■ Con toques militares, cañonazos, música y vivas, familiares y amigos le dieron el último adiós
■ Participó 61 años en la Archicofradía de San Juan Bautista de la Parroquia de Pánuco
Entre toques del Batallón Turco de Sauceda de la Borda y cañonazos morismeros, música de tamborazo y vivas, Jesús Pérez Palacios, quien se integró a las filas de la Archicofradía de San Juan Bautista de la Parroquia de Pánuco desde 1933, fue despedido ayer por sus pares, de quienes era el más añejo participante de esta devoción popular.
Fue acompañado en este último tránsito por morismeros de El Bordo, Chaparrosa, Muleros, Casa de Cerros y Sauceda de la Borda, así como el Estado Mayor y Mayordomía de la archicofradía a la que pertenecía.
José Antonio Solís Zaldívar, coronel mayor de Plaza de la Morisma de Pánuco, se refirió a don Jesús como un ejemplo por su constancia en la participación en estas festividades religiosas, “tenemos muchos cofrades que han pasado por nuestras filas, sin embargo, se nos han retirado cuando todavía su estado físico o mental todavía es muy satisfactorio”.
“Don Jesús nos deja todo un ejemplo, que a sus 101 años de vida portaba su uniforme”, todavía desfiló el pasado octubre por las calles de su natal Pánuco al momento de cumplirse otro año más de celebración de la fiesta que se realiza en ese lugar en honor de la Virgen de la Victoria.
El hombre habría sumado 102 años de vida el próximo 11 noviembre de 2016, pero sufrió al parecer un accidente este 5 de enero, una caída. Fue, hasta el último de sus días, ferviente participante de esta tradición que encuentra sus raíces en lo que los antropólogos denominan Cultura de conquista, respecto a su manifestación de la danza de Moros y Cristianos que se expresa con sus propias peculiaridades en diversos países a lo largo de América Latina, y que en el estado de Zacatecas se denomina Morisma.
Jesús Pérez Palacios nació en Pánuco, encontró en la devoción a San Juan Bautista, en torno de cuya figura se realizan estas festividades, un respaldo para enfrentar una vida siempre de trabajo, que tuvo sus primeras memorias cuando de niño laboró como peón en la Hacienda de Tacoaleche.
A sus más de 100 años, representaba además de un ejemplo de esta devoción profundamente enraizada en la cultura zacatecana, uno de los últimos testigos directos de una época, la de la transición del régimen porfirista a la posterior que trajo consigo la Revolución Mexicana.
Recordaba en una entrevista realizada con este medio hace casi un año, el 26 de enero del 2015, que luego de quedarse huérfano de padre, apenas a los 2 años de edad, su abuela, su madre y sus tías buscaron hacerse vivir trabajando en la citada hacienda, donde ganaban 15 centavos, un salario menor a un peón, que obtenía por trabajos “de sol a sol”, 35 centavos.
El primer salario de don Jesús, obtenido a los 13 años como “sembrador”, fue de 25 centavos, remuneración que ascendió a 50 cuando se contrató en un beneficio de jales cuatro años después.
Así, la historia personal de este hombre centenario transitó por la propia del estado, marcada por actividades económicas como la agricultura y la minería. Como es conocido, los agricultores en los tiempos en que no labran la tierra o recogen la cosecha se contratan como albañiles, oficio que el finado también ejerció.
El hasta hace poco abanderado de la Archicofradía de San Juan Bautista de la Parroquia de Pánuco, atribuía a este santo y a su fe sus logros materiales, luego de haber transcendido la pobreza mediante hechos que interpretaba providenciales.
En aquella entrevista con La Jornada Zacatecas para la sección Perfiles, misma que se realizara en el hotel del que era propietario, don Jesús señaló con humildad, “pero no crea que yo hice esto por trabajador, por listo o algo, la Divina Providencia me hizo todo esto (…) El señor me ha dado a mí, me ha ayudado. Y lo poquito que tengo, no sé ni cómo lo hice yo solo”.
Se refería a la construcción de un edificio con 72 habitaciones, que levantó poco a poco por sí mismo haciéndola de albañil, y que tiene toda una historia detrás de varios episodios.
En retribución a estos logros de vida el cofrade impulsó en 2004, y participó en las diferentes etapas de construcción, de la iglesia de San Juan Bautista ubicada en Sauceda de la Borda, comunidad del municipio Vetagrande, donde se le rindieron los honores que se dispendian tradicionalmente a un morismero, el día de ayer.
El ritual consistió en una guardia iniciada el día 6 de enero, una misa de cuerpo presente celebrada al mediodía de ayer en este templo, y una serie de toques militares efectuados por los miembros de caballería, en tanto que Jesús Pérez Palacios se integraba a la infantería, así se expresa la tradición. Luego el cuerpo colocado en el atrio fue bendecido por cada uno de abanderados de diferentes morismas de la región, que dibujaron una cruz con sus banderas frente al féretro.
El 5 de octubre del pasado 2014, don Jesús recibió en la plaza principal de su ciudad natal, Pánuco, un homenaje por sus 100 años de vida y 81 dentro de las Morismas de la Archicofradía de San Juan Bautista de la parroquia de mismo lugar. También en junio del 2015 fue reconocido por autoridades civiles y militares, donde se le entregó un diploma.
En filas de la Archicofradía de San Juan Bautista de la Parroquia de Pánuco, transitó de soldado en el regimiento de infantería, a integrante de la banda de guerra, pero desde 1954 ocupó la función de abanderado, que se considera un cargo de honor y con cuyo uniforme fue sepultado en el panteón de Herrera.
Dan continuidad como herederos de esta tradición por parte de la familia Palacios, uno de sus hijos y dos de sus nietos.
“La obra que el deja es muy importante, verdad, ¡cómo no! Pero es más importante la obra que deja en nosotros. Es enseñanza de sacrificio, de entrega, de amor a Dios y a San Juan Bautista” y de un espíritu dadivoso, dijo Antonio Solís Zaldívar.