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martes, 22 abril, 2025
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■ Historia y Poder

Melisa Nungaray y Hugo de Mendoza: enfado y desconcierto por la crítica hacia el poema EL MOVIMIENTO TUYO…

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

La crítica está exenta en los movimientos literarios, en las redes conservadoras, solo el elogio campea con mucho pundonor y coraje, se aplaude porque se debe de ser lisonjeros y comodinos, se agradecen unos a otros por tan maravillosas obras de arte y tanto el autor como quien comparte y los amigos y amigas resaltan que la obra es digna de ser puesta en los altares del Olimpo.

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Supongamos que sí, que ante el desvarío del nuevo milenio, y en plena cuarta transformación del México urgido, haya grupos de poetas, clubes de escritores, afinidades donde el carácter es quererse, leerse mucho, aplaudirse, pues afuera campea la violencia, la desaparición forzada, las cifras negras del crimen en un estado tan querido como el de Jalisco y sus colindancias tenebrosas en el triángulo dorado.

Un caso lo es en mi reciente diatriba con la señora Melisa Nungaray, que se enfadó porque al publicar al poeta Hugo de Mendoza en sus redes, pensaba todo era elogio, más cuando se trata de un poema realmente fallido, lleno de lugares comunes, un poema cursi apantalla poetas de recién cascarón dejado y con los lugares comunes más ramplones, turísticos y sosos que se tenga memoria en la nueva- nueva poesía jalisciense, y de frente expresé mi descontento, sin menosprecio de nada, pero siendo enfático del canallesco pudor para escribir tales barrabasadas, innumerables y toscas y malvadas virtudes de decir ínfulas, un poema exasperante por lo cursi, lo facilote, lo ninguneable.

Las redes sociales o se atascan en la crítica que destruye o se pavonean en el aplauso que los hace dignos del premio nobel.

El poema en ciernes consta de 10 partes, es una alegoría por demás postalera cuyo lenguaje deja mucho qué decir, corto en expresión, cursi dos veces, exultante de la bohemia clasemediera, apático a los nuevos movimientos, es solo – insisto-una postal: 

el mecanismo del bandoneón

mismo que con música de viento

y los agudos tristes del violín

culminan la crema de tus alas…”

¡¡Por dios!!, ¿qué más?, sí, hay mucho más 

“Se quiebra

la multitud en “Violentango” se quiebra.

Es tu acceder por nueve de julio

quien a Febo levanta en el centro y su blancura…”

Cada quien tiene derecho a escribir lo que le venga en gana, también a publicarlo y republicarlo, en este caso, el poeta Hugo de Mendoza se llenó de rubor ante los comentarios estándares que le elogiaban tan valiente texto; en cambio, ante mi descontento, la señora Melisa Nungaray inmediatamente me bloqueó, borró texto y cortó amistad, en inbox le dije era excluyente e intolerante e inmediatamente me contestó con lo mismo: tú eres intolerante y excluyente.

Imagino a las nuevas generaciones jaliscas de la literatura en medio de puros autoelogios, más con estos metaversos:

Líneas argentinas cordilleras rozas a tu paso.

Con el cabalgar del enmudecido ‘Martín Fierro’

y el callar de una orquesta celeste

te sostengo en el abismo de mi traje: 

Bailarina

Angelina

Danzarina

Reverencia…”

Mi inconformidad es por el facilismo del autor, es indignante que a estas alturas del milenio se siga con la poesía del diferendo, de la comicidad involuntaria, común denominador donde tácitamente se asumen como moderadores en las antesalas de la gloria y el éxito rotundo, cuando es un fracaso de la literatura de provincia que se creía universal por ser aldeana, original, hija de los coscorrones de José Agustín, Emmanuel Carballo o el mismísimo orate y loco de Juan José Arreola alias El Carrolas.

No dudo que el poeta Hugo de Mendoza tenga una abundante obra literaria, ser director de revistas, haber ganado premios o cursos o distinciones, pero en este caso su texto, a mí humilde modo de ver, es fallido, y es mi derecho a revisarlo, no a rechazarlo, que se abran 100 flores y que compitan 100 escuelas del pensamiento, decían los antiguos pueblos milenarios chinos y mi revisión de primera mano es que no me gustó y eso no es pecado y ese es mi argumento. 

Lo inexplicable es la nulidad de valores y de camaradas de la señora Nungaray que de inmediato censuró mi comentario y “dejamos de ser amigos” cuando apenas un mes antes me envió solicitud y había intercambio buena onda. El poema del señor Hugo es, en síntesis, el fracaso de toda una generación.

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