Qué belleza vivir en los tiempos del siglo 21. Tecnología, música, comunicación, transporte y más en medio de la suma de todos los siglos y todos los tiempos. Parece que fue ayer cuando acabaron los noventa con la increíble música que sonaba en MTV. Y luego, ídolos de los nuevos jóvenes, que (ya no éramos nosotros), rebasaron a los nuestros por la derecha traídos con la marcha implacable del tiempo cuando menos lo esperábamos los ahora adultos.
Parece que la vida es una caminadora imparable que se lleva todo y por momentos nos sorprende con flashes de lo que se fue, recopilando un ramo de verdades que es la vida misma.
Quizá los detalles anteriores son muy específicos, pero más allá de los nombres y números, seguramente todos tenemos un abanico de novedades que nos definieron en el pasado y ahora marchamos en la misma caminadora del tiempo, no importa cuál sea nuestra edad o condición económica. La vida se va con todo lo que nos ofrece.
¿Existe entonces alguien que se salve de decir que ha vivido tiempos convulsos y violentos? -preguntaron alguna vez a un historiador-, y entonces él habló de la cultura y de la importancia de la misma como un diálogo que acompañe en el recorrido que hace el hombre en la vida. Una comunicadora como la madre siempre presente que canta la canción de cuna cuando el bebé ni siquiera entiende el lenguaje.
El hombre siempre tendrá necesidad de escuchar historias, de buscar memorias para a través de ellas intentar producir conocimiento, la vida de las personas, lo que piensan, lo que intentan, lo que anhelan, y asir sus raíces imaginarias a la vida. ¿Puede ayudar la cultura entonces en tiempos convulsos y violentos?
“La cultura es el diálogo, la conversación, el debate, el respeto por las ideas, por la humanidad, el prójimo, no tanto está en las aulas como lo está en la conversación, y tiene un papel muy importante.” –expresó el mismo historiador.
La cultura es un bálsamo para el hombre. Define la esencia de la humanidad. Es el espejo en donde nos vemos, el espejo donde vemos que no estamos solos. No importa si es cultura con “C” mayúscula como la que engloba a la ópera o el teatro por poner un ejemplo, ni con “c” minúscula como la que encontramos en las calles (si es que se les quiere diferenciar), lo que importa es que nos ofrecerá la posibilidad de entablar un diálogo.
Antes que el periodismo de política o economía, el primer móvil de de los medios impresos, era la cultura. En la actualidad suele ocupar el lugar de la arrejuntada cuando de ella nació todo. Su visión más abarcadora busca incluir, pues es de la sociedad de quien está hecha. ■