Joan García Oliver, quien fue camarero y anarcosindicalista, así como ministro de Justicia entre 1936 y 1937, durante el gobierno de la Segunda República Española, fue objeto de un homenaje en esta ciudad.
Se desconocía el paradero de sus restos, pero una investigación de la española Confederación General de Trabajadores (CGT), iniciada en 2015, develó dónde estaban.
García Oliver fue sepultado el 16 de julio de 1980 en el mismo lugar que su hijo Juan García Álvarez, quien murió en un accidente el 19 de enero de 1964. La tumba había quedado en el olvido en el panteón Colonias del municipio conurbado de Zapopan.
David Blanco, secretario de relaciones internacionales del CGT, explicó que Joan Piñana, responsable de memoria libertaria de esa agrupación, indagó los pasos de García Oliver y donde se había exiliado, hasta que dio con Guadalajara. Investigó en los cementerios, halló la sepultura de García Álvarez y con ella, la del padre de éste.
Durante el homenaje, afirmó que el movimiento libertario está vivo, y después de 45 años de la muerte del personaje histórico, por fin su nombre está en la lápida, en la cual se grabó un código QR para encontrar información de su obra.
El propósito, dijo, es dignificar, no sólo a Joan García Oliver, sino también a todos aquellos compañeros y compañeras que después de la guerra civil española se tuvieron que exiliar, buscar una casa, empezar de cero y dejar atrás todo aquello por lo que habían luchado
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Consideró positivo que el sindicato de la CGT estuviera presente en ese acto y no olvide esa memoria libertaria porque lo que hicieron en su día sigue estando ahí y es un referente para todos aquellos anarquistas
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En tanto, Carmen Arnaiz, secretaria de acción social de la CGT, comentó que para ese gremio es importante y muy simbólico haberle puesto nombre a la tumba, pues se trata de un personaje relevante.
Quisieron borrarlo de la historia
Expuso que al igual que Joan García Oliver “había sido borrado de la historia, se había intentado desaparecer todo lo relacionado con el movimiento libertario en España a partir de los años 20, que fue verdaderamente revolucionario, donde trabajadores muy humildes lograron organizarse y autoformarse, así como desarrollar una acción directa que consiguiera, entre todos, acercarse a los ideales de autogestión, con apoyo mutuo y solidaridad –que son los principios del anarquismo–. También ha costado mucho recuperar a las mujeres libres que forman parte de esa filosofía, que es la base de todo el movimiento feminista libertario”.
Arnaiz destacó: “Es para nosotras una gran felicidad, en representación de todos los compañeros y compañeras libertarios anarcosindiclaistas, plasmar este nombre y hacer visibilización de esta persona o de otras corrientes que lucharon para cambiar el orbe y conseguir ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.
Es un honor visibilizar esta parte de la historia anarcosindicalista
, concluyó.
Después de los discursos de los representantes de la CNT se cantó el himno A las barricadas.
En tanto, el periodista Jacobo Rivero explicó los objetos depositados en la sepultura. Entre ellos, una postal, que es la imagen de la revolución social implementada por la CNT, la Federación Anarquista Ibérica, Mujeres libres y el Movimiento Libertario.
También, una camiseta de campaña que hay ahora mismo porque el sindicalismo esta criminalizado; hay seis trabajadoras que tienen una sentencia judicial por hacer sindicalismo; así como un recuerdo de lo que esta pasando en Palestina, ese genocidio que vemos todos los días en las noticias y no podemos olvidar
, detalló.
Además, una corona de la Generalitat de Cataluña está presente porque Joan García era catalán, y la bandera de la CGT, que es el conjunto del movimiento libertario español: los exiliados, los muertos, los trabajadores que creyeron que un mundo mejor era posible.
Testimonio de primera mano
De forma inesperada, al acto se presentó René Rivial, ahijado de Joan García Oliver, quien tenía 14 años cuando su padrino falleció. Platicó que en algún momento, cuando estaba en París, Joan regresó a España sin decir nada; cruzó su país, agazapado bajo los asientos de una camioneta que era conducida por el padre de René.
Al preguntarle por qué en la tumba donde yacen los restos de su padrino no se había escrito su nombre, respondió: no querían que supiera dónde estaba
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