10.6 C
Zacatecas
lunes, 12 mayo, 2025
spot_img

El Canto del Fénix

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SIMITRIO QUEZADA •

“No hay amor fino sin la paciencia”

- Publicidad -

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, la española, la mayor, la que parecía agria y aun así es considerada santa por la Iglesia Católica, escribió tal en su poema Nada te turbe: “No hay amor fino sin la paciencia”. La certeza que emana la mujer en estos versos es ejemplar, como que no puede escribir sobre esto quien no lo ha vivido, como que no puede celebrar la victoria sobre la tribulación quien no ha navegado sobre las azarosas aguas de la tribulación.

Respecto a la obligación de mantenerse expectante y sereno en aras del amor, puedo dar cuenta de cuán efectivo es ejercitarse en la paciencia. Desde hace días espero a una criatura fruto de amor, y este tiempo me ha ayudado a comprender que no hay mejor espera que esperar sin desesperanza.

Escribo sobre el amor que aporta, nutre, libera y marca un antes y un después. Ese amor espero. Una entidad transformadora, sí, y por la que se ha sabido luchar. Escribo sobre el amor que es luz, el amor que es verbo primigenio, el amor que vivifica e incluso resucita. Nada a medias, todo rotundo.

Creo en el verdadero amor que implica maduración, fortalecimiento de savia, paciencia genuina. Un amor que mucho se espera y, por lo mismo, mucho se disfruta. No hay valor que se forme de modo casual. No hay riqueza de espíritu formada de la noche a la mañana. No espero castillos construidos en horas, ni triunfos regalados, ni gestas sin esfuerzo. No quiero favores inmerecidos, ni besos forzados, ni dones para cuya recepción no estoy preparado.

El amanecer germina discretamente, sin anuncios de trompeta, sin búsqueda de recompensas. “La hierba crece de noche”, como solía escribir el carmelita José Luis Martín Descalzo. “Siempre será mejor noticia que un hombre mordió a su perro… más que diez mil padres de familia de este país se levantaron hoy más temprano para esforzarse mejor en su trabajo”, agregaba el escritor.

Los esfuerzos que nos edifican no se ven. Jamás un cimiento que realmente sostiene el edificio ha sido objetivo de reflectores. El verdadero maestro no precisa aplausos, no los necesita, no ha trabajado para cosecharlos. El amor que merece tal nombre no exhibe lo que ha hecho.

¿El verdadero amor, lo que Teresa llamaba “amor fino”, implica, entonces, menoscabo propio? No creo que la piedra sujeta al artista puede considerar que lo que se le quita es propiamente una disminución, en tanto que se le otorga un mayor valor. Por amor contengo mis impulsos, mis enojos, mis impaciencias. Por amor busco en mí, me presiono, me obligo a ser mejor por los que amo. ■

 

[email protected]

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -