñal.

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La tradición de montar un altar a la Virgen de los Dolores, nace en el concilio de la colonia alemana en el año de 1443 y se instituyó con el propósito de recordar el padecimiento que sufrió la Virgen María.

En México la tradición del Altar de Dolores data del siglo 16, ya que en 1529 el Fray Bartolomé de Olmedo erigió en San Juan de Ulúa el primer altar.

Los grupos prehispánicos como parte de su mitología, rendían culto a la feminidad por lo tanto adoptaron el culto a la Virgen de los Dolores y le construyeron un altar en el que subyace una connotación de fertilidad de la tierra, como podemos confirmar con la presencia de semillas germinadas, verduras frescas, y frutas, que hacen referencia a los productos de la madre tierra; en el altar de Dolores los grupos indígenas introducen por primera vez el elemento de la misericordia, el cual era un sentimiento desconocido entre sus deidades. Con el altar de Dolores se trata de consolar a la Virgen, de alegrarla  agasajándola con luces, comida y agua.

En el  altar se rememoran los siete dolores que la Virgen padeció durante la vida y la muerte de su hijo Jesús, los cuales son: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del niño en Jerusalén, el encuentro con Jesús en camino al calvario, la crucifixión, el descendimiento y el Santo entierro.

Actualmente en los hogares en donde se conserva la tradición, se hace un altar con mesas que se cubren de manteles blancos o morados, se coloca en lo más alto la imagen de la Virgen de los Dolores, abajo una cruz y en la mesa aguas frescas, muchas velas,  macetas con flores y germinados, naranjas pintadas de oro volador en donde se incrustan banderitas de papel metálico o papel picado, se acostumbra poner tapetes con  aserrín coloreado en donde se dibujan símbolos de la pasión, como pueden ser los clavos, la cruz, la escalera y las cadenas.

En Zacatecas la tradición viene de la época virreinal y son dignos de apreciarse los altares del municipio de Pánuco. En la capital, lamentablemente la tradición fue desapareciendo y sólo algunas cuantas familias que habitan en el Centro Histórico continúan con la “reliquia a la Virgen de los Dolores”. Hasta los años sesenta del siglo pasado era un regocijo visitar el altar de doña Otilia Sierra, quien vivía en la calle de Rayón y la cual realizaba una reliquia en la que ofrecía asado de boda, sopa de pasta y tamales, en su altar se podía apreciar los germinados, las naranjas con sus banderitas de papel de china y sus decenas de veladoras, las cuales de noche, iluminaban fabulosamente el altar, por este motivo también eran conocidos como “incendios”. El agua que ofrecía Doña Otilia era de horchata con canela, chía, limón, jamaica y alpiste, se dice que el agua simboliza las lágrimas de la Virgen, por eso los niños pasaban preguntando: “¿Aquí no llora la Virgen?” o “¿Ya lloró la Virgen?”, después de eso recibían su vaso de agua y se integraban a la fiesta donde convivían vecinos y conocidos, donde vivía nuestra rica cultura popular. ■

 

*Espacio patrocinado por la Secretaria de Turismo del Estado de Zacatecas

*Espacio de difusión de las fiestas y tradiciones del Museo Etzcuincle

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