Editorial Gualdreño 659
Caosmos es el nombre de la exposición de Juan Carlos Villegas, inaugurada el 14 de marzo de 2024; con ella dio inicio la serie de exposiciones de artes plásticas del Festival Cultural Zacatecas hace un año en el Museo Francisco Goitia. Alargó su permanencia a solicitud de la dirección del museo y el domingo 9 de marzo finalmente concluyó su exhibición; previo a esto, el viernes 7 de marzo se realizó el recorrido de clausura formal.
Juan Carlos y Adela Bañuelos (directora del Museo Francisco Goitia) coincidieron en que sería buena idea que en ese último recorrido se invitara a un grupo de música norteña, por varias razones: la principal fue que en uno de los cuadros que recibía a los visitantes en la primera sala aparece un personaje con sombrero tocando el acordeón, ese personaje fue tomado de una fotografía antigua del padre del artista originario de Potrero de Gallegos, Valparaíso, quien en su juventud era parte de un grupo en el que tocaba precisamente ese instrumento y cantaba; pero, también, porque toda la colección que compone Caosmos hay una clara relación de cómo conviven las artes plásticas, la filosofía, la poesía, la historia, las matemáticas y la música; de ahí que existan piezas que aluden a los conceptos filosóficos y matemáticos de Pitágoras. La música es matemática pura, y a ella le era atribuida -por los pitagóricos- una suerte de facultad sanadora en el sentido de que tiene la posibilidad de aminorar el caos, el ruido, la enfermedad… hasta alcanzar el silencio -metafóricamente relacionado también con el cese del caos, pero también con el fin de un ciclo y comienzo de otro-.
Por eso hubo música norteña el viernes del último recorrido y estuvo a cargo del grupo Herencia FP, un grupo zacatecano que incluye además del acordeón otro instrumento muy peculiar: la tuba; este instrumento aparece en tres piezas más de la colección: en “Gorgoritos”, una obra en la que hay un personaje de perfil tocando frente una barda de piedra -albarrada común en las comunidades de la región-; en “Ponte tu moño de raso morado en tu pelito muy tan circunflais” -nombre inspirado en las coplas de Severo Amador para el baile de Mexicapan- en donde el personaje de la tuba está ahora detrás de la barda y al frente aparece una quinceañera flotando; y en el tríptico “La música de las esferas”.
Esa noche fue una verdadera fiesta, después del recorrido final, los asistentes -en su mayoría ataviados con botas y sombrero- bailaron y degustaron mezcal; porque el espíritu de fiesta nos acompaña siempre a los zacatecanos y porque había que celebrar 12 meses de exhibición de Caosmos; un año completo en el que se llevaron a cabo distintas actividades de mediación que incluyeron conciertos, conferencias y recorridos guiados con diferentes tipos de públicos. Resalto aquí los llevados a cabo con grupos de estudiantes de distintas edades, desde educación primaria hasta profesional, porque fueron experiencias muy enriquecedoras; sobre todo las de los niños, ávidos siempre de aprender cosas nuevas y de aportar reflexiones en torno al arte, sus lecturas y comentarios fueron sorprendentes y para ellos, sobre todo, se incluyeron códigos QR y dispositivos de Realidad Aumentada. Ojalá que este tipo de actividades se siga replicando porque en Zacatecas tenemos todo para hacerlo si existe voluntad.
Para que la exposición tuviera estos resultados estuvo involucrado un grupo muy valioso al que es pertinente mencionar: Adela Bañuelos, directora del Museo Francisco Goitia; Ricardo Márquez Félix, museógrafo; los custodios Fernando Muro Vela, Salvador Canales Arrendondo, Petra Íñiguez y Martín Rodríguez Gutiérrez; todo el personal de montaje del área de exposiciones del Instituto Zacatecano de Cultura y por supuesto, Dulce Muñoz, directora del Instituto. La fotografía de la obra fue realizada por Julián Hugo Guajardo; el texto de la exposición estuvo a cargo de Sigifredo Esquivel Marin; la Realidad Aumentada, de Martha Mena; y en el soporte de tecnologías Verónica Torres Cosío, de la Maestría en Tecnología Informática Educativa de la UAZ.
Juan Carlos Villegas dedicó casi una década a la conformación de esta exposición de pintura, dibujo e instalación, que dio fin el 9 de marzo pasado; a él, mi reconocimiento y, sobre todo, mi admiración. Felicidades, Cabillo. Gracias también a todas las personas que asistieron durante un año al museo en el que este artista inició, hace 30 años, su formación profesional.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín