Brasilia. De acuerdo con archivos secretos del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Brasil, divulgados hoy por la Agencia Estado, militares de aquel país espiaron a otros países latinoamericanos durante la dictadura que gobernó el país entre 1964 y 1985
Según los documentos, el gobierno militar resolvió desarrollar los mecanismos de espionaje para vigilar a los países vecinos, y no solo a los grupos contrarios al régimen, ante la posibilidad de una guerra ante Argentina, país considerado como el enemigo más probable.
El temor, según surge de los archivos, no era tanto por considerar poderoso al país vecino, sino por asumir la «falta de preparación» de las propias Fuerzas Armadas De acuerdo con la información, en agosto de 1978 fue creado el Plan de Informaciones Estratégicas Militares, en el marco del cual se da inicio a una red de espionaje destinada a monitorear los secretos militares y estratégicos de los países de la región, a excepción de Estados Unidos y Canadá.
El trabajo de recabar información estaba a cargo tanto de los agregados militares brasileños que trabajaban en el exterior, encargados de suministrar informaciones de los países en los que actuaban, como de la cancillería brasileña, responsable por obtener informaciones de aquellos países donde no había representación diplomática.
Cinco organismos estaban encargados de obtener informaciones estratégicas: cuatro de ellos vinculados a las Fuerzas Armadas y uno a la cancillería.
Entre las tareas de cada organismo estaba la recolección de informaciones sobre la estructura general de los ministerios militares de los países vecinos, su organización y funcionamiento, la composición de cada Fuerza, el servicio militar, las zonas defendidas, las bases y obras permanentes en el interior y en el litoral y la estructura de defensa antiaérea e instalaciones subterráneas.
También eran espiados, según constan detallados en planillas, la organización logística de las fuerzas terrestre, naval y aérea; el contingente demográfico en edad militar; la creación de animales de guerra, población de equinos, material bélico e incluso las actividades de guerrilleros, entre otros.
El plan establecía que las informaciones debían ser enviadas anualmente, en fechas fijadas por los militares según el asunto investigado.
Algunas informaciones consideradas más relevantes, por ejemplo la movilización militar, debían ser comunicadas al gobierno en cuanto fueran recabadas.
Respecto a una posible batalla en el Cono Sur, los documentos revelan el temor por una asumida «falta de preparación» de las fuerzas armadas brasileñas, aun frente a un enemigo «imaginario», «Tal vez el mayor provecho de este trabajo de planificación, en la estapa en la que está, haya sido la de permitirnos una visión panorámica de la falta de preparación militar en Brasil», señala el entonces vicecomandante del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, vicealmirante Ibsen Câmara, en uno de los documentos.
