La Gualdra 585 / Cine
Mission impossible – Dead reckoning Part one:
el héroe contra su destino
Por Adolfo Nuñez J.
En la cultura griega, dentro de su extensa mitología, se le conoce con el nombre de Ananké a la personificación del destino y la inevitabilidad. Presente en la mayoría de las tragedias griegas, se plantea que cada personaje dentro de estos relatos se debe enfrentar a ese destino inamovible y del que no será capaz de escapar por más que lo intente.
En la película Mission impossible – Rogue nation (2015) hay un momento en el que el director de la CIA, interpretado por Alec Baldwin, describe al protagonista de dicha saga, el espía Ethan Hunt, como una manifestación física de ese destino. Interpretado con destreza por Tom Cruise, Hunt es un maestro de la ilusión y el engaño, un agente que siempre va un paso adelante de sus enemigos, alguien al que no se le puede eludir y que siempre logra su objetivo
Las habilidades de este peculiar héroe de nuevo son puestas a prueba en Mission impossible – Dead reckoning Part one (2023), la cinta más reciente de la exitosa franquicia que, con esta última, suma ya siete entregas. En su primera película, estrenada en 1996 y dirigida por Brian de Palma, inició en el terreno del espionaje, pero con el paso del tiempo se fue ganando un lugar importante dentro del género de acción contemporáneo.
A diferencia de las cintas anteriores, en las que el conflicto se plantea desde el típico villano de ideas extremistas, en esta nueva entrega surge a partir de una amenaza que no es humana, sino digital. Se trata de una inteligencia artificial, un algoritmo capaz de predecir todos los movimientos de Hunt y de su equipo de espías mucho antes de que los realicen; en algunos casos, incluso influyendo de manera inconsciente en el modo en el que ejecutan dichas acciones. En muchos sentidos, el protagonista de esta historia se ve combatiendo por primera vez con el Ananké.
Es interesante reflexionar que, de todos los villanos que ha tenido la saga, este último es el único que se percibe como un peligro latente, capaz de trascender hasta el mundo real. Mucho se ha debatido en redes sobre los alcances, las posibilidades, pero también sobre las amenazas de las “IAs”. La misma industria cinematográfica se encuentra detenida por los Sindicatos de Actores y Guionistas, quienes buscan limitar la irrupción de las inteligencias artificiales en sus obras.
En el centro de todo este conflicto se encuentra Tom Cruise, quien desde hace muchos años disfruta de ponerse al límite al ejecutar sus propias acrobacias de acción sin ningún adorno digital. Dichas acciones se pueden interpretar como una declaración sobre la importancia del quehacer cinematográfico a la vieja usanza, un valioso argumento que el actor parece reafirmar con cada nueva cinta en la que aparece.
Para esta nueva Misión imposible, el actor vuelve a hacer mancuerna con Christopher McQuarrie, su frecuente colaborador y director de los dos filmes anteriores de la saga. Dicha colaboración resulta en elaboradas secuencias de un montaje notable, que van desde una divertida persecución de coches en las calles de Roma, una más dramática e intensa en Venecia, hasta una espectacular acrobacia en la que Cruise salta por un precipicio y aterriza en un tren en movimiento.
En lugar de ser complementos de la historia que se está contando, la cinta gira alrededor de estos set-pieces de acción como principal atractivo. En ese sentido, Dead reckoning se postula ante los inevitables cambios que plantea la era digital, como una obra que sólo puede existir gracias a la intervención humana. En esa misma línea de defensa se encuentra Tom Cruise, quien, de manera vibrante y espectacular recuerda algo esencialmente humano y que ninguna inteligencia artificial es capaz de replicar, ni en el cine, ni en ningún otro medio: las maravillas de lo impredecible.
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