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viernes, 19 abril, 2024
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Las miradas sobre Viridiana y Belle de jour de Luis Buñuel

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

La Gualdra 513 / Cine / Desayuno en Tiffany’s, mon ku

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Durante la semana pasada volví a ver extractos y cine de Luis Buñuel. Tenía que preparar cursos de civilización española y algunas sesiones sobre cine. Me pareció que el camino más emocionante sería el cine del creador de Los olvidados (1950). 

Para evitar disgregar por todos lados me centré en dos películas: Viridiana (1961) y Belle de jour (1966), que vi por primera vez hace unos 15 años, en un periodo que debía volverme “culto” para tener conversaciones sin lagunas con mis nuevos compañeros universitarios.

Viridiana, coproducción española-mexicana, estuvo censurada por España durante la dictadura franquista y tuvo durante más de una década solo la nacionalidad de la tierra de los charros. 

Como ya había hecho con Los olvidados, Buñuel volvió a burlarse de la compasión y mojigatería cristiana pero ahora en una filmación hecha en España con la actriz Silvia Pinal de estelar. Convirtió a una monja, a su tío-protector, a su primo-heredero, a la sirvienta de la casa, a los pordioseros del pueblo, a la madre superiora, a la niña bastarda y a los peones, en simples seres humanos, con pasiones, ambiciones y pecados todos justificables; y decidió cerrar la historia con la sugestión de una armoniosa vida de casa en ménage-à-trois.

Al régimen franquista esto no le gustó, que en sus propias narices se vinieran a burlar de los principios tan defendidos justo cuando se decían modernos y buscó destruir todas las copias hasta que se dio cuenta que Buñuel ya estaba muy lejos de la madre patria.

Belle de jour fue la segunda cinta hecha en el regreso de Buñuel a Francia. Aquí ya no va agarrarse de los pordioseros y de la religión para lanzar sus críticas a la hipocresía compasiva, sino que muestra a una burguesía que también desea y tiene sexo -y un sexo sadomasoquista-. Igual que hizo anteriormente estrujando la belleza de seda de Silvia Pinal, ahora agarra a la muñeca de seda francesa, Catherine Deneuve, y la hace besar mujeres y gozar con su sumisión. A Michel Piccoli lo va dejar ser un Don Juan incluso frente a los maridos de sus amantes. Otra vez, todos son simplemente humanos con deseos.

En una Francia que cinematográficamente estaba en la vanguardia con la Nueva Ola y en la movilización política con las organizaciones de izquierda y la implicación política estudiantil, la cinta no tendría problemas de censura.

Es evidente que el contexto de producción era distinto y por tanto las reacciones de los gobiernos, pero en los espectadores la situación es diferente. Hace casi 15 años las dos películas me hicieron pensar con disgusto en esas dos lindas seductoras. Con disgusto porque es el sentimiento de culpa que el espectador tiene por algo que juzga está mal. Ahora las veo con los ojos de admirador de los detalles en la escena.

Pero los estudiantes de ahora, que tienen entre 19 y 21 años, simplemente me dijeron, cómo puede ser que se hicieran películas tan tristes, con mujeres sufriendo tantas humillaciones y golpes; historias tan violentas y de gente enferma, para concluir. Quizá ellos como yo, están pensando en las delicias de ese sentimiento culposo.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-513

Fotograma de Bella de día, de Luis Buñuel
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