Lo acontecido en el Perú es una muestra de cómo la derecha conspira contra gobiernos democráticos, el antiguo maestro rural Pedro Castillo se atrevió a demasiado: junto a una porción gigante de su población más derruida durante los constantes saqueos y explotaciones descaradas, optó por aplicar programas emergentes en materias de salud, alimentación, combate a la corrupción, llevar la voz por delante en nombre de los antiguos incas que sorprendieron al mundo, de que es posible -en un país acostumbrado al caos y la pugnacidad política- a darle ruta y una salida a los graves problemas que aquejan a más de 20 millones de sus pobladores.
La derecha continental anda feliz y confusa, la mexicana se pavonea levantando la ceja y en la comisura de sus labios quiere resbale un hilo de sangre donde darle justificación a su acorralamiento: los ejemplos son un decir en el habla de los poderosos que no tienen saciedad para el acumule desmedido de riquezas que les permita destinar grandes recursos para la desestabilización, el derrocamiento, la estupidez revestida de traiciones, el caos institucional en pos de la restauración de los antiguos privilegios.
El pueblo inca es tres veces milenario, cuando mis estancias en el sur del continente y en mi tremenda curiosidad por saber quién había educado a las antiguas naciones indígenas de argentina, chile, y Paraguay, me sorprendió de sobremanera que precisamente los incas hacia 2 mil años atrás que se expandieron en dominios nunca antes explorados y gracias a su benevolencia le enseñaron a los aborígenes del cono sur mas profundo el cultivo de hortalizas, la papa, el frijol, la yuca, la calabaza, la artesanía como la garantía de la condición humana ante el frio, las terrazas alucinantes donde florecían las flores, los alimentos, la cultura de la conmoción y la hermandad y el intercambio cultural.
Perú significa, valor, vale un Perú, es casi igual vale un Potosí, los cerros que truenan las riquezas en el cielo y en la tierra donde cimbraron las estructuras del mundo en el comercio, la generosidad de cientos de miles de hombres y mujeres que entregaron su vida en la profundidad de las minas y afuera los lambiscones y oportunistas se saciaban como los grandes comodinos que al arraigo de las riquezas que se repartían meticulosamente entre navegantes y reyes, las sobran eran para el desatino, el vicio, los placeres del feudalismo rapaz.
Los antiguos Incas son admirados en el mundo entero, ejecutaban obras prodigiosas de alta ingeniería, sus rituales fueron considerados de altísima magia ancestral, el paralelismo de la tragedia entre aztecas e incas y su derrumbamiento por dos conquistadores hermanados, Francisco Pizarro, primo hermano de Hernán Cortés Pizarro, ambos feroces conquistadores, arrojados a la aventura, el control de vidas, la terapia de la promesa, el triunfo ante el oro y sus codicias, es algo sin comparación en el mundo entero.
El primer gran virrey de la argentina y nombrado por el gran virreinato del Perú, el mexicano José de Vertiz y Salcedo fue el hombre considerado ideal para combatir la segunda rebelión de Tupac amaru segundo, o tupac catari y quien sublevó a miles de indígenas contra el maltrato de los jerarcas y verdugos españoles que imponían el terror y el caos en el desorden, su plan fue tenebroso y eficaz y aunque después decía en sus memorias haber admirado al indígena peruano que se sublevó y que fue ejecutado desmembrándolo con la fuerza de cuatro caballos, solía rememorar su valentía la conjunción de fuerzas que desató, la unción de los conservadores por erigir ciudades donde sólo sus leyes se siguieran al pie de la letra.
Perú ha tenido una larga tradición de lucha popular y de desordenes psíquicos, desde el fenomenal caos que la antigua guerrilla de sendero luminoso que asesinó a mansalva a cientos de luchadores sociales que se salían-según ellos-de la “línea maoísta” de la “unidad a toda costa” y el perturbado Abimael Guzmán ordenaba antes que cualquier cosa, la desaparición de “traidores” que no eran otra cosa que luchadores sociales, campesinos, maestros, estudiantes, lideres sociales.
Los últimos decenios han sido la misma tónica: presidentes derrocados, golpes militares, la nomenclatura del desahucio y la crónica de los desmanes.
Ojalá Perú reestablezca el orden constitucional y siga en el camino que el continente perfila: llamar a las cosas por su nombre, poner orden en casa, restaurar en el equilibrio, y que el cese de la miseria, el contrabando, el tráfico, el encono no cueste vidas ni el prestigio de tan alto pueblo milenario.
PD. En mis tres ocasiones que he estado en territorio peruano sentí la simpatía, la proximidad, la hermandad, el parecido y el embrujo del semejante, la hermandad, el regreso a las raíces ancestrales, la osadía de ambos pueblos. Recordemos también cómo los correos incas hacían negocio con el jade zacatecano por medio de los comandos militares teotihuacanos, hace 1500 años.