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jueves, 3 julio, 2025
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El modelo deliberativo: remedio a campañas de mala calidad

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Sigue siendo una contienda de personas, no de programas. Hay ocasiones en que personas encarnan programas, como el caso de carismas identificados con ideales o proyectos sociales. A Zapata se la asocia a la comunidad tradicional en posesión de su tierra, a Cárdenas con la justicia igualitaria, así como a Salinas con el neoliberalismo. Sin embargo, la encarnación de ideas es excepcional, la regla es anunciar y argumentar el proyecto que se porta. Para enunciar pequeñas cosas, sirven los spots, pero para un proceso argumentativo que exponga cómo conseguirán lo que dicen pretender, se requiere un modelo comunicativo que está absolutamente ausente en las campañas. Discursos largos de argumentación como en Estados Unidos, o mesas de debates con amplia duración como en España, no se ofrecen aquí. Hacer que esto ocurra implica cambiar el modelo comunicativo tradicional de las campañas. Y este modelo es reproducido por la propia autoridad y lo que está programado en la ley: en los pautados dirigidos a la radio (por ejemplo) supone que los tiempos son para mensajes de 30 segundos, a la manera de comerciales de productos de mercado, los candidatos centran la estrategia en lograr afinidad a partir de imágenes fugaces. Alejados completamente de la esencia de la democracia: la abierta y suficiente deliberación.

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Esta casa editorial está empeñada en subir la calidad de las campañas: ensayar modelos comunicativos que permitan centrar estos procesos en propuestas y argumentación de estrategias de desarrollo. Por ello, generamos un nuevo suplemento de análisis político, los diálogos en las redes con base en preguntas sobre cómo piensan enfrentar problemas específicos, y (esperamos) accedan a sentarse a dialogar los puntos más importantes de sus programas en la televisión por Internet. Los propios medios deben ser impulsores de un nuevo modelo comunicativo que construya la calidad democrática. Sin embargo, observamos que la mayoría se limita a difundir lo mínimo indispensable que la ley les obliga: los spots de unos pocos segundos.

Ante un escenario competido, emerge la tentación de la guerra sucia; y los medios tenemos mucha responsabilidad en que eso ocurra porque le damos espacio al falso sensacionalismo. Pero sobre todo los propios partidos temen a un modelo deliberativo porque implica elegir candidatos con preparación y conocimiento de los problemas que pretenden resolver. La paradoja es que la mayoría de los candidatos no conocen la realidad que dicen van a cambiar. Pero si logramos que se imponga cada vez más el modelo deliberativo los partidos se verán obligados a preparar a sus cuadros y a postular personas con perfil adecuado. Y en conjunto a elevar la calidad de la democracia, lo que se traducirá en la solución de los problemas que los ciudadanos padecemos en empleo, educación, salud, etcétera. En este mismo intento, suscribimos la iniciativa de los jóvenes del Tecnológico de Monterrey, lo cual debería emularse en otros espacios universitarios. La meta, en suma, es explorar lo más posible la puesta en debate de argumentaciones y no frases huecas de publicidad chatarra.

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