La Gualdra 621 / Cine
Alex Garland es reconocido en la actualidad como uno de los autores más destacados en el cine de ciencia ficción. Entre sus trabajos más memorables como guionista se encuentran 28 days later (2002) y Sunshine (2007), ambos dirigidos por el también británico Danny Boyle. En sus créditos como director se encuentran las inquietantes Ex Machina (2014), Annihilation (2018), y la miniserie de ocho episodios Devs (2020). Al igual que en las mejores obras del género, Garland utiliza el elemento fantástico y sci-fi de sus historias, como una herramienta para retratar aspectos inherentes y, en algunos casos, perturbadores de la naturaleza humana.
En ese sentido, resulta de lo más peculiar que en Civil war (2024), su más reciente trabajo, el realizador decida alejarse por completo de la ciencia ficción y termine apostando por el cine bélico, con miras a ser, además, un relato de naturaleza periodística. Todo esto dentro de un contexto distópico que, como ocurre en Children of men (2006) de Alfonso Cuarón, lejos de ser una simple fantasía, encuentra alarmantes parecidos con la realidad.
Tal y como lo indica su título, la historia toma lugar durante una hipotética Guerra Civil en Estados Unidos. Texas y California, dos estados que históricamente han estado en los polos opuestos políticos, han decidido separarse del resto de la nación para formar un solo frente, conocido como las Fuerzas Occidentales. Esta facción viaja hacia Washington para derrocar al presidente (Nick Offerman), a quien han dejado de reconocer como una autoridad.
En lugar de enfocarse en los militares, Garland centra su atención en un grupo de fotoperiodistas, encabezados por Lee (Kirsten Dunst) y Joel (Wagner Morua), quienes se encargan de registrar el caos y la devastación de la guerra con sus cámaras. Este singular dúo emprende una travesía desde Nueva York hasta Washington, con el objetivo de entrevistar al presidente antes de que las Fuerzas Occidentales hagan acto de presencia. Junto a ellos viajan la debutante en el oficio Jessie (Cailee Spaeny) y el veterano Sammy (Stephen McKinley Henderson).
Así, al más puro estilo de Apocalypse now (1979) de Francis Ford Coppola, el cuarteto de periodistas se irá adentrando más y más en el corazón de las tinieblas, hacia el interior de un país sumido en la violencia y el desorden. Durante su trayecto, deberán lidiar con todo tipo de dificultades y problemáticas, algunas más intensas y aterradoras que otras. En este viaje se darán ciertas contradicciones interesantes: el ensordecedor ruido de las balas en contraste con el gentil clic de las cámaras. Y en el interior de estas imágenes, terribles momentos en el campo de batalla, pero que han sido capturados con una belleza que resulta apabullante.
De manera progresiva, los protagonistas de la cinta van perdiendo, poco a poco, la sensibilidad y el sentido de la realidad; supuestamente porque son profesionales en su trabajo y deben ser neutrales a lo que ven y registran, pero en realidad existe una explicación mucho más desesperanzadora. Civil war retrata a Estados Unidos como una pesadilla ingobernable, un sitio en el que los actos más crueles toman lugar y donde hasta el más apto puede perder su último rasgo de humanidad.
Lejos de ser la representación de cuestiones políticas en el país vecino (que justo este año celebra elecciones presidenciales), Garland centra sus reflexiones en torno al sinsentido de los conflictos armados y la profunda ambigüedad con la que éstos a menudo se perpetúan. Aquí no queda claro quiénes son los buenos y los malos, pero al final eso no es relevante. En su singular propuesta Garland sugiere que, en la alienación absoluta y ante el fin de todas las cosas, nadie se encuentra exento ni a salvo de hallarse en contacto con la oscuridad si eso asegura la supervivencia.