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viernes, 19 abril, 2024
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La imagen de la muerte

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

Cuando imagino a la delincuencia (organizada o no) viene a mi cabeza la imagen de personas sumidas en las sombras, seres que tratan de ocultar sus rostros y sus vidas. Negando al mundo su trasgresión.

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Imagino a personas con vidas partidas, donde un aspecto siempre es oculto para justificar que las razones que provocaron la ruptura de la ley. El delincuente, en el imaginario, corre, se esconde, engaña. Y el orgullo crece en las sombras.

El trasgresor encuentra su fuerza en la trasgresión misma acompañada con el castigo social que significa la marginalidad de los grupos sociales. Es decir, el que rompe el orden judicial es confinado zonas específicas del barrio, de la calle, en la cárcel; se encierra también en medio de etiquetas y valores discursivos que encierra al trasgresor en espacios simbólicos que marcan la vida del delincuente, sus núcleos afectivos y laborales.

Esta imagen, de personas confinadas a ciertos espacios y ciertas formas (incluso los delincuentes de cuello blanco), furtivos, ocultos, escurridizos, fue destruida el pasado domingo, cuando miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) salieron de las sombras, uniformados, con cascos y chalecos antibalas rotulados y orgullosos a mostrar al mundo su poder de fuego y dan cuenta del poderío de este grupo del crimen organizado transnacional, calificado en Estados Unidos como el cártel mejor armado de México y uno de los más peligrosos del mundo.

Las imágenes fueron captadas sobre una vía asfaltada, probablemente, la carretera que conecta con Apatzingán. En ellas aparecen hasta 12 sujetos armados con fusiles de guerra, chalecos tácticos, cascos, un dron y al menos dos vehículos con blindaje artesanal, conocidos como monstruos.

Mediante las ganancias ilícitas han adquirido el arsenal de un pequeño Ejército, tal como lo revelan las imágenes compartidas por la agencia Cuartoscuro y que corresponderían a la toma de Aguililla, cuna del Mencho, en la Semana Santa de este año.

El crimen hoy en nuestro país ha subvertido lo imaginado. Los poseedores del poder del crimen ostentan orgullosos su fuerza, su arsenal, sus rostros, insignias, su estética y productos culturales. Hoy los grupos del narco se han convertido en el ideal de progreso de muchos grupos sociales. Se han erigido como objeto de inspiración y del deseo.

Los grupos del crimen organizado crecen con una salud incesante pues, en múltiples territorios del país, cuentan con el respaldo de las comunidades, donde son autoridades, proveedores de beneficios para los pueblos. Son los antihéroes que hoy explota la televisión, el cine y las plataformas de streaming.

El crecimiento del empleo de los jóvenes y el aumento en los salarios impulsados por la 4T, aunado a los trabajos policiacos de las corporaciones estatales y municipales, de la mano de la Guardia Nacional y el ejército, tienen que combatir a los grupos de la delincuencia organizada y a las enormes y exitosísimas campañas de publicidad lanzadas por músicos y productores de cine, radio, televisión e internet donde la vida del narco es elogiada y aclamada.

¿Cómo luchar con la añoranza de enormes grupos de jóvenes que sueñan con la troca y el poder seductor de un arma prometida por cada narco corrido o narco serie?

La violencia en nuestro estado es más que un asunto de bandas rivales, es más que un asunto de seguridad y de peleas por el territorio. La muerte que recorre el estado y el país avanza sobre una población acostumbrada a la presencia real y simbólica de la violencia. Nuestra capacidad de asombro se dinamita cuando aceptamos que ellos son dignos de admiración.

Debemos entender que la belleza y el poder construidos alrededor de la barbarie sólo incrementa la capacidad destructora del crimen, la cual, podría acabar con los sueños de justicia y de construir un mejor lugar para todas y todos.

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