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domingo, 20 abril, 2025
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48 años no es nada

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Por: LAURA ELENA RODRÍGUEZ CERVANTES •

Hoy, el calendario nos entrega el recordatorio de que hemos soportado cuarenta y ocho años más sobre nuestros hombros desde aquellos días pletóricos de rebeldía, ecos de aquellas semanas memorables, un equivalente a más de quinientos setenta meses habitando la insurrección. No faltaron aquellos que nos ubicaron en el lado equivocado de la historia, para nosotros no podíamos estar en el mejor bando y siempre sostuvimos que estábamos instalados en el correcto. Han transcurrido añales sin que hayamos dejado de ser partidarios de otro tipo de sociedad, de otro esquema de distribución de la riqueza, de habitar la intransigencia contra las corruptelas y falsedades en todos los niveles y esquemas gubernamentales; denunciamos las poses absolutistas de la clase política y las eternas burguesías incubadas en la partidocracia cegados por su proclividad a eternizarse bajo el paraguas de la hacienda pública. Cuarenta y ocho años de continuidad en la insurgencia, militando en la esperanza inquebrantable de que el estado de cosas se modifique, no solo de forma o arropado en un discurso demagógico, sino de fondo.

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Jóvenes insumisos –en su mayoría- que aquel 10 de enero de 1977 atestiguaron el asalto artesanal del edificio de Rectoría de la UAZ, evento que vino a consolidar su conciencia y vocación de lucha. No eran espontáneos ni activistas instantáneos, fueron hombres y mujeres que estuvieron a la altura de los retos de su tiempo. Previamente habían adquirido o perfeccionado su personalidad política en su incorporación a la Universidad para después sumergirse en las luchas populares, para coincidir en reivindicaciones campesinas, en la conformación de espacios habitacionales para los sin techo, otros en terrenos del sindicalismo independiente lo que implica una fuerte confrontación con sectores estacionados en el medievo tardío, gestados en el latifundismo ideológico o el corporativismo como formas refinadas de control y reproducción política de un sistema que se negaba a aceptar los síntomas del surgimiento de una sociedad bajo bases distintas. 

Fueron jóvenes que creyeron que entre lo académico y la participación política existe una enorme complementariedad. Estaban convencidos que la teoría y praxis se fertiliza con el compromiso intelectual moldeado en las aulas y previo, durante y post toma de Rectoría estuvo impactada, también, la vieja concepción académica. El movimiento cimbra las estructuras rentistas, latifundistas y la omnipresencia de un partido oligárquico que no alcanzaban a dimensionar los fenómenos que emergían y cuya tabla de náufragos consistió en refugiarse en la diatriba, la especulación, en reagrupar a los enemigos jurados de un “socialcomunismo y la dictadura marxista” aún sin entender sus elementos teóricos básicos, como brazo ideológico; resucitaron viejas formas de rechazo de lo que no lograban comprender y negaban los procesos históricos y las nuevas dimensiones que traería. 

Cuando se vivió aquello, qué lejos estaba el 2025 con experiencias políticas que, durante décadas continuaron ejerciendo el poder con idéntico libreto que les dictaba mentir con naturalidad, cabalgar sobre la simulación democrática, disposición ilimitada de lo público, otorgarse la vida que el pueblo merece, ser habilidosos tránsfugas, travestismo ideológico que muestra actitudes progresistas y esconde su neoliberalismo a ultranza y ese pregonar la transición a una izquierda que degeneró en bisutería. Poco ha cambiado, por eso nuestra terquedad. 

Enero 10 del cercano 1977, muchos de aquellos jóvenes que marcharon, que corearon consignas contra la arbitrariedad, contra la amoral estructura de gobierno, esos rebeldes con causa han invertido etapas de sus vidas robusteciendo la coherencia, por ello resulta gratificante observarles en trincheras feministas, acompañando jóvenes, oponiéndose a la rapiña del erario disfrazadas de obras de beneficio social, acompañando el dolor de las víctimas de la violencia estructural y sistémica y donde se requiera exigir justicia. Entre aquellos jóvenes de 1977 (hoy nos despertamos en plenitud), y los actuales no hay diferencia, sin importar que hoy la realidad es más hostil continuamos aconsejando con el ejemplo: ¡ni un paso atrás! Enmendar debe ser el compromiso fortaleciendo los vínculos de la juventud del 77 y los actuales por un Zacatecas diferente.

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