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martes, 8 julio, 2025
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El incómodo doctor López Gatell

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

De entre la severa derrota que la oposición obtuvo hace un año cuando nuevamente perdió la presidencia de la República, la ciudad de México, y el Congreso de la Unión, habían quedado algunos saldos que insuflaban optimismo, entre ellos, el de mantener a Hugo López Gatell fuera del foco público, una vez que no se supo de su presencia en ningún cargo. 

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Se le esperaba en algún gabinete, bien pudiera ser el de la presidenta Claudia Sheinbaum o cuando menos en el de la jefa de gobierno Clara Brugada, quien había competido contra el médico en las encuestas al interior de Morena, obteniendo ella un 26% por casi 10% de López Gatell; en tanto que Omar García Harfuch, de amplísima popularidad, había logrado 40 por ciento. 

Se acomodaron las cosas, el ganador terminó en la Secretaría de Seguridad Pública, Brugada ahora gobierna la Ciudad de México y López Gatell permaneció en respaldo moral a la cuarta transformación, aunque fuera de cualquier cargo. 

Con la única autoridad de su nombre (no la de algún puesto), Hugo López Gatell hizo en estos meses modestas apariciones públicas. Una de ellas cuando grabó un mensaje de apoyo al candidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Raymundo Espinoza Hernández conocido por su lucha contra los transgénicos y su participación en litigios contra Monsanto. 

La segunda, cuando evidenció la contradicción de intentar expulsar los alimentos chatarra de las escuelas, mientras el secretario de Educación recibía a los fabricantes y planeaba con ellos las acciones para atender la salud infantil. 

Bastó su crítica para que se matizara la “colaboración”, y la presidenta Claudia Sheinbaum reiterara la necesidad de que hubiera distancia real entre el poder político y el económico para que el programa funcionara y no quedara en simulaciones. Un logro nada menor para un ex subsecretario que en ese momento se encontraba sin cargo. 

Su peso se mantiene a pesar de manifestaciones en su contra altamente mediatizadas en las que se echa mano de medias verdades que permiten inferencias y deducciones equivocadas. Así, por ejemplo, en la semana pasada circuló que el nombramiento del Dr. Hugo López Gatell como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud había sido rechazado por la “comisión de investigación de covid-19”, todo lo cual se presentó en una imagen con el emblema de OMS con la ambigüedad suficiente para que se creyera que fue este organismo internacional el rechazante, y no, tal como fue, un grupo de 18 particulares coordinados por Jaime Sepúlveda Amor, subsecretario de Salud en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari. 

El texto de referencia ha sido ya cuestionado por personal de salud por considerar que en el mismo se confundían conceptos, y se denota incomprensión del encargo al que se comisiona al Dr. Gatell. Entre quienes están en esta posición se encuentra Héctor Frisbie colaborador de Julio Astillero (disponible en https://www.youtube.com/live/Ngcegxl5rOI?si=Ozb8XJT6eG-zAqtp)  

Más allá de las precisiones entre especialistas, cabe destacar que el argumento más sorprendente que se esgrimen en ese texto contra Hugo López Gatell está el que el Estado mexicano trató la pandemia de covid-19 con la “transferencia de toda responsabilidad a las personas enfermas” porque justamente es lo contrario lo que caracteriza al personaje en cuestión. 

Así lo prueba su rechazo a la participación de la industria de los alimentos ultraprocesados en la implementación del programa “Vive Saludable, vive feliz” que pretendía sacar esos alimentos de la educación básica, pero también sus continuos llamados a hacer la alimentación sana y natural más accesible en términos de disposición. 

Fue también esa la línea que se marcó en el sexenio pasado contra el tabaquismo y los vaporizadores por la que justamente la Organización Mundial de la Salud reconoció a México y al entonces presidente López Obrador.

Y es también esa idea la que hizo posible el etiquetado frontal con el que se da información clara al consumidor respecto a los alimentos que adquiere, muchos de los cuales, hasta antes del mismo, vendían una imagen más saludable que la que hoy evidencian sus sellos. 

Fue esa premisa, la de apuntar a lo colectivo, la que hizo posible que los personajes como el tigre Toño, Chester chetos y demás figuras publicitarias salieran de los empaques con los que se promocionaban alimentos para el público infantil. 

Eso precisamente ha sido lo que ha generado el rechazo al Dr. Gatell, que ha salido del discurso que culpa al individuo de sus enfermedades y, por el contrario, ha puesto el énfasis en la responsabilidad de las grandes empresas que, tendrían que ser reguladas por el Estado.

 No es la apuesta fácil, ni la barata, o la sencilla, pero es la del largo plazo y la única posible para quienes creen en la rectoría del Estado en asuntos como la salud pública.

No puede esperarse la comodidad de quienes prefieren la responsabilidad individual, porque esa mentalidad no atenta contra sus ganancias, pero cuando menos esa incomodidad tendría que hacer campaña con transparencia. 

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