Muerto el padre, sus hermanos mayores Silvestre dedicado a estudiar música y Fermín con el gusto por la pintura quienes se encontraban en los Estados Unidos, con alma de artistas al fin, no hicieron por atender la tienda del padre cayendo el negocio en la quiebra debido a que de acuerdo con el administrador el finado había dejado varias deudas, amén de las muy probables transas del que llevaba la contabilidad. Por este tiempo, los 20, la familia vivía en el barrio de la Merced y luego cambiaron de casa en diferentes domicilios. Vendidas las propiedades que había dejado el difunto para pagar las deudas heredadas, la economía familiar se sostuvo con el trabajo de las hermanas.
Aunque fue Silvestre con quien José más se identificó y quien como ninguno de sus hermanos influyó en él al grado de llegar a verlo como a un padre sustituto, cuando andaba por los 14 o 15, años en pleno Maximato por medio de Fermín quien al lado de otros famosos pintores había sido de los fundadores de El Machete, órgano de difusión del PCM, ingreso al partido de la hoz y el martillo no sin antes de haber sido puesto a prueba como recadero y activista en la distribución de propaganda. Además de devorarse El Machete, entre los libros que por entonces leía el joven Pepe tenían que ver con la literatura socialista y marxista, entre ellas un resumen de El Capital. También se ocupó de la historia de las religiones, “para cerciorarme si el ateísmo tenía razón”, según escribe en su autobiografía; “concluí que no existía Dios y esta respuesta me satisfizo mucho”, (Las evocaciones …, op, cit, p. 574). De esta forma firmó el acta de bautizo como un ateo, de una especie de ateo cristiano que si los hay. No dejo de creer e inspirarse al escribir en la figura del nazareno y en los valores cristianos. A partir de entonces aunque en su narrativa recurrirá recurrentemente a términos y ejemplos bíblicos y cristianos Revueltas será un ángel hereje. La advocación a la figura de cristo y sus parábolas y metáforas obedece quizá a que José Revueltas encontraba coincidencias entre el comunismo y el cristianismo cuyas doctrinas se inspiran en la ayuda al prójimo, la justicia e igualdad de los hombres entre otros principios que comparten.
Aunque el virus comunista lo había inyectado desde muy joven, también se interesó por conocer la historia de México, teniendo en Lucas Alamán un buen referente del que se expresa muy bien. No menciona a Mora, el llamado “padre del liberalismo”, sobre del que hubiera sido interesante conocer el contraste entre ambos masones ilustrados decimonónicos guanajuatenses para mayores señas, que abrazaron proyectos distintos. No menos importante fueron sus lecturas sobre los movimientos sociales. Del magonismo por ejemplo, caracteriza a Ricardo Flores Magón como un socialista y si dio a su partido el apellido el término de liberal fue para rescatar la herencia ideológica y demandas olvidadas de la generación de la Reforma. Entre el villismo y el zapatismo tuvo una mayor simpatía por este último. Al primero según él, lo distinguía su aspecto sangriento, anárquico y sin programa. En cambio Zapata representa el comunitarismo y la lucha por el rescate del ejido.
Más se había tardado en ingresar al partido comunista que en ser aprendido por su participación política. En plena adolescencia, siendo casi un niño todavía fue a dar a la correccional para menores. Después de intentar fugarse fue aislado, sintiéndose feliz de estar sólo para poder concentrarse en la lectura. Al recordar sus andanzas políticas en aquella época, no duda en decir que como militantes eran estalinistas por la URSS pero desconocían lo que ocurría en el mundo y aceptaban los mandatos y consignas provenientes del círculo de la Internacional Comunista sin estar informados y conscientes de la línea que les marcaban, “como quien recibe una bendición papal”. Una militancia no muy consciente y si muy acrítica por lo que se ve según se deduce del testimonio. Este rasgo subsiste en algunos movimientos sociales que se distinguen por el voluntarismo y lo espontáneo de sus acciones comenzando por sus líderes que por muy carismáticos que sean, al carecer de un proyecto y programa, terminan siendo derrotados, no pasando de ser muchas de las veces auténticos estados de ánimo.
Antes de asistir al séptimo Congreso Internacional Comunista en el año de 1935, fue trasladado hasta en dos ocasiones por sus actividades políticas a la prisión de las Islas Marías. La primera ocurrió después de haber estado en la correccional, en 1932, cuando no cumplía los 17 años en el tiempo en que el partido comunista era clandestino. Dos años después volverían a recluirlo en las islas nayaritas. Resultado de estas experiencias es la considerada su primera novela que Salazar Mallen consideró un relato o crónica, Los Muros de Agua. En algún sentido las cárceles representaron su mejor taller literario, si bien se evitó la lata de que lo leyeran sus pares y autodidacta como siempre fue se dedicó en sus periodos de reclusión posteriores a los de las Islas Marías a echar andar su imaginación y darle vuelo a la pluma. Por eso es que la de Revueltas es consideraba por sus críticos una literatura carcelaria en una doble acepción: lo mismo son presos los que están recluidos en las prisiones como los que fuera de ellas viven en el mundo de la alienación, enajenados. Para derrotar a la prisión se requiere liberarse a través de la toma de conciencia. Y el término conciencia como bien lo sabe Perogrullo y lo confirma el tumba burros es el conocimiento de las cosas y fenómenos, “el sentimiento interior por el cual aprecia el hombre sus acciones”; pero sobre todo la libertad de pensar.
Los primeros cinco años de la década de los treinta representan los tiempos románticos del PCM, años de clandestinidad en los que se formó Revueltas. Son los tiempos del Maximato y el ascenso del cardenismo. México es un país aplastantemente campesino con una emergente clase obrera, cooptados ambos sectores por el gobierno bajo el mareador discurso de la Revolución mexicana. Era a ellos a los que debería educar políticamente el Partido a través de la doctrina socialista. Quienes se encargaron de esta tarea fueron los activistas, él autor de Los errores entre ellos, los que como auténticos misioneros y apóstoles organizaban reuniones, explicaban la historia y la política y organizaban para la lucha a los núcleos de trabajadores. Por cierto entre los maestros sobre todo rurales, la influencia de los comunistas fue considerable. A estas tareas se consagró nuestro personaje como integrante de la Federación de Jóvenes Comunistas. Precisamente al ser un militante de las juventudes comunistas y por su entrega a las tareas partidistas sería enviado como delegado representando a éstas en el séptimo Congreso de la Internacional Comunista. De esta forma conoció Moscú y partes de la patria socialista. Su estancia debió haber sido de ensueño y parecerle el paraíso recobrado o una especie de utopía que por el hecho de verla realizada, dejó de serlo. Le sorprendió el orden y la organización de la sociedad y la equidad con la que se vivía. Debió hacer abstracción de que la dictadura del proletariado se había trocado por la dictadura del partido, el ascenso y empoderamiento de la burocracia del aparachtik. Estuvo tan encantado al grado de haberse bañado y nadado en pelotas con la mayor naturalidad y libre de prejuicios, que los macabros procesos de Moscú mediante el cual purgaron, encarcelaron y hasta asesinaron a miembros de la vieja guardia entre ellos Bujarin, Zinoviev y Kamenev camaradas, de Lenin que encabezaron la Revolución socialista del 17. Si Trotsky se salvó fue porque inicio su peregrinar exiliándose por medio mundo. ■