Se ha estudiado con amplitud la desigualdad social en el mundo, de tal manera que la concentración del 1 por ciento de los super ricos aumenta en forma escandalosa, mientras las masas de personas tienen dificultad para tener los ingresos básicos en la canasta de alimentos y de servicios mínimos para sobrevivir. Con la pandemia pensamos que la economía de todos se vio afectada, pero no es así, la paradoja es que los super ricos han incrementado sus fortunas: como lo señala un informe del PNUD, la riqueza de los multimillonarios en América Latina (AL) ha crecido más del 40 por ciento desde que se inició la pandemia.
Según los datos publicados en marzo de 2020, en la región existían un total de 76 multimillonarios con un patrimonio neto combinado de 284 mil millones de dólares, mientras que a mayo de 2021 los números crecieron a un total de 107 multimillonarios con un patrimonio neto combinado de 480 mil millones. En suma, las masas se empobrecen y los millonarios se ahogan en dinero.
Un estudio del BID señala que el 10 por ciento más rico de la población de AL, gana 22 veces más que el 10 por ciento más pobre, mientras el 1por ciento más rico de la población obtiene el 21por cien de los ingresos de toda la economía. Pero la desigualdad es aún mayor cuando se toma en cuenta la riqueza de las personas en base al valor de los activos y propiedades que poseen, tal como se desprende de más reciente informe del Credit Suisse, que calcula que el 1 por ciento más rico de la región posee el 40 por ciento de la riqueza total, mientras el 10 por ciento más rico concentra el 75.5 por ciento.
Y los ricos, aun con este escenario no pagan los impuestos reglamentarios actualmente existentes, porque evaden o eluden su pago; y por supuesto argumentan que impuestos adicionales “sería contra el interés común porque bajarían los empleos”. Basura ideológica. La ideología que produce más desigualdad es la creencia que la riqueza la produjo quién tiene la propiedad sobre ella y que los ingresos deben ser mediados por el mérito. La riqueza (fenómeno económico) es un producto social, y la propiedad (fenómeno jurídico) es privada. Hay una incongruencia entre el ámbito del derecho y la realidad económica: se apropia en forma privada un producto social. Es importante combatir la basura ideológica de la desigualdad para avanzar en la legitimidad de las medidas de Estado que se acerquen a la realidad y la justicia.
La idea de cobrar impuestos especiales a las fortunas globales tiene no sólo el objetivo de redistribuir la riqueza, sino evitar que los capitales usen paraísos fiscales para aludir sus responsabilidades fiscales en los países nuestros. Para América Latina, la CEPAL este año estimó que el incumplimiento tributario en la región es de unos 325 mil millones de dólares anuales, o 6.1por ciento del PIB. Por otro lado, Tax Justice Network calcula que los países de América Latina y el Caribe pierden alrededor de 43 mil millones de dólares anuales en impuestos debido al abuso fiscal transfronterizo mundial.
En suma, es vital avanzar en impuestos globales al capital. Y desde cada país también. El presidente de México propuso un impuesto a las fortunas y esperamos que eso de pie al debate nacional sobre un esquema impositivo progresivo en México en el 2022.
