Más allá de una falta al protocolo en que incurrió la Ministra Presidenta de la SCJN, Norma Lucía Piña Hernández, al permanecer sentada, mientras que todos los miembros del gabinete y acompañantes del presidente se pusieron de pie, para recibir a Andrés Manuel López Obrador, durante el evento conmemorativo por el 106 aniversario de la promulgación de la Carta Magna, que se llevó a cabo el pasado domingo en el Teatro de la República en Querétaro, debemos señalar que en el fondo es realmente un problema de contrapesos de poderes, que no gustan y tanto molestan al mandatario federal.
Para iniciar, el hecho es intrascendente. La Ministra no faltó a ninguna norma jurídica. Fue una descortesía que no amerita castigo, si acaso, como lo hemos visto durante estos días, comentarios de la opinión pública, aprobando o rechazando esa actitud.
Lo novedoso en este asunto fue el discurso, mediante el cual, defendió al Poder Judicial, su independencia, su trabajo y autonomía al señalar: “La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos. La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad. Ante las injusticias que generan inconformidad, descontento, enojo y violencia, la única solución es el fortalecimiento institucional. Les invito a que trabajemos hombro con hombro, por el bien de nuestro país, para dar ejemplo de que, en la unidad nacional, somos dignos herederos de nuestra historia. La Constitución es el pacto federal que nos permite superar nuestras diferencias y estar de acuerdo en lo fundamental”.
Dicho lo anterior, es importante señalar que, desde hace 4 años, gobierna nuestro país un Presidente que se dice de izquierda. Sin embargo, el sistema presidencial del que hablaba Jorge Carpizo en la década de los setenta del siglo pasado aún permanece.
¿Qué es el sistema presidencial?
México adopta el Principio de la División de Poderes: Legislativo; Ejecutivo y Judicial. El poder, siendo único, se divide para el ejercicio de sus funciones. Cada uno tiene indicadas, constitucional y explícitamente, sus facultades, y no puede haber concentración del poder en una persona. Pero, al mismo tiempo, esa división tiene por objeto, evitar excesos y abusos por parte de los gobernantes, en perjuicio de los gobernados.
Así, la función del Legislativo es crear la ley, no la aplica ni ejerce actos de administración; el Ejecutivo ejerce actos de gobierno, administra, no legisla ni aplica la ley; el Judicial se encarga de aplicar la ley, no legisla ni ejerce actos de administración. Ese reparto de funciones permite que, entre los tres poderes, exista un equilibrio, porque se hacen contrapesos entre ellos.
Tengamos en cuenta que la conformación de los poderes Legislativo y Judicial es colegiada, mientras que el Ejecutivo es unipersonal. El primero se deposita en el Congreso de la Unión, con la Cámara de Diputados, 500 miembros, y la Cámara de Senadores, 128. El segundo se deposita en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, conformada por 11 ministros, y el último se deposita en una sola persona que es el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
A pesar de que cada uno tiene delimitadas, constitucionalmente, sus facultades, existen entre ellos relaciones, principalmente entre el Ejecutivo y Legislativo, y dependiendo de la forma en que éstas se den, encontraremos al sistema presidencial o al sistema parlamentario. En el sistema presidencial, el poder Ejecutivo se sobrepone al Legislativo y lo somete. La actuación del Presidente es totalmente libre frente al Congreso. En el sistema parlamentario, la actuación del Ejecutivo no es libre frente al Parlamento.
Bajo el sistema presidencial en México, el poder Ejecutivo no solamente se encuentra por encima del Legislativo y somete sus actos, también se sobrepone al Judicial; encontramos por eso un presidencialismo que no ha cambiado, a pesar de la alternancia del poder: PRI-PAN; PAN-PRI: PRI-MORENA.
El Presidente se sobrepone al Legislativo porque, entre otras cosas, tiene facultades para presentar iniciativas de ley, también para presentar iniciativas de ley de carácter preferente; además, tiene derecho de veto. Se encuentra por encima del Judicial porque tiene la facultad de nombrar, con aprobación del Senado a los ministros de la SCJN. Pero además, amplias facultades en procuración de justicia, al nombrar al Fiscal General de la República.
Si al sometimiento que el Ejecutivo ejerce sobre el Legislativo y el Judicial agregamos el de las facultades que tiene a través de las secretarías de Estado, la concentración de poder es mayor.
La actitud rijosa, agresiva, grosera, burlesca y ofensiva del Presidente Andrés Manuel López Obrador, en contra de personas, autoridades, grupos colectivos, instituciones, ordenamientos jurídicos, organismos, organizaciones tanto nacionales como internacionales, ha hecho que el presidencialismo mexicano se “consolide” aún más en este sexenio.
Al permanecer sentada la Ministra Piña, fue una descortesía que incomodó públicamente al Presidente López Obrador, no acostumbrado a respetar la pluralidad, la tolerancia y el derecho que las personas tienen como seres humanos, para pensar, opinar y expresar sus ideas de manera libre.
Buen discurso de la Ministra.