Estoy convencido de que el gobierno de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, no desea que el gobierno de México realice un auténtico combate al narcotráfico, ni que disminuya el clima de inseguridad que se vive desde hace décadas. En realidad, parte de la economía del vecino se alimenta del caudal de recursos de diversas actividades ilícitas. De hecho, el intervencionismo, el derrocamiento de gobiernos no alineados, los bloqueos económicos, las agresiones armadas y la invasión a muchas naciones persiguen ese propósito: a apropiarse de toda forma de riqueza.
Pero, eso no significa que su discurso político lo corrobore de manera franca. Hay que contrastar lo que se dice con lo que se hace. Por ejemplo, es recurrente escuchar a los gobiernos gringos hablar que su intervencionismo en otras naciones es para salvaguardar los derechos y las libertades, defender a las poblaciones pobres de violaciones a los Derechos Humanos. Pero, al mismo tiempo, no deja de manifestar su respaldo y reconocimiento a gobiernos autoritarios como los de Macri, Milei, Bukele, Bolsonaro, Noboa y un largo etcétera. Tampoco detiene el abastecimiento de armas a gobiernos autoritarios de la talla de Pinochet, como sucede con Volodimir Zelensky de Ucrania o con Benjamín Netanyahu de Israel. Los usa para conquistar territorios y, aprovecha para venderles armas.
De hecho, puede asegurarse, sin errar, que el Gobierno de Estados Unidos es uno de los principales violadores de los Derechos Humanos en el mundo, el que más restringe derechos y libertades, el que más violenta la soberanía de los pueblos de la tierra, quien más condiciona y amenaza a los gobiernos de naciones débiles a seguir sus políticas y facilitarles el saqueo neocolonialista; A permitir, y dar todo tipo de facilidades, a sus capitalistas sedientos de explotar a su población con salarios muy bajos, sin la protección sindical organizada e independiente del gobierno y de las empresas; a explotar las entrañas de sus cerros para arrancarles Oro, Plata, Cobre, Zinc, Estaño, Cobalto, Bronce y muchos otros minerales sin preocuparse por las enfermedades que dejan en los trabajadores, la contaminación del medio ambiente, de los mantos freáticos y la destrucción de la naturaleza.
El gobierno imperial de Estados Unidos crea infiernos, con todo y sus demonios; paralelamente inventa a sus ángeles salvadores, acompañados de una narrativa de salvación que los llevaría al paraíso capitalista. Lo hace con Cuba y con Venezuela. Los bloquea económicamente con ayuda de los gobiernos “amigos” del imperio, para provocar hambruna y que los pueblos renieguen de sus gobiernos, clamando por derrocarlos y suplicando por la invasión extranjera, por ésos mismos que son la causa de su desgracia.
Luego, aparecen hechos muy chuscos, como el de la autoproclamación de un presidente para Venezuela (Juan Guaido) por quien nadie voto, ni cumplió con la Constitución de la nación bolivariana, pero le dieron tremenda promoción publicitaria, mucho dinero y reconocimiento de gobiernos injerencistas para insertarlo como el ángel de la salvación. El PRIAN también lo reconoció. Pero, todo resultó en un infernal aborto.
Los infiernos y demonios, inventados por el imperio, son usados como pretexto de presión, chantajes y amenazas. Sucede en México con el caso del narcotráfico, la inseguridad y la migración. Es tradición que los gobiernos gringos reclamen de México ser causa de muchas de las desgracias que ellos inventan, publicitan y replica nuestra derecha.
En muchos de mis artículos he abundado que el narcotráfico en México tiene un sostén de ser en la monopolización capitalista de Estados Unidos por la distribución de droga que consume la juventud gringa. Es una rama importante de su economía, protegida por su gobierno y la banca que lava su dinero. Es visiblemente cierto el interés del gobierno vecino de mantener el control de las redes transnacionales de la producción, abastecimiento, distribución, venta y consumo de las drogas.
En el caso del Fentanilo, claro está que han decidido producirlo directamente en sus laboratorios y no compartir los dividendos con nadie. La campaña de spoteo que ya inician en USA no es más que una pantalla que pretende hacer creer que realmente se interesan en combatir el consumo de la droga. Hay que seguir de cerca lo que se hace y lo que dice, por cierto, plagiando la campaña mexicana.
Es evidente que los gringos no están dispuestos a perder el narcotráfico como fuente de recursos frescos. Más ahora que tienen problemas económicos graves, expresados en los conflictos del comercio internacional. A través del narco, algunos grandes capitalistas amasan riqueza con la desgracia de sus propios jóvenes. Al mismo tiempo, le dan vida activa a la industria armamentista, ocupa vender armas para no extinguirse. Está claro: la política trumpiana es pura hipocresía.