Desde la derecha más retrógrada, clasista, discriminatoria y antidemocrática hasta los comentólogos y políticos opositores existe la idea expresada con tibieza de que el conservadurismo mexicano ocupa de un líder que, como Andrés Manuel López Obrador, dé confluencia, unidad y fortaleza a una fuerza capaz de recobrar el poder político en México. Comentarios, en ese sentido, del opinólogo Carlos Alazraky y del político panista Damián Zepeda evidencian que ellos creen fielmente en la existencia de los “mesías”.
Por eso, el burlesco “bautizo” que de AMLO hizo Enrique Krauze, al llamarlo “mesías tropical”, encontró tierra fértil como discurso ideológico y político en el seno de los conservadores, pero no entre las mentes progresistas y el grueso de la población. El veneno lo produjeron y la consumieron ellos mismos.
Es evidente que luego de tanta verborrea despectiva contra AMLO, quien ya está “jubilado” de la política, prefieren hablar de que en México ocupan de un Milei o un Donald Trump. Incluso, el hasta hace días dirigente panista, Marko Cortés ya antes ha mostrado simpatías con apátridas venezolanos como el autoproclamado presidente Juan Guaidó, a quién le ofreció todo tipo de apoyo para que, sin el respaldo de los ciudadanos de la república bolivariana y violando sus leyes, pudiera cristalizar el pretendido golpe de estado pensado, promovido y dirigido desde Estados Unidos. No hay duda, ellos han pretendido hacer de México un Venezuela y han fracasado.
La derecha de México ha dejado de pensar reflexivamente, ha hecho de la praxis opositora una especie de religión donde las afirmaciones contra la 4T se defienden como dogmas, de manera fanática. No les importa que se trate de mentiras, las defienden como verdades. Por eso, calificaciones misóginas como esa de “Claudia la secretaria de AMLO” que escupe diariamente la actriz política Lilly Téllez (que en sí constituye violencia de género) dejan en claro que sigue en su mente la falsa creencia de que AMLO es un mesías y que ha dejado en su lugar a su apóstol Sheinbaum. Creencia que de tanto repetirla ya la hicieron su realidad, pero no permea en el grueso de los mexicanos.
Del viejo y conocido refrán holandés: “ni un burro se tropieza dos veces con la misma piedra”. A los conservadores les resulta muy difícil reflexionar y actúan por consigna. No aceptan que se han equivocado y lo siguen haciendo. Es así porque no siguen un fin moral o ético, sino que tras su despliegue político e ideológico defienden privilegios. El mayor es la apropiación de la riquezaen general, no sólo por los privados nacionales también por los extranjeros. De eso se desprenden privilegios menores de quienes trabajan garantizando ese interés (ministro, funcionario, político, comentólogo, abogado, etc.).
Sin una seria reflexión de las condiciones generales del país y forjar un proyecto nacional (no el que pretenden reimplantar del extranjero) que les dé motivos de una lucha política e ideológica congruente, nuestra derecha prefiere evitar el esfuerzo mental. Aunque López Obrador ya no está en los reflectores, insisten en tildarlo de mesíasmientras paradójicamente lo satanizan. Fantasía delirante del conservadurismo.
A ciencia cierta, los grandes líderes sólo lo son en la medida en que sus cualidades encuentran concordancia con las necesidades sociales históricas. Son de orden material, igualmentecuentan las subjetivas como los sentimientos, anhelos y percepciones de la colectividad. Cuando un liderazgo no está suficientemente fundado y enraizado en un reconocido proyecto alternativo estamos ante una insuficiente maduración de condiciones subjetivas mayores y podemos ver la constante alternancia entre la derecha y la izquierda como sucede en Argentina, Brasil, Chile y otras naciones.
En todos los casos, los procesos trasformadores se enfrentan a las resistencias de cambio. En el caso de Venezuela, las resistencias son más de origen externo que internas. Sobre esta nación latinoamericana, como sucede con Cuba, el capital extranjero y sus gobiernos han aplicado todo tipo de cercos comerciales, sanciones económicas, presiones políticas y campañas de desprestigio mundial esforzándose por provocar desabasto de bienes de consumo, bienes para los procesos productivos, incentivar las necesidades, pobreza, hambre y que todo eso modifique la percepción de los venezolanos para que resulte factible una alternancia de la izquierda chavista por la derecha entreguista. Pero ese intento externo (que tanto imita la derecha mexicana) ha fracasado.
No entienden, y no creo que lo hagan pronto, que AMLO es resultado de las circunstancias históricas. Si López Obrador no encabeza lo habría hecho otro gran hombre o mujer, con sus respectivas cualidades y proyección programática porque en México se respiran aires de cambio desde la llegada del neoliberalismo. La lucha protagonizada por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 fue uno de los más grandes avisos. Nuestra derecha debe repensar seguir recibiendo instrucciones externas o formular un proyecto nacional propio.