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miércoles, 2 julio, 2025
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La novela

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Por: MALIYEL BEVERIDO •

La Gualdra 380 / Río de palabras

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Olga no podía creer que Goran hubiese muerto. Cuando Libor le dijo “Si te lo cuento, tendría que matarte”, ella pensó que se trataba de una broma ya clásica de la novela negra. Pero poco después de confesar al detective sus crímenes, mientras éste se alejaba por el callejón mal iluminado, le disparó por la espalda, poniendo punto final a la historia.

En realidad su confesión no era indispensable, pues cualquiera que hubiese seguido el hilo de la novela podía adivinar que Libor era el asesino. Entonces, pensó ella, ¿por qué Goran no actuó con más cautela? ¿O con más audacia? Los únicos testigos de la verdad eran los lectores, pues pareciera que los otros personajes no habían comprendido los hechos que se les presentaban. Pero ¿qué cosa era la verdad y qué los hechos?

Hubiera querido interrogar al escritor que había así sacrificado a su protagonista, pero éste había muerto antes de ver publicada su novela.

Primero sólo experimentó una leve molestia, pero poco a poco su turbación y desánimo fueron en aumento. Olga se había enamorado del detective y estaba en duelo, en negación. No había otra explicación posible. No era raro que dos personas de mundos separados y hasta opuestos se enamorasen: ella estaba en la realidad y él en la ficción. Pero, finalmente ¿qué es ficción y qué es realidad?

Ella podía soportar eso, la distancia entre ambos, pero ¿la muerte? Eso no podía aceptarlo.

Olga releía a diario el último capítulo, con la íntima esperanza de descubrir un día un final diferente. Ella amaba su primera edición de pastas duras, pero un día encontró la edición de bolsillo. El ejemplar, por supuesto, repetía con toda exactitud el contenido de la novela, pero, dadas sus dimensiones, tenía una caja de texto mucho más pequeña. Al llegar al último capítulo descubrió una particularidad: la penúltima página terminaba con la frase “Si te lo cuento, tendría que matarte”, la confesión detallada de los crímenes ocupaba el anverso de la última página, y la descripción del callejón y del fatídico disparo estaban impresas en el reverso. Así que, sin siquiera pensarlo mucho, arrancó la página final y eliminó la muerte de Goran.

 

 

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