La Gualdra 594 / Río de palabras
Me subí a la azotea del edificio, sentía horror, pero estaba seguro de que desde ahí era posible sentirme a salvo. Siempre le he temido a las alturas, soy incapaz de trepar una escalera para cambiar un foco. Prefiero caminar kilómetros antes que usar un puente peatonal y cortar camino. Mi fobia, por una parte, es entendible, pero al final no comprendo el miedo irracional a despegar los pies del piso. Si fuera un pájaro seguramente habría evolucionado como las gallinas; tendría alas sí, andaría pegado con el pico el el suelo. Los depredadores no encontrarían mayor resistencia para devorarme. Si yo fuera pájaro me exintinguiría encerrado en la oscuridad de una cueva. Siglos después, los aficionados a la arqueología encontrarían mi esqueleto y se sorprenderían; me nombrarían el “Hombre Pájaro”. Los arqueólogos egresados de los mejores institutos y universidades calificarían mis restos como un fraude. Declararían ante los medios que mis restos son falsos, hechos de cartón y papel. Quizá algún hombre, el más valiente de todos, me sometería a pruebas que verificaran mi autenticidad o trampa. Ese hombre se daría cuenta que yo nunca pude volar, sabría que nunca lo quise hacer; sentiría pena y decepción, envidia. Se preguntaría por qué el Hombre Pájaro nunca usó las alas. Los últimos días de su vida entendería la causa: el Hombre Pájaro le tenía miedo a las alturas. Yo desde mi cueva, en los estertores, mucho tiempo antes de su época, lo agradecería. Yo agradecería por fin que alguien me comprendiera. Era yo el único Hombre Pájaro que se había quedado en la Tierra. El resto de mi raza habría migrado a otro planeta. Nadie de nosotros estaba tan loco para quedarse aquí, sólo yo, el de los miedos, el del vértigo. Me subí a la azotea porque era la única manera de salvarme. Abajo, todos caminaban mirando el móvil, y en dado momento les explotaba frente a los ojos y se convertían en piedra. Me miraban mal, como si fuera el enemigo. Yo no quería usar teléfono. Me persiguieron, me intentaron apresar. Subí hasta el fin del edificio, vivir era increíble, era estar en el muerte, caminando entre fantasmas. Camina con gente que sólo quería abrir los ojos y meterse una colt en la boca. Yo solo quería pasar desapercibido, que nadie supiera que era el Hombre Pájaro que no volaba. Quería morir tranquilo en mi cama, sin nadie que me rezara o llorara. Vivir es increíble, ¿saben? ¿Nunca se han preguntado cómo después de todas las estupideces que han cometido, es que siguen vivos? Yo sé porqué seguía vivo, porque tengo que lanzarme desde la cima de este edificio y alzar las alas. Tengo que volar por primera vez y convertirme en el último de los hombres pájaro.