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domingo, 20 abril, 2025
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El sexenio de las ilusiones frustradas

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Por: GERMÁN MORALES ENRÍQUEZ •

Nunca antes en la historia reciente de nuestro estado un candidato a la gubernatura había obtenido un triunfo electoral tan contundente y con tal grado de aceptación entre la ciudadanía. Los zacatecanos creyeron que el joven político le iba a imprimir un estilo de gobernar diferente al de sus antecesores y le daría un toque de decencia al servicio público.

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La expectativa de la población tenía fundadas razones: deslindarse a tiempo del opaco gobierno perredista, una trayectoria profesional forjada en el servicio público así como un nutrido capital político, en buena parte, heredado de su mentor. La mesa estaba puesta y el escenario era inmejorable para hacer un gobierno eficaz y modificar las conductas nocivas de aquellos que anteriormente habían detentado el poder. Sin embargo, se enfrentaba a situaciones adversas: deuda, desorden administrativo, corrupción, inseguridad, violencia, falta de oportunidades para la gente, desigualdad y pobreza.

Los ciudadanos tenían la expectativa de que el nuevo gobernador llamara a rendir cuentas a los que se fueron, así como trabajar con entusiasmo en los asuntos públicos. Sin embargo, nada de lo esperado ocurrió. Alonso careció de gestión en áreas prioritarias e imitó los vicios de los personajes que criticó.

Durante el gobierno que finaliza, la frivolidad, la corrupción, el culto a la imagen personal y los gastos excesivos en obras superfluas, realizadas con la finalidad de beneficiar a familiares y allegados se hicieron una mala costumbre. La solución a los problemas de seguridad, empleo y servicios públicos fue postergándose y nunca se enfrentaron con una estrategia de Estado. Quizá pudiésemos hablar favorablemente del trabajo realizado en asistencia social o de construcción (escasa) de infraestructura, pero al final de cuentas, es insuficiente para lo que demanda la entidad. Cuesta trabajo encontrar virtudes que caractericen al gobierno que termina.

El rumor del manejo desenfadado del dinero público que hacía el gobernador, su familia y el círculo cercano de colaboradores adquirió relevancia después del llamado que hiciera un viejo priísta y que careció de una respuesta elocuente. Los homicidios y la violencia en los municipios, la crisis ambiental que atraviesa el semidesierto zacatecano ante la embestida de los grandes capitales mineros, así como la falta de propuestas viables para los asuntos migratorios, desnudaron al gobierno estatal, lo mostraron débil y desinteresado en intervenir.

Aquella esperanza que había producido Alonso Reyes en el verano de 2010 se fue opacando con el paso de los años debido a su incapacidad por hacer un gobierno diferente, transparente y eficaz. Decidió imitar y seguir el comportamiento más parecido a un virrey que a constituirse como un jefe de gobierno innovador y democrático. Fue el sexenio de las ilusiones frustradas porque hubo la oportunidad de construir un estado fuerte y de oportunidades para la población, pero se prefirió tomar el camino de los abusos y excesos que permite el sistema político a los poderosos de este país. ■

 

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