En concordancia con las nuevas políticas del Estado en materia de Educación, en el año de 1990 se realizó un evento académico que pretendía propiciar el análisis en busca de integrar la modernización y la conceptuación de un programa de formación de profesores. Se pretendía abordar la problemática desde diferentes enfoques para generar un marco referencial indispensable para el diseño introductorio de una estrategia académica alterna que permitiera hacer frente a los cambios que se aproximaban.
Los sindicatos universitarios y en particular el Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ) estaban obligados a transitar por la vía del análisis y la reflexión sobre sus capacidades profesionales, como vehículo para el resguardo de sus conquistas laborales y garantía de un desarrollo político. Lo académico era en las condiciones académico-políticas existentes su principal fundamento para la exigencia de mejoras salariales, preservación del empleo y consolidación de su autonomía e independencia.
Muchos de los problemas que afectaban a los sindicalizados estaban relacionados con pagos irregulares tanto individuales como colectivos, enfáticamente se hacía referencia a problemas presupuestales y al dudoso manejo de los recursos. En una reunión del Sindicato con funcionarios (en diversos tonos y matices), la mayoría aseguró “La Quiebra” de la Universidad y por ende la necesidad de ajustes, en todos los ámbitos, especialmente en el área de Recursos Humanos. Las propuestas a final de cuentas se traducían en despidos.
Ante esta situación se hacía un llamado a sostener una defensa unitaria de los intereses del profesorado, superando diferencias de grupo y corrientes, anteponiendo los derechos sindicales. De lo contrario serían fácilmente sacrificados aprovechando la división y pugnas facciosas. El Comité Ejecutivo publicó un desplegado repudiando esas medidas y agilizando un diagnóstico laboral y académico de los profesores, así como de las plazas existentes. Acciones tendientes a una defensa urgente de los sindicalizados.
Por toda la comunidad docente era conocido el problema presupuestal que enfrentaba la institución y que era el argumento y justificación para aplicar una serie de medidas lesivas a sus derechos e interés. Entre otros se hablaba de la suspensión del bono de habitación del mes de abril, a días de que correspondiera el pago del mes de mayo, la cancelación de créditos en el canje del bono de despensa y las dificultades en la prestación del servicio médico.
Estas medidas generaban incertidumbre sobre la garantía en el cumplimiento de las diversas prestaciones previamente pactadas con la Rectoría, de conformidad con el Contrato Colectivo de Trabajo UAZ-SPAUAZ (CCT). Las declaraciones y propuestas por parte de la Rectoría y dadas a conocer en las reuniones del Honorable Consejo Universitario (HCU) amenazaban con mayores restricciones en las prerrogativas de los agremiados.
El Sindicato no paraba en reiterar su rechazo a toda medida que afectara los derechos sindicales y en la exigencia de suspender cualquier acción lesiva a los diferentes sectores de la Universidad como trabajadores, alumnos y profesores; hasta que no se discutieran plenamente alternativas de consenso en el HCU. El SPAUAZ no se negaba a reconocer la necesidad de analizar un proyecto alternativo de desarrollo institucional que permitiera su consolidación, con una intervención importante por parte del Sindicato, pero condicionaba su participación a un ambiente de claridad financiera y de respecto a los derechos de los agremiados.
El 14 de marzo de 1991 en sesión celebrada en la Sala de Juntas de Rectoría, la Secretaría Administrativa de la UAZ por instrucciones de la propia Rectoría, presentó al colectivo de directores de escuelas y facultades el proyecto de presupuesto a ejercer en 1991. En lo referente a los servicios de personal, se indicaba una severa disminución en contraste con el número de plazas ejercidas durante 1990; la iniciativa contemplaba suprimir 523 plazas del personal académico, 443 plazas correspondientes al personal administrativo y 66 plazas en los mandos medios y superiores.
En agosto de 1994 los integrantes del Comité Ejecutivo del SPAUAZ (93-95), comprometidos con el cambio y fortalecimiento de la organización sindical, creían y estaban convencidos de la trascendencia de la gestión y el diálogo con los interlocutores con los que se trataba cotidianamente (autoridades universitarias y estatales). Eran conscientes de la importancia del dialogó y la comunicación como formas prioritarias para la solución de los problemas laborales. En ese sentido convocaron a los directores y coordinadores de facultades, escuelas y centros, a una reunión para definir posturas acerca del quehacer sindical en los centros de trabajo.
De inicio manifestaron no apoyar, ni ser partidarios de la confrontación estéril y del desgaste entre universitarios, lo que no implicaba renunciar al reclamo por un respeto irrestricto del CCT, solicitándoles su lectura, conocimiento y reconocimiento en todos y cada uno de los centros de la Universidad. Se empeñaban en que la vigencia del CCT permitiría el fortalecimiento y mayor presencia del Sindicato en el planteamiento y solución de los conflictos laborales.
No aceptaban que el CCT se convirtiera en una figura decorativa, que solo fuera editado y reeditado cada año para su lectura pasiva e indiferente de la realidad universitaria, con poca o nula participación en algunos centros de trabajo. Uno de los puntos centrales que se reivindicó, fue la superación de las formas tradicionales de gestión en los derechos laborales y prestaciones económicas de los sindicalizados.
Rechazando aquellas prácticas de gestión que no involucraban al Sindicato, la presencia sindical en algunos centros era recibida con escepticismo y resistencia por algunos directores o coordinadores. Existían casos donde era imposible que el Sindicato conociera de las cargas de trabajo, vacantes temporales o definitivas, contrataciones de personal, presencia de profesores visitantes y cambios de adscripción por la vía de los hechos. La situación llegó a tal extremo que algunas autoridades de la administración y centros educativos pretendieron que el Sindicato desapareciera, considerándolo un obstáculo para el quehacer universitario.
El SPAUAZ aseguraba que no será posible construir un Sindicato fuerte y congruente con los nuevos tiempos y a la altura de la Universidad, si las autoridades continúan privilegiando el trato directo con los profesores sin la mediación sindical para la resolución de los problemas laborales. Se enfatizó que la organización también era un actor institucional que no debía limitarse a la lucha gremialista, sino que debía trascender a las iniciativas de carácter académico, sobre todo, en lo que se refería a impulsar proyectos para alcanzar la plena profesionalización del trabajador académico.
Se informa que la mayoría de los profesores se pronunciaron en contra de las prácticas, normas y programas que profundizaban el trato desigual entre los profesores y en donde el SPAUAZ no tenía injerencia. Casos concretos eran las iniciativas que promovían la deshomologación salarial y la orientación de los programas de estímulos, así como en la formación de profesores. Los sindicalistas con su Congreso de Reforma, demostraron tener la capacidad para plantear propuestas más allá de la retórica gremialista defensiva, en donde se prefería pedir mucho para obtener lo más posible.
Manifestaron, “Queremos participar en la formulación de las reglas y normas transparentes, donde el Sindicato tenga presencia no solo por el afán protagónico o clientelar, sino conscientes de que somos un actor institucional que debe tomarse en cuenta para la definición de los grandes proyectos de la Universidad”.
Hacen un llamado para emprender relaciones de respeto mutuo que, sin renunciar a los objetivos e intereses de sus propias instancias, buscarán las coincidencias. Finalmente, todos eran sindicalizados, que recordaran que los puestos administrativos eran transitorios y retornarían tarde o temprano a sus espacios laborales. El compromiso que querían suscribir, se ubicaba en la búsqueda de un nuevo Sindicato, porque aspiraban a cambiar para bien de la organización sindical, así como para la propia institución, en donde su instrumento de defensa y promoción sería la renovación y fortalecimiento del Contrato Colectivo de Trabajo.
El SPAUAZ es el resultado de una lucha permanente por parte de sus fundadores, los que con un espíritu de solidaridad, consistencia y tenacidad lograron su reconocimiento por parte de la Autoridades Universitarias, lo que las viejas generaciones no deben olvidar y las nuevas tomarlo en cuenta antes de atentar en su contra.
Se parte de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia (LUMAT). Informes:
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1Docente Investigador de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT