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miércoles, 26 junio, 2024
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La luz del otro

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Empieza por el fin. ¿Cómo?, ¿esto es posible? Tal vez en narrativa es más difícil. Ahora que lo pienso no, no es tan difícil. En el cine hay un montón de ejemplos y ustedes seguramente me darán lecciones. Pero, vamos, ¿en el teatro?, ¿es posible que una obra de teatro empiece por el final?, ¿qué diría de este capricho dramatúrgico el tan mentado y poco estudiado Aristóteles en su tan cacareacada “Poética”? ¡Seguro que se nos vuelve a morir! Pongan atención, por favor: no se trata de cualquier fin sino del fin, pero del mundo. Pausa, por favor, para que lo piensen un momento. 

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En el cine y en las series, sobre todo de zombis postapocalípticas, nos han acostumbrado tanto a la temática del fin del mundo que ya la tenemos tan sobaqueada como las películas de los Almada. Es más: te hablan del fin del mundo y ya ni te la crees. Es más: te hablan de ese fin del mundo cercano a la teología y te ríes porque luego van a llegar los zombis a la Walking Dead y entonces te ves dentro de tu propia serie matándolos a bastonazos. 

Sin embargo, cierren los ojos y pónganse a pensar en el fin del mundo, pero en su fin del mundo, el suyo, el personal, el que está frente a ustedes, el inmediato. Ya está. ¿Verdad que no es lo mismo que admirarse de cuando se caen los altos edificios y los océanos inundan las ciudades en la televisión? Hasta aquí con nuestra imaginación. Otra pausa, por favor y pueden ir por las palomitas. 

“La luz del otro” es una obra de teatro cuya primicia dramatúrgica es el fin del mundo una vez que ya ha transcurrido. La obra arranca justo cuando todo lo que conocemos ahora ya no es ni siquiera un vago recuerdo. No hay ni siquiera polvo de ello (ni siquiera enamorado, rezongaría Quevedo). Pero, y este es uno de los puntos más hermosos de la obra teatral, permanecen dos supervivientes. Y con ellos, y esto por favor subráyenlo en la página del periódico aunque se rompa, permanece la palabra. Y si somos consecuentes con la historia de la humanidad, una vez que sobrevive la palabra, también sobreviven las historias (esto me puso al borde de mi butaca, créanme). Llámenlas relatos. Llámenlas mitos. Llámenlas cuentos. Y si sobreviven estas estructuras narrativas que cronológicamente partieron de aquellos primeros hombres que alrededor del fuego inventaban historias a la vez que nombraban al mundo y sus fenómenos naturales, también sobrevive la presencia del otro a través de ese principio de otredad que formula Octavio Paz y cuyo eje transversal es parte de la obra (o al menos esa es mi apreciación) “La luz del otro”: “soy yo porque tú existes”. ¿No les parece realmente maravilloso?

Por eso el texto de “La luz del otro” es un texto cuyas inclinaciones literarias tienden más hacia lo poético. ¿Qué quiero decir con esto? Que la estructura interna no atiende los parámetros de una construcción dramatúrgica normal (otra vez don Aristóteles) sino que juega con las palabras y su semántica, pero también con el ritmo de cada una de sus frases y, sobre todo, con la capacidad tonal que le imprimen los dos actores que vemos en escena frente a una escenografía que se vale de multimedia y de voces en off para que el espectador se cree la realidad alterna que significa estar ahí, frente a la nada, pero no esa nada de Beckett, cuyos pétalos siempre abren para convertirse en una historia más (así sea microficción), sino frente a la nada absoluta, la pared, el concreto.  

Una vez que montas a tus dos personajes en escena entonces puedes hacer lo que te venga en gana: saltos, encuentros y desencuentros, riñas y reconciliaciones, escenas sexuales que relajen la tensión dramática de la obra, cambios de vestuario, preguntas y respuestas, y durante todo lo que dure la obra siempre van a estar esos dos personajes, que a su vez son para el público los únicos dos supervivientes, aquellos que en algún momento están dispuestos a reconstruir la historia, pero no la historia con mayúsculas sino su historia, la personal, la que extraviaron en algún punto de su existencia tan vacía. 

Hasta aquí es lo que a mí me atrajo de “La luz del otro”. La música me parece muy atinada. La dirección escénica de David Psalmon, aunque arriesgada, justa, equilibrada. El videoarte es realmente espectacular (y me parece que no hay otra manera de calificar un trabajo de videoarte). Y la dramaturgia de López Vigueras, vamos, seamos justos en la medida: si bien hemos señalado que se trata de un trabajo con inclinaciones poéticas, me parece que hay algunos puntos donde pisa ciertos lugares comunes, ciertas palabras cuyo peso semántico hubiese valorado más, ciertas historias que ya son muy del tú me la dices y yo se la cuento del habla cotidiana (creo que el tiempo de duración de la obra es exacto, diez minutos más y se hubiese caído por completo porque el texto no iba a aguantar).

  Durante la obra “La luz del otro” yo me guíe por mis lecturas de Octavio Paz y el principio de otredad y algunos versos memorables de “Piedra de Sol”; también de Mircea Eliade, sobre todo lecturas referentes al origen de los mitos, y pues bueno es parte de lo que les entrego. Ahora bien, tengo ahora mismo en la pantalla de la computadora el boletín de prensa que explica lo siguiente (no me da el espacio para ponerlo completo): “El equipo de ‘La Luz del Otro’ encontró inspiración en el pensamiento del filósofo lituano de origen judío, Emmanuel Lévinas. Durante la Segunda Guerra Mundial, él fue recluido en un campo de concentración, y gran parte de su familia, asesinada por el régimen de la Alemania nazi. Después de este horror, Lévinas se pregunta ¿cómo llegamos a este punto?, y se da cuenta de que siempre se ha buscado entender el mundo partiendo del Yo”. Y luego agregan un punto donde no existe tanta coincidencia con Octavio Paz. En fin: se trata de lecturas de una obra artística que se llama teatro. 

Contrario a lo que hacen la mayoría, yo quise escribir mi opinión de la “La Luz del Otro” sin dejarme influenciar por el boletín de prensa, porque a fin de cuentas se trata de una apreciación personal. Y si a los que hacen la obra de teatro no les parece, pues ni modo, así pasa en esto de las reseñas (y conste que no me considero crítico de teatro). Pero hay otro tanto de personas que escriben las reseñas a partir de los boletines de prensa como quien hace la tarea al cuarto para las doce. Y casi sin querer copian lo que dice el boletín. Y casi sin querer repiten lo que dicen los actores. Y eso no es una crítica. Por favor. 

Va último anuncio para la gente querida de Zacatecas: la obra “La Luz del Otro” se presenta en la Ciudad de México con una corta temporada del 12 al 22 de octubre de 2023, en horario de jueves y viernes 20:00 hrs., y sábados 19:00 hrs. y domingo 18:00 hrs. Y ahora, como corresponde, vamos a darles un aplauso fuerte a quienes hacen que el teatro sea posible en un México que parece olvidarse cada vez más de la cultura: que pase Sergio López Vigueras en la dramaturgia, escenografía e iluminación nada más y nada menos; ahora que pase David Psalmon, quien tuvo a bien mocharse con una cortesía, en la dirección y en la producción general; le sigue de frente el bueno de Daniel Hidalgo en el diseño sonoro; y ahí viene Francisco Bringas, que se encargó de la música original adicional; ahora llega Mario Marín del Río en el diseño de vestuario; y más allá, tras de esas butacas, vemos a Miriam Romero en el videoarte; y ahora sí, la parte que da la cara del equipo, la que sale a la cancha con el balón entre las piernas, en la actuación de Bernardo Gamboa, hay que darle unas lecciones de flow y un MC, e Itzé Moss, quien es mala para fingir orgasmos, y todos ellos, amigos zacatecanos, junto con “La Luz del Otro” son presentados por ISUZU Motors y el Colectivo TeatroSinParedes A.C. y los esperan en el Teatro Benito Juárez con las puertas abiertas y descuentos si los siguen a través de sus redes sociales: Facebook: TeatroSinParedes Fan Page. Twitter: @TeatroSinPared. Instagram: TeatroSinParedes. Y de su página web: www.teatrosinparedes.com, hasta aquí hemos llegado por este día, nos vemos la semana que viene y no dejen de escribir a mi correo: [email protected] 

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