Innovación a la Mexicana es el título del libro que escribió mi amigo Ramón Muñoz Gutiérrez, un empresario que se desempeña como Presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Su libro ilustra el papel que desempeña México en el mundo en esta materia, pero lo más importante, es lo que está plasmado ahí, casos de éxito de empresas y emprendedores mexicanos en el tema de innovación.
El autor de este libro enumera las habilidades que debe tener un innovador: capacidad de observar; atender o focalizar un problema; el poder de la imaginación o re-visualización; atreverse a combinar; experimentar y probar; construir redes sociales; romper con paradigmas y ser activo.
Todos coincidimos en que los mexicanos somos creativos, todos coincidimos que la innovación es un elemento transversal y significa un factor de cambio para cualquier sociedad o un punto de ruptura en la historia de la humanidad.
Aquí caben las siguientes preguntas, ¿por qué hasta hoy México no cuenta con una empresa que se considere disruptiva en el tema de innovación?, ¿por qué solo 3 de cada 10 patentes registradas en nuestro país son de mexicanos?, ¿por qué solo 148 patentes de las 4 mil 774 otorgadas en nuestro país son de mexicanos?
Aquí es importante mencionar que en México no contamos con un sistema que fomente a los niños talento; no contamos con infraestructura que permita crear cosas; y, mucho menos contamos con planes de estudio en donde se enseñe innovación en alguna de las materias.
Las estimaciones mencionan que en este 2015 México destina sólo el 0.58 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en esta materia.
Para muchas personas Steve Jobs es el hombre más innovador que ha existido en el mundo (eso dicen los consumidores), él decía que la innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares en investigación y desarrollo tienes, se trata de las personas que tienes, cómo diriges y cuánto consigues.
¿Por qué es que la Innovación a la Mexicana no florece? Me parece que los mexicanos tardamos en adaptarnos. El principal problema es que buscamos copiar los modelos exitosos casi con 20 años de diferencia. México apenas inicia su apuesta por los parques tecnológicos; apenas inicia su apuesta por los clústeres de empresas; y, México apenas está pensando en cómo ofertar carreras que permitan generar masa crítica para las empresas que vienen a invertir.
Actualmente ninguna universidad tiene contemplado en sus planes de estudio el tema del Internet de las cosas, muy pocas de ellas están utilizando o enseñando a los alumnos a trabajar con las impresoras 3D.
Nuestra capacidad de adaptación es igual o peor a nuestro compromiso social. Los mexicanos carecemos en mucho del sentido de urgencia, no entendemos aún que el tiempo es la única de las variables del sistema que no puede regresar o transformarse.
La era del Internet de las cosas está entrando, nadie está realizando esfuerzo alguno por subirnos a esta nueva ola y aprovechar que para el 2020 tendremos poco más de 26 mil millones de dispositivos conectados a la Internet (según estimaciones de Gartner).
Ojalá y la Innovación a la Mexicana nos ayude a despertar y a sembrar en algún loco tecnológico el sentido de urgencia que se requiere en México.
Esperamos con ansia a la empresa disruptiva que venga a fomentar el desarrollo de nuevas mega tendencias en nuestro país.
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