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jueves, 18 abril, 2024
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Reconstruir mejor

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Por: René Fernando Lara Cervantes •

El conflicto del gobierno federal con la generación de electricidad a partir de energías renovables tiene implicaciones no solo en el tema energético, al verse involucrados también aspectos económicos y ambientales. Lo anterior guarda relación con el llamado del titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, a reflexionar sobre los impactos de la pandemia a medida que los países comienzan a abrir sus sociedades y economías, considerando la relación que tenemos con nuestro planeta para trascender de una mera reactivación económica, a reconstruir mejor y de forma más amigable con el medio ambiente. En este sentido, intensificar el uso de energías renovables es fundamental pues de acuerdo con, António Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), es necesario transformar los sistemas energéticos para salvar vidas, crear economías estables e inclusivas y evitar la amenaza que representa el cambio climático. El Secretario enfatizó que hay evidencia muy sólida del daño ocasionado por la contaminación de combustibles fósiles y las emisiones de carbón, sobre la salud humana, lo que genera una mayor presión en los sistemas sanitarios ya que el aire contaminado, principalmente por fuentes de energía y transporte, aumenta la incidencia de enfermedades pulmonares como asma, neumonía y cáncer de pulmón. Asimismo, es necesario limitar el aumento de la temperatura a 1.5 grados Celsius, por lo que se deben intensificar esfuerzos para reducir a la mitad las emisiones mundiales de aquí a 2030, y lograr en 2050 que el mundo sea neutral en cuanto a carbono. Por lo anterior, será determinante la manera en que se lleve a cabo la recuperación, ya que las decisiones tomadas tienen el poder de impulsar o retrasar la acción climática en los próximos años.

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No obstante, llevar a cabo esta transición exige de un compromiso político al más alto nivel y que el proceso de toma de decisiones se sustente en criterios científico – técnicos de largo plazo, características que no se observan con frecuencia en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Basta con recordar el apagón ocurrido a finales de diciembre de 2020 donde se culpó, sin una justificación clara, a la generación de energías renovables por ocasionar un desbalance que dejó sin electricidad a varias entidades del país. El desinterés por las energías renovables es notorio desde el inicio del mandato de AMLO, pues antes de su llegada al poder la Secretaría de Energía (Sener) publicaba de manera semestral el Reporte de Avances de Energías Limpias en la Matriz Energética, cuya última actualización es del primer semestre de 2018, y donde se refiere que en ese periodo la generación de electricidad de fuentes limpias era del 24.12 por ciento, al cual las energías renovables aportaron un 17.29 por ciento, quedando a menos de un punto porcentual para cumplir la meta del 25 por ciento de generación de energía limpia establecida en la Ley de Transición Energética. El desarrollo de un sector eléctrico con mayor proporción de energías renovables está en juego, pues si bien la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) considera que México tiene un potencial significativo de recursos y podría atraer inversiones a gran escala para diversificar su suministro de energía, en menos de un año la situación se ha vuelto más desfavorable. Según el Índice de Atracción en Energía Renovable por País (RECAI, por sus siglas en inglés), elaborado por la consultora Ernst & Young, el cual refleja que tan atractivos son los mercados energéticos y las tendencias mundiales, en noviembre de 2019 posicionaba a México en el lugar 24 de 40 países evaluados, no obstante un año después el país pasó a ocupar el lugar 33, señalando que los cambios en la política energética podían arriesgar la realización de más de 250 proyectos de energías renovables en territorio mexicano. Por otro lado, el Reporte Anual de Potencial de Mitigación de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del Sector Eléctrico (2019), publicado por la Sener, establece que la meta a 2030 de energías limpias es del 38 por ciento, un escenario que será difícil de alcanzar con las condiciones actuales; la misma duda puede plantearse en materia de emisiones, ya que el documento refiere que las emisiones de la generación de energía corresponden al 20.3 por ciento del total nacional de GEI, lo que lo ubica al sector como el segundo mayor contaminador. No obstante en sus proyecciones, se indica que se para el 2033 las metas de reducción de emisiones del sector eléctrico serán suficientes para cumplir con la meta asumida bajo el Acuerdo de París, aunque esto dependerá de la integración de fuentes renovables de energía.

La información anterior muestra una serie de barreras e incongruencias para transformar al sector eléctrico, pues los datos previos y posteriores al inicio de la pandemia indican la falta de interés en diversificar las fuentes del suministro de energía con opciones amigables al medio ambiente y marginando con ello sus beneficios asociados. Se trata entonces de un ejemplo con las características contrarias a la idea de reconstruir mejor en un sector vital para el desarrollo socioeconómico del país, no obstante las acciones son congruentes con la de un gobierno cuyo sello es ir a contracorriente a cualquier costo. ■

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