- Perspectiva Crítica
Hoy que el país arde por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, la polarización entre las autoridades y la población indignada por ese hecho se profundiza conforme pasan los días y no hay resultados para encontrar a los normalistas o comprobar que en efecto perdieron la vida a manos del crimen organizado. Sin embargo existe otra polarización, y en ella participan la sociedad civil que se ha organizado y reclama justicia, y los ciudadanos que no obtienen ningún beneficio real de la desaparición de los estudiantes, pero mantienen una posición en contra y muy ofensiva. Esta masa poblacional demuestra un profundo desprecio tanto hacia los normalistas como hacia las personas que exigen su aparición, y aunque sus argumentos se reducen a emitir adjetivos burdos y sin sustento como “flojos”, “delincuentes”, “pseudo estudiantes”, “mugrosos”, “comunistas”, lo cierto es que su postura no es casual, sino que obedece a una especie de abreacción, pues si bien dicho sector se mantiene pasivo ante las injusticias sociales o la devaluación de las condiciones de vida -incluso propias-, ante la protesta ciudadana se muestran indignados, incluso agresivos.
Sobre este fenómeno la pregunta es si dicha abreacción es natural o inducida. Aunque seguramente de esa masa poblacional habrá muchos que sin ninguna influencia externa se posicionan en contra de la disidencia ciudadana, lo cierto es que el gobierno mexicano, en especial los que han correspondido al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al Partido Acción Nacional (PAN), han trabajado de manera sistemática para influenciar a enormes capas sociales para adoptar esa actitud. La plataforma para generar esta influencia ha sido evidentemente el duopolio televisivo conformado por Televisa y TV Azteca, las cuales reciben millonarios contratos y han aportado lo más adiestrado de su ganadería para opinar en contra de la disidencia en noticieros, programas de análisis e incluso programas de revista, aunque a dicha plataforma también se suman espacios radiofónicos y múltiples periodistas a sueldo.
El actual clima de violencia e inseguridad desatado por la guerra contra el narco ha resultado idóneo para reforzar el convencimiento de la gente, y como ha explicado el académico Carlos Fazio, se ha desplegado una auténtica “ingeniería del consenso”, la cual está vertebrada por publicidad e información sesgada que tiene como propósito provocar histeria entre la población al exponer la hiperviolencia que ejerce el crimen organizado, y a la vez pretende conseguir generalizar el desánimo, el miedo, la desconfianza e implantar la idea de que no existen fuerzas sociales capaces de cambiar la realidad en que vivimos. Por el contrario, se promueve que la única vía es la del robustecimiento de la seguridad pública y el monopolio de la violencia por parte del Estado.
Considérese a este respecto que en su sexenio, Felipe Calderón gastó en publicidad para enaltecer su figura y su voluntad belicista 38 mil 725 millones de pesos; de 2006 a 2009, entre la Marina, la Secretaría de Seguridad Pública, la Secretaría de Defensa y la Procuraduría General de la República destinaron un promedio de 120.6 millones de pesos por año a hacerse propaganda, y por su parte Enrique Peña Nieto gastó sólo durante 2013 más de 4 mil 100 millones de pesos en publicidad, principalmente en los temas de Turismo, Hacienda y Energía, en razón de la implementación de sus reformas estructurales. Este derroche, tan oneroso como superfluo, no contribuye a que la población mejore su conocimiento en temas prioritarios para la reproducción social, en tanto los miles de spots no profundizan en dichos temas, sino que se ciñen a fórmulas que oscilan entre las promesas y los espejismos.
Muy a tono con este ambiente de violencia han surgido en los últimos días diversas voces, como la del secretario de organización del Frente Juvenil del PRI, Luis Adrián Ramírez Ortiz, quien pidió el regreso de Gustavo Díaz Ordaz, lo que conlleva la referencia implícita de que es deseable la represión que los estudiantes sufrieron en 1968, y coronó su comentario refiriéndose a los manifestantes que se pronunciaron en el Zócalo como “bestias que no merecen vivir”. Por su parte Ana Alidey Durán Velázquez, hija de Araceli Velásquez Carrasco, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales (CAASIM), y conocida por su abuso de poder al amparo del PRI, expresó en las redes sociales: “Luego porque los queman…. NACOS”, esto después de que se diera a conocer la quema de la puerta de Palacio Nacional.
De este modo la polarización entre ciudadanos se acentúa en razón de que por un lado las instituciones y actores encargados de hacer valer el Estado de Derecho no cumplen con su tarea y generan en buena parte de la población la indignación y el reclamo, y por otro diversos sectores se sitúan de manera voluntaria o inducida en una posición que no contribuye a mejorar el clima de violencia e injusticia que sigue imperando en el país.
¿Usted con cuál polo se identifica? ■