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domingo, 20 abril, 2025
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El ritual de lo habitual, donde vida y literatura conspiran

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Por: Ernesto Castro* •

La Gualdra 659 / Libros / Narrativa

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Quizá todas las personas llegamos, por rutina, a un estado en el que vivir sólo se sustenta, como toda hazaña, en la constancia, en la persistencia, el arriesgue, la necedad, o incluso la disciplina. Cruzando la frontera más allá del bien o del mal, la experiencia vital se convierte, por ejemplo, en conducir entre el tráfico delirante; armar un aparato o mueble comprado en un almacén o solicitado a Jeff Bezos por medio del celular; ir con el médico; prepararse o preparar para la familia algo de comer; lavar la ropa en velocidad rápida y modo delicado; lidiar con calcetines extraviados; relacionarse en cofradía en algún sitio público; o un largo etcétera. 

Eso a veces llega a ser la vida, o una parte importante de ella, pero seguro puede transformarse en otras cosas gracias a esos pasadizos o escapes que van de lo ordinario a lo extraordinario, pasillo en donde se encuentra, claro está, la literatura. Y hablando de ella… ¿la literatura copia a la vida o la vida copia a la literatura? Creo que esta pregunta, y la suposición expuesta en las primeras líneas de este texto, las resuelve de una manera virtuosa Carmen Villoro en su libro No estás tú para saberlo (2025), una de las novedades de Typotaller, editorial que también está haciendo la hazaña mediante el arriesgue de nuevos autores y la experiencia y genialidades de otros, como la propia Villoro.

Carmen Villoro.
Carmen Villoro.

Intentaré explicarlo: para Saint-Exupèry, un rito es “lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas”. Los ritos, aunque sean repetitivos, dan significado al tiempo. O con otras palabras, lo hacen habitable, crónico y narrable. De alguna manera, una buena parte de las personas que escriben redactan rituales humanos, o incluso animalescos, si pensamos, por ejemplo, en Kipling y otros más. Las pequeñas cotidianidades tienden a volverse rituales. Por eso digo que Villoro les da narratividad a unos de esos momentos. 

En poco más de cuarenta relatos, No estás tú… nos lleva, o enfrenta, a las vicisitudes diarias que suelen poblar la vida, nuestras vidas; esas situaciones que experimentamos, pero, a menudo, pasamos por alto. Con un humor sarcástico, un enfoque avezado  y una narración detallada, la autora nos muestra cómo incluso los momentos más mundanos pueden ser transformados en historias fascinantes.

Desde los problemas con el coche y el tráfico hasta las instrucciones complicadas de los aparatos electrónicos, la autora nos hace reflexionar, y gozar esa reflexión, sobre las pequeñas frustraciones de la vida diaria. Cada texto aborda diferentes aspectos de ese devenir cotidiano: grandes crónicas de pequeños lapsos: ¿qué me pongo el día de hoy?, ¿cómo llego íntegramente al baño de un camión en movimiento?, ¿y ahora cómo regreso a mi asiento? 

Preguntas consuetudinarias que nacen como conejos. Creo que la pregunta es la estructura oracional más elaborada por el ser humano durante toda su vida, porque la pregunta y la duda siempre están a nuestros alrededores. Eso lo sabe toda y todo aquél que escribe. Incluso la creación literaria se vuelve parte de la exploración de Carmen: “Puedo superar la angustia del papel en blanco, pero nunca el reto del sartén vacío”, nos receta en su texto “El pan de cada día”. 

Pero, para quien no quiere preguntas y espera que la literatura responda sus dudas, también hay un guiño; respuestas geniales a preguntas difìciles de estructurar también rondan en los textos de Villoro: “La alcachofa se come en gerundio; no es posible atacarla de una sola vez; a ella hay que irla seduciendo”, o “cada vez estoy más convencida que las casas, como las personas, tienen sentimientos”. O incluso consejos que invitan a tomarlos pie juntillas: “El placer de pelearse es un arte que pone en juego la inteligencia, la agudeza, la creatividad y el ingenio”.

A la par de las temáticas mencionadas, Villoro trata otros variados asuntos como la salud cotidiana, la gripe o una torcedura de pie, y nos muestra cómo incluso en esos momentos de debilidad podemos encontrar la ironía y el humor. Pero lo que realmente destaca en este libro es la forma en que la autora describe las relaciones sociales. Ya sea en un bar, en un restaurante o en una reunión familiar, Carmen nos muestra cómo las interacciones humanas pueden ser a la vez divertidas y complicadas.

Tenemos en nuestras manos, o en el escaparate, un libro que nos invita reflexionar, reír y conectarnos con nuestras propias experiencias cotidianas, a reflejarnos en el espejo de la realidad ficcionada (¿friccionada?), o la ficción realizada en cada momento de nuestros días o nuestras noches. 

Y no están ustedes para saberlo, pero Carmen, que además es psicoanalista, nos muestra que incluso en los momentos más mundanos, hay siempre algo que aprender y algo que apreciar. No hay engaño: la vida es una pasión compleja, lo sabemos, pero tanto así como una experiencia inútil, como decía Sartre, pues no. Lea y verá.


* Ernesto Castro es escritor y corrector de textos. Escribe para Cuarto de Guerra y ha colaborado con Partidero, en Guadalajara.

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