En abril de 2021, en el pleno pico de la pandemia de covid-19, se anunciaba la creación de la Alianza Mundial de Banqueros por el Net Zero (Gfanz, por sus siglas en inglés), la cual agrupaba a los bancos más grandes del mundo para lograr los objetivos del acuerdo de París y acelerar la transición energética (TE). Las grandes petroleras anunciaban planes muy agresivos para dejar de producir petróleo y migrar a tecnologías intermitentes. Los grupos empresariales y las ONG no escatimaban halagos a los gobiernos que sí sabían y que ofrecían masivos subsidios a la iniciativa privada (IP) para llevar a cabo los planes de TE y que, en el proceso, absorbían todo el riesgo garantizando las ganancias de la IP. Tanto EU como Europa emitieron legislación que incluía subsidios, e incentivos fiscales equivalentes a más de 2 billones de dólares que se sumaban a los cerca de 25 mil millones anuales que EU da en subsidios a la industria energética. Todos estos apoyos llevaron a que los índices de energías limpias en los mercados de valores (ICLN) alcanzaran máximos a inicios de 2021.
Algunos criticamos ese modelo y sostuvimos que la IP no iba a poder llevar a cabo la TE, ya que es un proceso de muy largo plazo y la visión de corto plazo trimestral de las empresas no era compatible. Argumentábamos que todos los incentivos sólo iban a terminar protegiendo las ganancias de las empresas, los ciudadanos no verían beneficio alguno y, que cuando esto se volviera insostenible, la IP simplemente se retraería y la culpa recaería en los gobiernos retrasando la TE y dañando seriamente la confianza del público. Cuatro años después, ¿qué ha pasado? La Gfanz se ha desmoronado. Desde que inició el año a la fecha, los seis bancos más grandes (JP Morgan, Citi, Bank Of America, Morgan Stanley, Wells Fargo y Goldman Sachs) la han abandonado dejándola prácticamente inservible. De hecho, los bancos que continuaron financiando el desarrollo de combustibles fósiles han sido mucho más rentables. Algo que se observa perfecto en los rendimientos en los mercados de valores del mundo. El ICLN ha caído 66 por ciento al tiempo que las industrias energéticas tradicionales han incrementado 30 por ciento en promedio. Siendo más beneficiadas las grandes petroleras que nunca se comprometieron en un principio, como Exxon, cuyo valor ha crecido 70 por ciento vs2019. Las que sí se comprometieron, como BP o Shell, han dejado atrás dichos planes, tras la presión que sus accionistas han ejercido porque han perdido 19 y 15 por ciento de su valor.
Igualmente, en el sector eléctrico, las limitantes de basar la TE en intermitentes han comenzado a manifestarse. La IP ha respondido demandando mayor certidumbre (subsidios) y las promesas de que la energía va a ser gratis, porque el sol y el viento no cuestan han quedado cada vez más atrás. A diario, algún gurú de las intermitentes, anuncia que los precios en el mercado eléctrico mayorista son casi cero gracias a las intermitentes; sin embargo, las industrias Alemania, solicitan cada vez más subsidios para operar so pena de irse del país. El último paquete aprobado fue de mil 500 millones de euros (que se suman a los 12 mil millones en 2024) para mitigar los altos costos de la energía.
La semana pasada se anunció que Orsted, el gigante Danés de proyectos eólicos, cancelaba la cuarta fase de Hornsea, en Gran Bretaña, que tendría una capacidad instalada de 2.4 gigavatios (GW) de generación. Es el tercer proyecto que Orsted cancela en menos de un año (dos en EU), debido al alza en los costos de fabricación y tasas de interés hacen que el proyecto no provea beneficio para la empresa. Pese a que el proyecto contaba con un contrato de garantía de precio para la electricidad, protegido por la inflación por más de 20 años. ¿Que respondió Londres? En muestra de clara desesperación, tan sólo un día después, anunció un aumento de casi tres veces al bono de industria limpia para incentivar a los desarrolladores de energía intermitente, mientras los ciudadanos han experimentado aumentos de 68 por ciento en los últimos dos años. Anuncios similares vemos en otros países. Iberdrola ha anunciado que reducirá 50 por ciento sus inversiones en intermitentes y que se concentrará en sectores regulados (trasmisión y distribución) con más certidumbre (ganancias aseguradas). RWE también anunció una reducción de más de 20 por ciento en sus inversiones.
Mientras el mundo desarrollado continúa tratando de incentivar a la IP, China, a través de sus empresas estatales instaló en 2024, 377 GW de capacidad, más que lo que casi todos los países del mundo (salvo EU e India) han instalado en toda su historia. En EU el consumo eléctrico está estancado, en Alemania ha caído 19 por ciento al tiempo que aumenta su consumo de carbón (16 por ciento) y se desindustrializa, China ha superado 50 por ciento de capacidad instalada con energía limpia con un consumo que crece 7 por ciento anual.
Dejar la TE en manos privadas sólo beneficia a los accionistas, quienes han tenido ganancias récord. Mientras los gobiernos que no cuentan con empresas estatales se ven reducidos a subsidiar a las empresas y garantizar sus ganancias al mismo tiempo aumentan los costos de la energía para sus ciudadanos, argumentando que no es posible apoyarlos. El mundo demuestra la importancia de contar con empresas públicas fuertes. México, de la mano de Claudia Sheinbaum, tomó el camino correcto el 18 de marzo, al recuperar de una vez por todas el carácter público de las empresas energéticas y al poner al estado al centro de la TE.