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martes, 8 julio, 2025
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Eliminar los exámenes para garantizar aprendizajes

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Uno de los principales problemas que nuestro sistema educativo hoy día padece, es la actitud instruccional de un gran número de docentes, incluso de aquellos cuya formación inicial es de carácter didáctico-pedagógico, esto se debe tal vez a que, por un lado, los procesos de formación de los profesionales de la docencia han sido demasiado esquematizados, obedeciendo solamente a exigencias curriculares y no tanto a necesidades contextuales y, por otro, a que el docente no gestiona su propio conocimiento pedagógico.

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Todo proceso social que no se evalúa, pierde cierta validez o legitimidad dado que las decisiones que se toman como consecuencia de la falta, carencia o inadecuada evaluación, por lo general manifiestan sesgos. El proceso que se vive en los centros educativos debe verse como un proceso que eduque y no como uno que instruya, que someta, que aliene o que dé calificativos a los educandos; históricamente, el currículum es el documento normativo por excelencia que rige el proceso de enseñanza y de aprendizaje, lamentablemente así lo abordan los docentes dado que operan a pie juntillas los contenidos disciplinares,  olvidando que la intención curricular no siempre es instruccional.

Los modelos curriculares que actualmente se implementan en los diferentes niveles educativos llevan la intención de favorecer en los educandos el desarrollo de competencias, su misión y visión se enfocan hacia una educación para la vida, en este proceso, el docente juega un papel de suma importancia dado que debe ser considerado como mediador más que como instructor y, cuando adopta esta última postura, no se cumple cabalmente con el cometido curricular. Las instituciones educativas han dejado de lado el proceso de actualización y formación de sus docentes de manera tal que estos no han encontrado la manera de cómo abordar su práctica profesional desde una perspectiva eminentemente social y con conciencia de igual naturaleza.

¿Qué se pretende con todo esto? En definitiva, aseverar que los exámenes en el proceso formativo y educativo de los alumnos, no abonan a la adquisición de aprendizajes y construcción de conocimientos, mucho menos al desarrollo de competencias puesto que, para lo único que sirven estos instrumentos es para adiestrar la memoria de los alumnos y hacerlos que adopten una actitud cognitiva más lucida que lúcida. Tal vez los exámenes sirven solamente para calificar, que es sinónimo de dar calificativos, situación que en teoría contradice a los modelos curriculares centrados en el desarrollo de competencias dado que éstas jamás se deben calificar. Con la aplicación de exámenes, los alumnos no externan lo que aprendieron sino más bien solo lo que saben, este saber es temporal dado el poco significado que le encuentran.

Particularmente, en el nivel medio y medio superior aún se siguen aplicando exámenes, contraviniendo a lo establecido en los respectivos modelos curriculares, ello hace suponer que  el único referente que consideran los profesores para “calificar”, son precisamente los exámenes, seguido tal vez de las tareas, las asistencias, las participaciones e incluso la disciplina. Existe una desproporción entre lo que hace el docente en el aula con lo que se le solicita por parte del área académica, a los docentes se les pide que planeen sus contenidos, que diseñen estrategias e instrumentos para evaluar, no todos lo hacen y quienes sí lo hacen por lo general no cumplen con lo planeado ni con lo diseñado; recurren a prácticas pedagógicas descontextualizadas a grado tal que el educando pierde interés por aprender. Es una simulación o movilidad académica lo que se hace, dicho en otras palabas, estamos adoptando posturas academicistas, hablamos de educación de calidad cuando cuantitativamente un alumno obtiene buenos resultados, decimos que son alumnos de “excelencia” los que obtienen buenos resultados numéricos y descuidamos la esencia de lo que es el modelo curricular centrado en el desarrollo de competencias.

Justifico lo aseverado en el cuarto párrafo de este escrito; una de las competencias que el docente debe desarrollar en el rubro de la evaluación, es precisamente la siguiente: Evalúa los procesos de enseñanza y de aprendizaje con un enfoque formativo, esto lo logrará si considera lo siguiente:

Establece criterios y métodos de evaluación del aprendizaje con base en el enfoque de competencias, y los comunica de manera clara a los estudiantes.

Da seguimiento al proceso de aprendizaje y al desarrollo académico de los estudiantes

Comunica sus observaciones a los estudiantes de manera constructiva y consistente, y sugiere alternativas para su superación.

Fomenta la autoevaluación y coevaluación entre pares académicos y entre los estudiantes para afianzar los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Lo anterior es sólo el principio de todo un proceso de evaluación con que el docente debe cumplir, mismo que culmina con el diseño de instrumentos para evaluar las competencias que deben desarrollar los alumnos.

En conclusión, si no se toman las acciones y medidas necesarias para superar este estado de cosas que vive nuestro sistema educativo, siempre estaremos en un constante lamento acerca del bajo nivel de conocimientos y competencias que llevan los egresados de secundarias y que ingresan al nivel bachillerato, igualmente de los egresados de bachillerato que ingresan a instituciones de nivel superior. Ya no es válido que un nivel educativo cuestione a otro por no cumplir con el proceso formativo de sus educandos, más bien lo que procede es asumir la responsabilidad y generar procesos para que cada nivel educativo cumpla con lo curricular y contextualmente establecido. ■

 

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