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jueves, 25 abril, 2024
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En el fin del mundo

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Conviene aclarar primero un muy buen punto dentro del panorama editorial en nuestro país. Se trata de la editorial donde Jorge Marín publica este gran poemario: “En el fin del mundo” (Versodestierro 2022). Se trata de una editorial que brilla con luz propia y que tiene a muy buenos autores dentro de su amplio catálogo. No sólo eso. Su directora, Adriana Tafoya, es de lo mejor de la poesía actualmente y su persistencia (porque para tener una editorial en México hay que ser persistente una y otra vez) y sus grandes trabajos (ella misma está por publicar un muy buen poemario del que ya les hablaremos aquí) la ha llevado a que hoy por hoy todo el mundo la identifique dentro del panorama editorial. Así que si ven un libro de esta editorial háganse de él, les aseguro que encontrarán un muy buen cuidado editorial e interesantes propuestas sobre todo de poesía. 

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“En el fin del mundo” es un libro que se tiene que leer con mucho cuidado. Saboreando cada palabra: la poesía realmente existe en el trabajo de Jorge, se da de manera contundente, pero también de manera muy cuidadosa, por lo que cuando hablamos de poesía Jorge Marín sabe a lo que nos referimos, ignoro si tiene más propuestas literarias, pero tras de su trabajo se ve a alguien experimentado con las estructuras poéticas, con los tantos y tantos recursos de los que se vale la poesía, con las figuras retóricas, con un conocimiento profundo de la antigüedad y de sus deidades. 

Hay un juego literario que Jorge ofrece al lector: se trata del título. El fin del mundo se nos antoja apocalíptico, desastroso. Ni siquiera es que uno sepa cómo es que va a ocurrir, si habrá temblores, maremotos, lluvia de bolas de fuego, los volcanes haciendo erupción, qué se yo, el fin del mundo, así, la sola oración aterra cuando, porque basta con que uno se entere que se va a acabar para imaginar lo peor. 

Y por supuesto que “En el fin del mundo” lo que hace Jorge Marín, y lo que nos entrega, parecería un poco lo contrario. Nadie podría adivinar cómo Jorge trata el tema que señala en el título, y me parece que este es uno de los grandes aciertos del poemario: “El poemario recibe el nombre de ‘En el fin del mundo’ pero cómo sería posible que un libro apocalíptico diera un lugar tan importante al acto de la creación y el amor”. Es parte de lo que nos explica Armando M. Morales en el prólogo. Y claro que aquí no les adelantaré la respuesta. Me gustaría que fuesen ustedes quienes lleguen a ella y que comprueben si Armando tiene o no razón. 

Como lector de poesía estoy acostumbrado a que la poesía actual sea de corte conversacional, esa poesía que tuvo su auge, sobre todo, en la poesía estadounidense de la década de los sesenta. Luego se imitó, y en algunos casos lo hicieron de manera desastrosa, tal tipo de poesía y todos empezaron escribir lo que ellos llamaban “versos”. Por lo regular en este tipo de poesía se tratan las mismas temáticas y, a falta de conocimiento en teoría literaria, se recurre al famoso verso libre como excusa para no trabajar arduamente con la palabra. Importa más la expresión que el medio al cual se recurra para conseguirla. No hablo por todos los poetas, claro está, hablo por lo que actualmente tiende a generarse en torno a una expresión literaria como lo es la poesía. 

Sin embargo, Jorge Marín no es de este tipo. Y es una fortuna para los que buscan una poesía que de entrada muestra un gran trabajo y conocimientos previos, sin que por ello llegue a ser una propuesta poética anodina y presuntuosa. Quizás y hasta me podría adelantar y explicarles que, a mi juicio, se trata de un poeta de otra época que tomó una nave espacial y viajó en el tiempo hasta llegar a nuestra época: cada una de sus propuestas literarias y poéticas tienen un amplio trabajo con la palabra y eso como lector se agradece. Se nota si ustedes leen dos o tres poemas en voz alta. Sientan los sonidos. Sientan cómo a través de estos se tienden puentes armónicos donde destaca el verso bien medido y mejor expresado: “Oyó estrofas sin licencias construidas en el tiempo, voló en un cielo de antorcha y volvió todo el cosmos negro”.  

Jorge Marín sabe trabajar con las palabras: quizás y me atrevería a decir que se trata de un artesano (de hecho, Jorge tiene un poema con este título) de las palabras, en el sentido de que parece que las esculpe para que tengan cabida en cada uno de sus poemas. Pero también un ser lleno de una inmensa oscuridad y muchos de sus poemas son desdichados y desalentadores. 

Hay en el libro tres versos que a mí me servirían como sinopsis de un filme o una serie apocalíptica, desastrosa. Aquí van: “Si alguien encuentra este libro todavía hay esperanza. No para nosotros. Nosotros estamos muertos”. Y entonces terminas de leer estos tres versos y revisas tu entorno, tú mismo te revisas, te tocas, sostienes la respiración unos cuantos segundos y llegas a una pregunta casi macabra: ¿es que nosotros estamos vivos? Porque son esos tres versos los que bien podrían sintetizar la propuesta poética de Jorge. “Este libro” es el que se tiene entre las manos, pero, ¿estamos seguros de ello?, ¿y si en realidad Jorge se refiere a otro libro? De ser así todo el panorama cambiaría. Y es en ese “nosotros” que Jorge construye buena parte de sus poemas. Pero ni siquiera sabemos si ese “nosotros” nos incluye o si, por el contrario, alguien más ha tomado la decisión de dejarnos fuera: somos simples espectadores de la destrucción más poética que se pueda encontrar: “El caballo negro danzó al son de sus tinieblas destructoras, pero no encontró ya a nadie sobre la faz de la Tierra”. 

Y es así que a través de “En el fin del mundo” encontramos referencias temáticas clásicas que obligan a uno, como lector, a investigar de qué figura histórica se trata; pero también Jorge expone figuras donde prevalece el ocaso de los dioses: “Y cuales dioses menores, probados/sus hechos e incitados por un juicio, prescribieron a fuer de un hombre santo”. Sin olvidar, por supuesto, los versos con los que Jorge finaliza su propuesta. Se los voy a dejar de tarea para que admiren lo bien que se puede construir una imagen poética. Y Jorge sabe mucho de eso. Es un poeta que dará de que hablar en un futuro no tan lejano. Ya ustedes lo verán. El libro lo pueden conseguir directamente con la Directora de la editorial Versodestierro: Adriana Tafoya, búsquenla en redes.  

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