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viernes, 29 marzo, 2024
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■ Alba de papel

Cultura, como bien público mundial

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Bajo el anhelo de que el mundo y sus gobiernos reconozcan que la cultura es el cordel de la transformación para una humanidad mejor, que su vínculo con desarrollo a partir de la asociación de la administración de los recursos culturales con la forma de crecimiento de cada región, es una oportunidad extraordinaria para asegurar temas de equidad, derechos, justicia, paz y calidad de vida, se realizó Mondiacult 2022, encuentro realizado en la Ciudad de México.  

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Fue la cumbre de la Conferencia Mundial de UNESCO sobre políticas culturales y desarrollo sostenible que a finales de septiembre de este año – después de 40 años-, se realizó por segunda vez en la Capital de la República (En 1988 hubo otra en Estocolmo, Suecia), donde a lo largo de tres días, los representantes de 190 países y de los estados que conforman la  Nación Mexicana, proclamaron el reconocimiento de la cultura como un bien público de dimensión mundial – que no global por su adhesión a la ferocidad del capitalismo y la uniformidad comercial-, porque el mundo atraviesa una terrible crisis que lo agrieta peligrosamente, y es determinante que la transversalidad de la cultura, una a la humanidad con ética y compasión, con respeto y generosidad para frenar su deterioro.

Mondiacult 2022 fue el escenario de buena intención y concordia, donde sus portavoces reflexionaron sobre la intervención y el papel estratégico de la política cultural, encaminada al bien común y a la aceptación de la otredad como fuente de riqueza y de promoción de la tolerancia y la solidaridad en medio de la catástrofe medioambiental, la violencia, la migración forzada y la desigualdad que corroe a la Humanidad.

Asimismo, como parte de la iniciativa que presentó México, se abordaron temas inminentes como la apropiación indebida de diseños y creaciones artesanales, el tráfico y subasta de bienes culturales de procedencia ilícita, problemática también compartida por otros países latinoamericanos con presencia indígena, donde la legalidad y la protección de sus obras es inexistente, y no favorece el progreso y la marca colectiva a la que tienen derecho, alineados a una progresiva pobreza.

En el análisis de los especialistas sobre la importancia de Mondiacult 2022 como un espacio de encuentro y de reflexión sobre las culturas del mundo, Jorge Melguizo de Colombia espetó qué para generar cambios profundos en países con altos índices de violencia, la cultura es un elemento primario generador de la cohesión social y una herramienta fundamental de la convivencia, una que, a partir de la pandemia, desvela un desafío para todos los pueblos del mundo.

En la sección del programa “Los periodistas” del periódico Milenio en un trabajo especial denominado “Mondiacult 2022: los retos de la cultura global en el nuevo milenio” aborda los presupuestos como mecanismos de justicia social, ejemplificando que, en América Latina, el gobierno de Chile este año designó un presupuesto histórico para cultura, 228 mil millones de pesos chilenos (unos 234 millones 840 mil dólares americanos), el segundo más alto de su historia, dramáticamente contrastado con países como Colombia, Argentina o México que incumplen la recomendación de la UNESCO de aportar al sector el uno por ciento del Producto Interno Bruto Nacional.

Los países latinoamericanos no ven el tema de la cultura como una prioridad, y así lo expresa la experta María Minera “En México, el presupuesto de las fuerzas armadas creció un 400 por ciento en las dos últimas décadas, mientras que el de cultura, disminuyó un 40 por ciento en los últimos años”, tal es que el gasto destinado a cultura, sigue siendo un asunto pendiente en América Latina y el Caribe.

El documento expresa que en Latinoamérica las violencias están presentes en la mayoría de sus habitantes, por tanto, el norte de todas las políticas públicas y las acciones ciudadanas deben encaminarse a una nueva forma de relación a través de la convivencia, es decir, se requiere construir formas no violentas de resolución de los conflictos y aprender a construir sociedades a partir de las diferencias, bajo el emblema de la cultura.

En este sentido, muchos de los gobiernos en sus distintos niveles, no han entendido su valor como un proceso de cambio, la cultura no es suficientemente valorada más allá del discurso, ya que la realidad se visualiza en sus presupuestos, ignorando su fuerza integradora en todo su plan sexenal y su impacto a futuro, en la sociedad que pretenden transformar.

Néstor García Canclini en su Ensayo “Políticas culturales e integración norteamericana” expone su trascendencia “En el tiempo reciente, algunos estudios de especialistas académicos, de organizaciones no gubernamentales y de organismos internacionales, reconocen el papel de la cultura en las contradicciones del desarrollo. No se trata ya simplemente de relacionar disciplinas desconectadas; la economía con la antropología y la sociología de la cultura, realmente el diálogo entre estos saberes está transformando lo que se venía entendiendo por desarrollo y cultura, manera inimaginable”

Concluye en que la cultura es concebida como el conjunto de actos y discursos donde se elabora la significación de las estructuras sociales y que habrá que entenderla como parte de los procesos simbólicos que contribuyen a la reproducción y transformación de una sociedad.

Finalmente, han iniciado ya los trabajos en perspectiva del paquete económico para 2023, es conocido el clamor de la precariedad y la insuficiencia para cultura en casi todo el territorio mexicano, convendría a sus gobernantes hacer un alto para revirar conscientemente a favor de presupuestos dignos para cultura, con la certeza de que estarán fincando un desarrollo sostenible; que fortalecerán a su vez, identidad, memoria colectiva, convivencia y la posibilidad de un mañana mejor.

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