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sábado, 14 junio, 2025
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El papel antisistémico de los migrantes

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Por: RAÚL ZIBECHI •

La cacería de migrantes que está realizando el gobierno de Estados Unidos, persiguiéndolos incluso por las calles, entrando a sus viviendas y maltratando a buena parte de ellos, es una muestra más de que las democracias han dejado de existir incluso en el norte global, allí donde nacieron. Lo realmente novedoso son las respuestas que están dando tanto los migrantes como muchos hijos de migrantes que nacieron en EU y no tienen problemas legales.

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Es posible que los migrantes se estén convirtiendo en los cristianos de la antigua Roma. Fueron perseguidos, pero jugaron un papel destacado en la transformación y también en la caída del imperio, ya que se negaban a participar en los ritos oficiales. Ahora no es igual, pero puede ser un síntoma de la descomposición creciente de la nación imprescindible.

Digamos las cosas por su nombre: esto es una guerra del capitalismo. Contra las personas migrantes, contra las personas del color de la tierra, contra los pueblos originarios y negros, contra los diferentes. Aunque se hace en nombre de la democracia, es totalitarismo. El filósofo Giorgio Agamben definió el totalitarismo moderno como una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos que por cualquier razón resultan no integrables en el sistema político.

Por cierto, no es una guerra contra todos los migrantes (nunca es contra todos), sino contra aquella porción de jóvenes que dicen ¡basta!, que no se dejen, se ponen de pie y resisten. Lo notable es que son cada vez más y que tienen una conciencia más clara de que su situación no se debe a un gobierno ni a un gobernador, sino que es resultado de un sistema global que se llama capitalismo y que los ataca en California, en México, en Europa, en Wall Mapu o donde se encuentren.

Las movilizaciones en curso remiten a las que miles de jóvenes protagonizaron en 2024 en apoyo al pueblo palestino, solidaridad que sigue en pie y tiende a crecer en estos momentos. Los protagonistas son las mismas camadas juveniles que no tienen futuro en el sistema. Pero también se vinculan con la larga experiencia de luchas en el estado de California, tanto de los migrantes como de la población negra, que se levantó cuando un jurado absolvió a los policías que dieron una paliza a Rodney King en 1991, con un saldo de más de 50 muertos.

Ahora los migrantes sin documentos, los hijos de migrantes legales y muchos blancos, confluyen mostrando su rabia acumulada por décadas de políticas neoliberales que favorecen solamente a los ricos. Las protestas en curso desnudan la cruda realidad que viven millones de personas en Estados Unidos.

En primer lugar, enseñan la verdadera cara del sistema, que movilizó 2 mil agentes de la Guardia Nacional y luego 700 marines para contener las protestas, aunque el gobernador asegura que ya son 4 mil guardias. La brutalidad de los uniformados fuertemente armados, el uso abundante de gases y bombas aturdidoras, enseña de qué se trata la tan mentada democracia de la superpotencia. La respuesta consistente en la militarización para contener a los pueblos, enseña que hay cada vez menos diferencias entre norte y sur globales.

En segundo lugar, las protestas abrieron una grieta institucional, ya que el gobernador de California y la alcaldesa de Los Ángeles rechazaron la militarización. Es normal que las protestas de los abajos abran grietas en las instituciones, más en un estado como California, que se pronuncia claramente contra Trump. Veremos hasta dónde llega la fisura institucional, aunque poco podemos esperar de ella.

Lo más importante, empero, es que los migrantes perdieron el miedo. Desde que comenzó la política trumpista de expulsiones, muchos se encerraron en sus casas por temor a ser descubiertos, detenidos y deportados. Ahora no sólo salen a las calles, sino que no temen enfrentarse a los cuerpos armados del país más poderoso del mundo. Algo ha cambiado y ese cambio nos llena de esperanzas en el momento más oscuro de la dominación capitalista.

Para quienes deseamos la caída del imperialismo y del capitalismo, este es un momento importante. No porque crea que su caída va producirse de la noche a la mañana. Sabemos que estamos ante un proceso histórico de agudas luchas entre el arriba y los abajos, que demandará décadas, será prolongado y tortuoso. Lo que nos alienta es comprobar que las rebeldías no han sido acalladas, que lo que sucede en Gaza no quedará en la impunidad y, sobre todo, que las más diversas luchas se están enlazando.

Por último, quienes pensamos que la caída de un imperio se produce tanto desde dentro como desde afuera, las movilizaciones en California y en otros estados, nos muestran que estamos ante una posibilidad inédita: la continuidad de las luchas en Estados Unidos, ya que hasta ahora hubo grandes llamaradas que se apagaban en pocas semanas. Al parecer, estamos ante una nueva realidad.

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