El día de ayer el Departamento de Comercio de Estados Unidos informó que, por primera vez en 21 años, México se convirtió en el principal exportador a Estados Unidos, desplazando a China al segundo lugar. Efectivamente, en 2023 México exportó 20,832 millones de dólares (mdd) adicionales a Estados Unidos que en 2022 y China dejó de exportar más de 109 mil mdd, así, la participación relativa de China en las importaciones de Estados Unidos cayó de 16.54 a 13.85 por ciento; mientras que México elevó su participación relativa de 14 a 15.42 por ciento. En opinión de diversos analistas la notica es muy positiva y refleja los beneficios del fenómeno conocido como deslocalización cercana o nearshoring. En las líneas siguientes buscamos responder a tres preguntas, ¿A qué factores obedece el fenómeno de la deslocalización cercana que está afectando positivamente a México en materia comercial?, ¿Es una notica favorable para México no sólo desde una perspectiva de comercio, sino desde una perspectiva del desarrollo económico?, ¿Es reflejo de la política pública del gobierno actual?
1.-El nearshoring es la forma que adopta la globalización económica desde finales de la primera década del siglo XXI. Está impulsado por el esfuerzo de reindustrialización en Estados Unidos frente a la emergencia de China. Se manifiesta en políticas proteccionistas donde destaca la mayor regulación a la inversión extranjera directa (IED) de origen chino, la disputa arancelaria y tecnológica entre ambos países, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su transformación a Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) y el retorno de la política industrial activa. La interrupción y lenta recuperación de las cadenas de suministro en la economía mundial derivadas del confinamiento por la COVID-19, fungió como un catalizador del proceso. Entre otras cosas, la pandemia reveló la alta dependencia del mundo (y Estados Unidos) a la proveeduría asiática, no solo en equipo médico y medicamentos, también en semiconductores y baterías de litio.
2.-Ante las crecientes barreras al comercio y la inversión impuestas por Estados Unidos a China desde al menos 2017, la estrategia de las empresas chinas (pero también las que tienen su sede en Corea del Sur), ha sido la triangulación del comercio a través de Vietnam y México; vía masivas inversiones de la China continental en Vietnam y crecientes anuncios de inversión por parte de empresas coreanas y chinas en México.
3.-La resultante ha sido que desde 2019 Canadá y México se disputan el primer lugar como socios comerciales de Estados Unidos, desplazando a China al tercer lugar. Desde 2018 China redujo de forma dramática su participación en el déficit comercial de Estados Unidos, de 418 mil 233 mdd en 2018 a 279,424 mdd en 2023. En el mismo periodo México multiplicó por dos su superávit comercial con Estados Unidos, mientras que Vietnam se consolidó desde 2020 como el tercer generador de déficit comercial de Estados Unidos.
4.-En otras palabras, los principales ganadores del “desacoplamiento estratégico” entre Estados Unidos y China han sido México, Canadá y Vietnam. Pero cuidado, la expansión del comercio México-Estados Unidos desde 2018 no impacta en los verdaderos indicadores del desarrollo económico, pues a diferencia de China, en México las exportaciones presentan débiles encadenamientos productivos a nivel de rama y empresa, en otras palabras, presentan raquíticos niveles de captura de valor agregado por una especialización basada en la maquila de exportación. Los procesos de ensamble de partes y componentes típicos de la maquila son intensivos en trabajo de baja calificación, pero por su alta dependencia a importaciones, no detonan procesos de aprendizaje a nivel de empresas y trabajadores.
5.-Las ganancias en comercio para México desde 2018 han ocurrido sin mayor injerencia de la política pública nacional. En materia comercial, el principal logro del gobierno de la 4T ha sido la firma del T-MEC, que al otorgar certidumbre a los inversores internacionales y permitir exportar a Estados Unidos con un arancel preferencial, es un factor institucional que facilita el comercio y la inversión con América del Norte. Agreguemos, incluso el Decreto de agosto de 2023 por el que se impone un arancel hasta del 25 por ciento a 392 productos originadas en países que no tienen un tratado comercial con México, a pesar de que en palabras de la Secretaría de Economía busca fomentar a la industria nacional (y los encadenamientos); es un factor que se alinea al T-MEC y más profundamente, a la estrategia de reindustrialización de Estados Unidos. En efecto, el Decreto tiene una dedicatoria, está dirigido a frenar las importaciones de productos siderúrgicos originados en China, Corea del Sur e India. Al frenar el comercio con Asia, con el Decreto se elevarán las compras de acero y aluminio de México a Estados Unidos, pues recordemos que el T-MEC exige que los automóviles contengan al menos un 70 por ciento de acero y aluminio originado en la región de América del Norte.
La conclusión mas importante es que para que México aproveche la reconfiguración de las cadenas de valor, se requiere de instrumentos de política industrial alineados al T-MEC (bajo el supuesto de que el gobierno de la 4T está interesado en permanecer en el acuerdo). La terea no es sencilla en virtud de los candados que impone el acuerdo. Pero todavía hay grados de libertad, la política de inversión pública, de compras estatales, de desarrollo de proveedores, de capacitación de fuerza de trabajo, de generación de incentivos públicos para reorientar las inversiones a ciertos territorios, no es violatoria del T-MEC y sí contribuye a impactar en los verdaderos indicadores de desarrollo económico (producción, empleo de calidad, productividad del trabajo).
