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viernes, 26 abril, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

En el año de 2015, como en los previos 10 años, no habrá revisión del contrato colectivo de trabajo UAZ-Spauaz: la política de los últimos tres secretarios generales, y del actual, es mantener el contrato en estado de estasis. No porque consideren que ha dejado de ser perfectible, sino porque asumen que la única jugada sensata en la negociación con la patronal es el repliegue debido a una debilidad estructural del sindicato derivada de su desorganización interna. Entretanto, las condiciones laborales de los docentes continúan deteriorándose en lo que constituye un verdadero escándalo, porque el no negociar las cláusulas contractuales, se dice, es para evitar que se pierdan prestaciones; aunque en los convenios pos-huelguísticos se asienta, primero, que la patronal no debe -ni está obligada- a nada, y segundo, que dadas las condiciones de la Universidad, en déficit presupuestario permanente, no se cumplirán a cabalidad los términos del contrato. Por lo tanto el resultado de la estrategia es el acuerdo bilateral de la violación de las cláusulas sin que ello redunde en ningún beneficio para los agremiados, ya que los magros beneficios quedan como prerrogativa unilateral del patrón. Las razones, o lo que se acerca más a un argumento coherente para sustentar esta práctica lesiva a los intereses de los agremiados, no están en la supuesta “fuerza irresistible” de la patronal ante un sindicato debilitado, sino en las condiciones de negociación que la patronal ha ido imponiendo a lo largo de todo el territorio nacional. Es decir: el rector, como representante del Estado mexicano, articula la negociación con el marco general que definen las políticas nacionales y las determinantes económicas del país. Mientras que el sindicato se mantiene aislado y, en lo general, ajeno a los movimientos locales, nacionales e internacionales. Por eso es que el Spauaz no puede generar una estrategia para lograr un incremento en el valor del contrato, ni puede establecer las condiciones de una negociación exitosa o, al menos, que no naufrague en el cinismo y la demagogia. Pero aún así hay posibilidades de negociación que no sucumben al fatalismo.

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El marco de la negociación contractual para 2015 es particularmente beneficioso para la patronal porque debido a los bajos precios del petróleo –tan bajos que ya se menciona un recorte al gasto público- la UAZ está en riesgo de no recibir los abundantes recursos extraordinarios que le han permitido manipular a los universitarios durante los años de los abundantes ingresos petroleros, por lo que existirán elementos no sólo para negarse a incrementar el valor del contrato, sino incluso para bajarlo aún más dado lo delicado de la situación. Si los dirigentes del Spauaz consideran prudente reivindicar su vocación por la derrota caerán en el juego y, en nombre de la Universidad, asestaran un golpe más a sus agremiados. Pero eso es porque caen en el juego, y el juego se llama “crisis”. Las finanzas de la UAZ son un bote de basura burocrático, en el que el control del presupuesto es lo de menos, mientras que la administración política de la crisis es lo relevante.  Por eso siempre hay “crisis”, el dinero no ajusta y se hacen erogaciones sin lógica aparente pero que encubren la reproducción de las condiciones propicias para mantener a los sindicatos debilitados, desorganizados y desinformados. Por eso no caer en el juego es dejar de pretender resolver la crisis de la universidad: es problema del Consejo Universitario, y responsabilidad de los consejeros, el seguir los procedimientos de la Ley Orgánica y los Estatutos para que haya viabilidad financiera. Es responsabilidad del sindicato establecer objetivos creíbles que efectivamente resuelvan problemas de los agremiados y no de la patronal. Los objetivos creíbles y viables son todos aquellos que no implican el presupuesto ni la solución de las crisis; en primer lugar, el problema de la Seguridad Social está fuera del ámbito de la negociación bilateral: la UAZ está obligada a pagar las cuotas al ISSSTE y lo hará tarde o temprano; ninguna histeria y ningún discurso sublime lograran mover un ápice ese asunto, como no lo han logrado hasta ahora. Dejando en suspenso el problema de la Seguridad Social se puede concentrar el sindicato en otro ámbito de problemas relativos a la cotidianidad de los docentes: problemas de cubículos, despidos injustificados, acoso laboral, cargas de trabajo, horas trabajadas y no pagadas, asignación arbitraria de personal, contratos individualizados. Es momento de construir desde abajo la organización mediante la construcción de mejores condiciones laborales que, al beneficiar al docente, van legitimando las acciones de los líderes sindicales. ■

 

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