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miércoles, 24 abril, 2024
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El significado vital (y emocional) de la vacuna: el pinchazo de la salvación

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Por: La Jornada Zacatecas •

Justo en estas fechas cumplimos un año de pandemia. Los primeros avisos decían que habría que resguardarse en casa 15 días para desconectar el proceso de contagio. En el mundo se ignoraba la potencia que tenía el bicho. Empezaron los contagios en el país, y se empezaron a usar los modelos matemáticos para hacer predicciones y saber cuándo todo regresaría a la normalidad. En marzo del año pasado se decía que en México habría un máximo de 60 mil fallecidos, lo que se le nombró ‘el escenario catastrófico’. Esos modelos matemáticos dibujaban una curva de campana, y por tanto, el discurso de los gobernantes giraba alrededor de ‘cuando se domaría la curva’. Al mismo tiempo se discutía de los factores de riesgo y las medidas de protección: el debate sobre el cubrebocas fue paradigmático, la propia OMS se tardó en saber que este último era no sólo necesario sino indispensable.

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La crisis vino como platillo negro adicional, en uno de los trimestres de plena crisis llegamos a bajar a menos 18 puntos del PIB, con lo cual observamos cómo se desplomó la actividad económica. Las empresas pequeñas tronaron como palomitas, la pobreza alzó su línea, en la cual cupieron 10 millones de mexicanos y los sectores informales de la economía poco les sirvió el ‘Jesús mío’ en la boca, la catástrofe llegó con tambores y timbales ensordecedores que aumentaron no sólo el miedo, sino la ansiedad a toda la población.

Las clases en casa, el poco ingreso, la saturación de preocupaciones y las pequeñas viviendas que se convirtieron en ollas de presión, inundaron de emociones la vida pública. La salud se desboronaba y llegaba a lo mental: la falta de sueño, las taquicardias, la agresividad y hasta la violencia en los hogares explotó. El gobierno se negó a usar recursos por la vía del déficit para implementar programas que aliviaran la situación debido a su ortodoxia económica; así que la curva de emociones moradas y azules llenaban el cielo cotidiano de nuestras vidas.

Pues bien, ahora que llegan las vacunas, la respiración y tensión contenida se libera: un fuerte ‘uffff’ se deja escuchar en las colas de personas que van a vacunarse y liberan la tensión 12 meses contenida. No fue raro observar lágrimas cayendo en el piso que llevaban el ácido del estrés. Esa liberación se convierte en alegría. Las personas en la floja cuerda del riesgo, después de un pinchazo dejaban de ser candidatos a la muerte: la alegría subía a los rostros, a pesar de la desorganización del gobierno que ni una mínima logística podía planear con suficiencia. El significado de la vacuna, después de pasar el valle de la desesperación, pasaba por encima de la mediocridad gubernamental para organizar el proceso. Después de que todas las expectativas de muertos fueron rebasadas, la vacuna significa “vida”. Por eso, las emociones esperanzadas latían debajo del sol quemante y las largas filas que, al paso de las horas terminaban convirtiendo en una fiesta: una celebración de la vida. Los padres o abuelos estaban salvados: de ese tamaño es el significado del pequeño pinchazo. Es una luz: el pinchazo de la salvación.

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