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lunes, 21 abril, 2025
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Gonzalo Lizardo presenta en Zacatecas su libro El rito el poder 

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 640 / Libros / Narrativa

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Gonzalo Lizardo presentó en Zacatecas su más reciente libro, El rito del poder, en Palacio de Gobierno. El pasado viernes 11 de octubre abrió la presentación el grupo Los sabrosos versos de Ramón y esa entrada vaticinaba que sería una buena reunión en la que los lectores disfrutaríamos mucho la charla en la que participaron Karen Salazar y Alejandro Ortega Neri, quienes tuvieron a su cargo los comentarios y propiciaron la conversación con el autor.

Después de los comentarios de Karen y de Alejandro, Gonzalo tomó la palabra para iniciar agradeciendo a los presentadores y al grupo Los sabrosos versos de Ramón, transcribo aquí su primera intervención: “Los sabrosos versos de Ramón es un grupo que se ha preocupado por darle un sustento literario al rock, entonces por eso se nos hicieron el grupo ideal para que participaran con unos covers de canciones que aparecen en esta novela. Hoy tenía el capricho de que empezáramos con esta canción que se llama ‘La mujer de negro’, porque fue la canción que de alguna manera me permitió amarrar una trama que estaba completamente en el aire. Mi editor me había desafiado un poco a escribir una novela que mezclara el esoterismo y la política en México y me dio un par de ideas, pero a mí se me prendió el foco cuando recordé unas palabras que dijo el entonces subprocurador general de la república de México, en el 94, cuando renunció al puesto y dijo ‘Los demonios andan sueltos y han triunfado’; esta frase que salió en la primera plana de todos los periódicos de ese día me dio la idea y dije, ah, qué tal si sí es verdad, qué tal si realmente los demonios no se refieren metafóricamente a los demonios del poder, es decir, a la gente poderosa que se maneja detrás de la política… qué tal si en realidad andaban allí Tezcatlipoca, andaban los primigenios lovecraftianos haciendo sus estragos detrás de la mente de los mexicanos; y entonces dije, ése va a ser el motivo de la novela y empecé a documentarme y empecé a leer un libro, los cuadernos de Mario Aburto en la cárcel, donde hablaba acerca de su misión como guerrero, como Caballero Águila, él quiere un caballero águila que quería acabar con el tirano y oyendo esta canción precisamente, se me ocurrió que podría haber una mujer de negro, una mujer de los ojos negros, una mujer de los guantes negros, que le incitara a Mario Aburto, al personaje literario, el cometer este crimen. Y ahí empezó de alguna manera la idea de armar esta historia, en la cual yo también quería plantear como lo he mencionado ya, una especie de panorama literario de un año decisivo en la historia mexicana, porque yo sostengo que en 1994 se acabó la hegemonía del PRI; o sea, empezó a resquebrajarse el sistema que durante 70 años había gobernado toda la nación, empezó a fragmentarse en bandos que se estaban peleando abiertamente. Y empiezo a ver cosas tan insignificantes, por ejemplo, que también en ese año se descubre el Templo Mayor y se saca de la tierra al dios Mictlantecuhtli, el señor de la muerte; el señor de la muerte ese año salió a relucir también… me encontré con la sorpresa, por ejemplo, de que en un templo espiritualista trinitario mariano se adoraba a una figura que era la Hermana Blanca y que era casi casi como la Niña Blanca de Tepito y que de alguna manera fue el germen de lo que ahora llamamos la Santa Muerte. Entonces, estas coincidencias, que de alguna manera fueron muchas en este año, muchas coincidencias históricas sospechosas, me hicieron armar esta trama en la cual hay un enfrentamiento entre las facciones del partido en el poder, pero cada una de las facciones están amparadas por una especie de mitología diferente. Luego ya tenía el escenario de la novela, sólo faltaba ponerle personajes y fue cuando se me ocurrió hacer un personaje dual, si es una intriga política mezclada con una intriga mágica era lógico que hubiera alguien que se metiera en un mundo y alguien que se metiera en el otro y qué mejor que un matrimonio con sus problemas cotidianos, porque van a cumplir 30 años, tienen que pagar su departamento, ya tienen que pagar al teléfono, tienen que andar detrás del trabajo y siempre es efímero e impredecible; estos personajes tan cotidianos, tan raza y tan barrio pudieran de alguna manera meterse a los sótanos del poder y desentrañar esta trama. De ahí empecé ya a llenarla también de algunos este personajes históricos de la época, pero tiene algunos personajes más anteriores, por ejemplo, un encuentro también que fue muy afortunado para mí como escritor fue descubrir que, el Abogánster en la novela, era el mismo que protegía al presunto asesino del secretario general y también había protegido a los secuestradores de una escritora que se llama Nellie Campobello. Nellie Campobello tiene una historia increíble dentro del poder mexicano; ella presenció la Revolución, su libro Cartucho es un libro esencial para entenderla, y después de esto, después de alcanzar un gran poder dentro de la política, es olvidada, secuestrada por sus criados y olvidada hasta que murió de hambre mucho tiempo después; este personaje y la coincidencia con el villano de la novela, me hizo meterla también como personaje secundario. También está otro personaje muy famoso que es Jacobo Grinberg, mucha gente lo sigue, de alguna manera cree en sus teorías que me parecen, como todo esto, muy fantásticas, pero me parecía que su teoría de la conciencia se prestaba ideal para explicar ‘la telepatía científicamente’ y eso justificaba que se usara, que él pusiera sus servicios para ayudar al poder; entonces así empezaron a surgir algunos personajes secundarios que de alguna manera también me hicieron a mí repensar la historia de otra manera distinta; de hecho, como tengo aquí en mis lectores, me gustaría ver cómo les pareció, ya hablaron de los héroes y ahora me gustaría saber qué les parecieron los anti héroes, los villanos de las novelas”.

El rito del poder, Gonzalo Lizardo
El rito del poder, Gonzalo Lizardo

 

Karen Salazar habló a continuación de lo bien logrados que están los personajes, “sí te llenas de rabia con los antagonistas… está esta otra cuestión de que dices, bueno, son son personas que estás finalizando tú, pero también son personas que sí existieron … de alguna manera tú dices, ay, espero yo nunca encontrarme un enemigo de éstos, ¿no?, y pensar en que allá afuera, en la política, en los medios de producción, en las iglesias, pudiera haber gente con esas características pues sí aterra… yo sí te puedo decir que odié a un par muchísimo”. 

Alejandro Ortega, al respecto, dijo: “Hay un personaje que mencionaste, el Abogánster, para mí es el personaje más odioso; no sé si ustedes recuerdan a Enrique Fuentes de León… hay un reportaje que hizo Proceso, léanlo y después lean la novela para que terminen de odiarlo, porque no solamente estuvo en esta cuestión de defender al asesino del secretario general del PRI, sino también estuvo en esto que nos menciona Gonzalo Lizardo de Nellie Campobello, pero si ustedes leen el reportaje o en alguna biografía de Fuentes de León, es odioso, el tipo sobornó al Poder Judicial en ese entonces con un millón y medio de pesos para que dejara salir libre a un violador de una niña en Chiapas; su nombre apareció en muchos casos, entonces cuando lo descubro ahí, de Abogánster, me volvió a dar mucho coraje. A mí me gustaba mucho una actriz de Televisa que se llamaba Jacqueline Bracamontes y cuando supe que era su suegro y que estaba llorando por la muerte de este señor ya me dejó de gustar… este personaje es un villano de hueso colorado y no es ficción, eso es lo peor, que realmente existió. Dice en el reportaje de la revista Proceso que atendía con pistola en el escritorio y con mucho dinero para sobornar; entonces nos lo vamos a encontrar en la novela y así como se los describo, así precisamente aparece en esta novela, y aquí yo le quiero regresar la pregunta a Gonzalo porque los personajes reales que nos vamos a encontrar en la novela no tienen estos nombres… o sea, aparecen ‘el Señor Presidente’, ‘el Secretario de Gobierno’, ‘el Abogánster’, ‘la Felina’ para referirse a la Tigresa”.

Para contextualizar, la sinopsis de la novela El rito del poder dice: 

“México, 1994. El Candidato Oficial a la presidencia es asesinado durante un mitin en Tijuana. La hegemonía de su partido se tambalea y el país vive momentos de tensión. Mientras la prensa sostiene la hipótesis del asesino solitario y las teorías de conspiración alteran los ánimos sociales, otro desconocido mata al Secretario General del partido en el poder. Lo que nadie sabe es que ambos magnicidas fueron visitados, en sus sueños, por una mujer llamada Scheva, quien les encomendó la misión apocalíptica de acabar con los tiranos.

Moctezuma -un periodista de lo insólito- se involucra en las investigaciones de su novia Cristina -una reportera de nota política-, y juntos se adentran fatalmente en los sótanos de un culto que se ha conformado con un solo objetivo: concentrar el poder y transmitirlo mediante pactos de sangre.

Mezcla de novela negra, terror sobrenatural y thriller político, El rito del poder reinventa algunas figuras de la historia mexicana y de la cultura popular para desarrollar un argumento tan original como perturbador: los vínculos de la élite política con la brujería, el espiritismo, la santería y el satanismo”.

De ahí que Ortega Neri dijera a Gonzalo que a él en su lugar le hubiera dado miedo utilizar el nombre real de los personajes y le preguntó que si hubo alguna orientación o sugerencia de los editores “para decir: no, no utilices los nombres de esos ‘compas’ porque son malos”, a lo que Gonzalo respondió: 

“Obviamente desde que me preocupé por este año y por estos hechos supuse que es gente que no quiere salir en las novelas, ¿verdad?, que es gente que preferiría de alguna manera que se olvidara o recordada solamente por sus lados buenos disfrazados, etcétera; empecé a hacerlo la novela con puros nombres inventados, sin embargo, me hice bolas, así que decidí en el primer manuscrito hacerlo con todos los nombres completos; entonces para no perderme y para que no se me confundieran la hice así y así la presenté a la editorial; la editorial me dijo, bueno, ya la mayoría de los de los personajes están muertos, ya fallecieron, es muy improbable que alguien te pudiera demandar, pero no deja de ser posible… y entonces dijeron qué tal si pensamos en una alternativa para cambiar los nombres; esta idea que en un principio uno lo puede ver como censura, en realidad no lo es, porque te están protegiendo también de alguna manera. En este acuerdo con la editorial, yo dije pues hay que hacerlo de una manera más o menos elegante, para qué importan los nombres propios si lo que importa son los cargos y las funciones que desempeñaban en la historia; o sea, solamente había un señor presidente en esa época, solamente hay un secretario general del partido, solamente había un… bueno, había, hay varios, muchísimos abogados corruptos, pero ninguno como el Abogánster; o como el Magno Padre, un obispo que funda una una congregación y que es acusado de delitos sexuales, pues le puse el Magno Padre no tanto para protegerme de él sino también para alejarme, para de alguna manera verlo como una especie de personaje de fábula.

Sí me gustaría que la gente, cuando empiece a leer la novela, no esté queriendo encontrar en cada cosa un referente real, o sea, es una obra de imaginación, una obra donde lo que importan son los hechos; todo lo que está ahí, lo periodístico, lo saqué de los periódicos, de las revistas, de las de los semanarios, etcétera; y yo inventé muy poco, aunque lo que sí hice fue relacionar cosas. Por ejemplo, este personaje de la Felina en la novela, que es un personaje que andaba en el mundo del espectáculo, en el mundo de la política y en el mundo de la brujería, yo dije cómo desaprovechar al personaje ficticio, pero tampoco quería hacer una caricatura, entonces mejor le cambiamos el nombre, lo que me permite además simplificar los hechos. Ya cuando hice todos los cambios me di cuenta que había personajes que de alguna manera eran lo mismo, entonces simplemente me permitió simplificar un poco la trama, que es complicada, todas las novelas de intriga política son forzosamente enredadas; yo espero que eso también les sirva como un acicate para la lectura”.

Karen Salazar y Alejandro Ortega Neri, comentaristas del libro El rito del poder.
Karen Salazar y Alejandro Ortega Neri, comentaristas del libro El rito del poder.

 

La presentación continuó y los participantes abordaron el tema de las ilustraciones, también realizadas por Gonzalo Lizardo, que complementan muy bien el trabajo literario; hay que decir también que Gonzalo, entre las múltiples actividades que realiza, es un estupendo ilustrador y artista plástico y nos tiene reservada una sorpresa más este año. Nació en Fresnillo, Zacatecas en 1965 y entre sus libros destacan también Jaque perpetuo (2005); Invocación de Eloísa (2011); El demonio de la interpretación. Hermetismo, literatura y mito (2017), con el que obtuvo el 14 Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI; Cristiano desagravio y retractaciones de don Guillén Lombardo (2018); y Memorias de un basilisco (2020), con la que obtuvo el Premio Nacional de Novela Histórica Ignacio Solares, en 2021, que otorga cada año la Secretaría de Cultura del Estado de Chihuahua. Actualmente es catedrático de la Universidad Autónoma de Zacatecas y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México. Enhorabuena, Gonzalo.

 

Gonzalo Lizardo en el brindis posterior a la presentación.
Gonzalo Lizardo en el brindis posterior a la presentación.

 

 

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