La Gualdra 629 / Poesía / Libros
Una de las cosas que me llama la atención de la poesía escrita ahora en México por los jóvenes es su afán de salir de los campos semánticos establecidos para hurgar en esa gran sopa que es la lengua y su léxico. Me parece que lo hacen para explorar y descubrir un lenguaje menos convencional; buscan desembocar hacia metáforas más rebuscadas, más extrañas, más originales que las de sus predecesores.
Taxonomía de una piel que tiembla, el libro de Sofía Cham publicado por la editorial Puente Poesía en 2023, no es una excepción a esta regla, que, si bien no es una regla, de menos es una opinión mía basada en mi lectura de trabajos de mis colegas pertenecientes a las generaciones que me siguen. Lo digo como un halago, porque la poesía -como bien lo sabemos- no es tanto un medio de expresión que busca unir pensamiento y sentimiento, sino la creación de un objeto lingüístico.
El poemario de Sofía es, a todas luces, un objeto lingüístico. Se inscribe en una tradición muy moderna, pero que inevitablemente (porque la condición humana es esencialmente la misma desde hace miles de años) toca los temas que nos interesan y nos conmueven en todas las culturas. Temas que han sido versificados desde tiempos inmemoriales: la muerte, el afán de vivir, el amor (y su otra cara, el desamor), el recuerdo, el pasado, la complejidad de las relaciones humanas, la intimidad, los seres cercanos, la esperanza (o su contrahaz, la desesperanza), los lugares donde vivimos, la violencia, la guerra y la paz. No hay temas nuevos, solamente formas nuevas de decirlos.
En el poemario de Sofía, es la piel la que nos habla de separación y/o intimidad, y la autora lo hace alternando muy sabiamente los dos conceptos. Las páginas del libro se voltean como un vaivén, un romper de ola que avanzan y retroceden. La piel, que aparece en el mismo título del libro -huelga decirlo- resulta ser una metáfora grandiosa para ilustrar el hecho de que no queremos estar solos, y la certidumbre de que toda experiencia humana implica a otros; ora muy cerca, ora demasiado lejos, pero siempre presentes, aunque sea en la memoria. Así, el poemario de Sofía Cham se desarrolla alrededor de un tema central o de un hilo conductor, llámese como se llame, que le da mucha unidad al texto: es decir, la distancia.
Al leer los versos de esa Taxonomía, no podía dejar de pensar en dos hechos importantes. En primera instancia, es que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Y sí, es un órgano, igual que el riñón o el páncreas, no el simple recubrimiento de nuestro esqueleto. Es más, si la extendiéramos como una alfombra, cubriría varios metros cuadrados, mucho más que el hígado, que es el segundo órgano más grande del cuerpo, si no estoy equivocada. Y en segunda instancia, recuerdo haber leído que la piel está íntimamente ligada a nuestro mundo emocional por una simple razón: con los avances de la embriología, los científicos han descubierto que al mero principio de la vida que se llama “cigoto”, las células que formarán el cerebro y las que formarán la piel están indiferenciadas: son las mismas. Por eso las dermatitis tienen mucho que ver con nuestros procesos mentales y afectivos, y por eso también, la piel denota mucho de lo que queremos esconder o lo que sentimos: nos ruborizamos cuando tenemos vergüenza o experimentamos timidez, tenemos piel de gallina cuando nos espantamos o nos maravillamos, y los contactos entre dos pieles, idealmente, denotan confianza o deseo, dos temas que la autora toca de manera oblicua, lo que les da aun más peso.
En la piel de la Taxonomía que nos ofrece la autora, caben muchas cosas: recuerdos, añoranza, decepción, palabras y falta de palabras. La autora hila todo eso muy fino, y lo hace con mucha originalidad y un dominio muy preciso del lenguaje. Y, para terminar, al celebrar la aparición de este poemario, no puedo evitar celebrar asimismo el esfuerzo de una editorial que va creciendo. Demuestra con este libro su gran amor por el género literario más atento a los prismas que son las palabras: la poesía. Este poemario no la ha defraudado, y a su manera explaya los símbolos que las subyacen, la piel siendo uno de ellos. Una medalla igual de pesada que la de los mismos poetas deben tener colgados en el cuello los editores de poesía cuando pasan a mejor vida. Le deseo por ende buen camino al poemario de Sofía y larga vida a Puente Poesía.
SOBRE LA AUTORA:
Sofía Cham Trewick es gestora cultural, poeta y fue consejera editorial del periódico Mural (2016), becaria de la Cátedra Hugo Gutiérrez Vega de la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México (2017 al 2019), e invitada a diversos encuentros de poesía a nivel nacional (2016 al 2020).
Es autora de un libro de poesía y su trabajo está incluido en varias antologías y traducido a diversos idiomas. Antologadora de títulos de poesía publicados por Letras para Volar (Programa de Promoción de la Lectura de la Universidad de Guadalajara).
Ha trabajado desde el 2015 a la fecha en diferentes proyectos de promoción cultural, como docente en diversas escuelas públicas y privadas en Guadalajara, Jalisco, y dado talleres, conferencias y exposiciones sobre temas de gestión cultural. Sus últimos talleres creativos han participado en los festivales de Papirolas 2021 y 2022.

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