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martes, 16 abril, 2024
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La descalificación de David: el problema de la legitimidad moral

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO • admin-zenda • Admin •

La inmensa mayoría de la opinión pública ha ido generando consenso en el sentido de rechazar el dictamen del INE en torno a la descalificación del señor David Monreal. Rechazo que también comparto. Descalificar a estas alturas a una de las tres principales opciones electorales por el debatido incumplimiento de un requisito administrativo, es un negro antecedente no sólo para la elección, sino para el próximo gobierno. Ya no repetiré aquello que ya se ha analizado suficientemente: la necesidad y obligación de transparentar sus gastos, la desproporción de la medida, los elementos legales alrededor del dictamen del INE, y el deseo que el tribunal regrese la mencionada  candidatura. Mejor, centraré mi atención en los elementos de importancia política.

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Es necesario que se fortalezca una opción de izquierda auténtica, sobre todo ante los retos que el país tiene en estos momentos; sin embargo, la efectividad de los reclamos democratizadores queda arruinada, si el sujeto que hace dichos reclamos incurre en aquello que critica. Es decir, un partido no puede exigir con credibilidad el respeto a sus derechos políticos cuando en su interior viola los mismos sistemáticamente. Significa que son parte del problema. Quiero decir con esto, que la vuelta al autoritarismo es un rasgo sistémico de la vida política en México, y no sólo una práctica de los gobiernos o algunos partidos. El otro lado de la moneda también es cierto: no hay el partido bueno y democrático, que combate al gobierno y partidos malos. Todos han mostrado ser parte del autoritarismo sistémico, sobre todo ha sido notorio el caso de Morena.

El regreso del autoritarismo tiene muchas notas sintomáticas: la manera de aprobación de las reformas constitucionales, que cambiaron paradigmas de la constitución y nunca aceptaron la consulta ciudadana; la actuación arbitraria del Ejecutivo incluyendo casos probados de corrupción, con la consecuente impunidad en su ilícita actuación; los ataques al grupo especial de investigación del caso de los normalistas y la reciente agresión directa a Álvarez Icaza en venganza del informe de la CIDH para el caso de México; persecución de periodistas y, en algunos casos, la muerte de estos o el despido de los mismos. Todos son síntomas de un retorno aciago. Sin embargo, el autoritarismo se manifiesta con los mismos rasgos en el interior de los partidos políticos de oposición. Estos institutos políticos son parte de ese retorno, no su barrera. El escenario de este fenómeno autoritario se corona con la expectativa de que llegue a la Presidencia de La República  un perfil como el de Manlio Beltrones. Con este último en la presidencia sería la coronación del autoritarismo en México. Frente a esa expectativa, la oposición se moviliza y construye conglomerados políticos con la idea de impedirlo. Pero esa oposición es portadora de la misma peste.

En el caso que nos ocupa, la descalificación de la candidatura del señor David es precedida por una serie de prácticas en el Morena que están igual o peor que aquello que ahora reclaman. En la imposición del propio David, una instancia en forma vertical e ilegal descalificó la candidatura de El Cepillo. José Luis Figueroa decía lo que ahora reclama David: “que me gane en las urnas (…) no me descalifiquen en la mesa”. Y fue el propio Andrés Manuel quien concretó ese autoritario acto. El resto de la designación de las candidaturas de Morena estuvo lleno de irregularidades antidemocráticas. Las asambleas electivas de Zacatecas y Guadalupe fueron tronadas con lujo de violencia para evitar que los candidatos fueran designados por medio de la votación de sus militantes, y fueran, por el contrario, impuestos por la Comisión Nacional de Elecciones. Al grado que los sujetos que tronaron las asambleas electivas fueron los designados como candidatos. Prácticas de imposición salvaje fuera de toda norma. Las convocatorias las cambiaban horas antes de las asambleas, y los actos de impugnación nunca fueron contestados en el caso de los candidatos designados por David. El desplazamiento de los fundadores de Morena fue casi total, sólo lograron sobrevivir unos pocos que se plegaron al monrealismo. Pero la oposición interna al morealismo fue arrasada. En suma, la vida interna de Morena es justo lo mismo de aquello que reclaman afuera: autoritarismo, ilegalidad, imposición y supresión de los adversarios. Por ello, Morena es parte del regreso del autoritarismo. Ahorita hacen reclamos democráticos no porque sean sus prácticas o convicciones, sino por la conveniencia puntual de este percance electoral.

En suma, en la Morena monrealista no hay autoridad moral para reclamar democracia, y eso significa que en este tipo de partidos no encontraremos la solución al regreso autoritario y la gestión democrática, sino justo al margen y a pesar de ellos. Pero así como se debe regresar la candidatura al señor David, debería Morena rectificar la negra designación de candidaturas. Sin embargo, esto último no va a ocurrir, y este partido seguirá viviendo en la orgía de las decadencias. ■

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