- Historia y Poder
El 12 de abril de 1912 de nueva cuenta en la libreta de la Jefatura Política y de la Asamblea Municipal del ayuntamiento de la ciudad de Zacatecas se inscribieron 19 niños que oscilaban entre los 9 y 13 años de edad como boleros, por ejemplo, “el joven Leonardo Barraza de 11 años de edad tiene permiso de esta jefatura para trabajar como bolero, calle del rayo número 7”.
En dichas libretas que consulté en nuestro Archivo Histórico están los registros tanto de los niños boleros, de lecheros, aguadores y prostitutas. Asimismo, saqué con mi cámara la réplica de sus fotos y figuran infantes con el peso de todas las orfandades y de todas las desgracias que pudiera tener una ciudad del mundo en su época: niños buscando el pan.
Verdadero tesoro testimonial que debe resguardarse, pues muchos de esos documentos similares desaparecieron de las ciudades del centro del país, ya en Querétaro, Aguascalientes, San, Luis potosí o Guadalajara, ya por morbo o por comercio desaparecieron de sus estantes hemerográficos, cuestión que debería de dar vergüenza.
En Zacatecas dichos documentos aún existen y se deben, insisto, resguardar como fiel testimonio en donde cientos de niños con registro fueron dados de alta para regular su función en una ciudad polvosa que exigía presentación y pulcritud a quien calzara, además de que están asimismo los registros de más de 400 jóvenes prostitutas que tenían su carnet, con sus datos fotos y todo lo que incluía ser “mujer pública”.
Cosa de ver, de admirarse o avergonzarse, se compara la vileza de dejar hacer y dejar pasar a su suerte de los pequeños con los turbulentos crepúsculos de quien fungía como custos urbi (guardián de la ciudad), es decir el prefecto o jefe Político de la Ciudad.
Una lucha amarga, un amago del destino, una afrenta ante las buenas conciencias que dejaba en mal decir su moral y supuesto patriotismo.
Las condiciones de pobreza de las ciudades mexicanas y en especial de la provincia del centro del país eran de escándalo entre la vergüenza y la codicia y el pillaje político, o los que agarraban la escoba colaboracionista con gobernadores aviesos ignorantes adrede de los errores de la delincuencia a gran escala, de los desmanes virulentos de la derechas enloquecidas de poder y estabilidad para hurtar en nombre de una democracia y libertad fingida.
Tener frente a mí los cientos de fotos y datos de quienes apuntaban a lo lago de los años a los niños boleros, fue, es y seguirá siendo motivo de respeto y admiración por tales esfuerzos que encumbraron a nuestra ciudad a ser detectada en los renglones de la locura y la indolencia ¡¡Zacatecas tiene infancia de papel donde las pulgas juegan a placer, niños criados con odio, furia, enfermedad, niños buscando el pan!!
Hoy en día miles de niños trabajan en múltiples tareas y siempre explotados, castigados y con pocas esperanzas de vida.
¡¡¡¡Niños zacatecanos trabajando, duele!!!! ■