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jueves, 15 mayo, 2025
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Apuntes para el debate sobre la “ruptura democrática”: votar o no votar

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Por: RICARDO BERMEO •

Necesitamos elucidar las distintas líneas de reflexión y acercamiento a este debate, mientras arranca la maquinaria electoral y el sistema de partidos se lanza a la disputa electoral, y contando en el horizonte político internacional con la reciente victoria en Grecia de Syriza, mientras en España avanza el partido de Pablo Iglesias, “Podemos”, situándose en términos de las preferencias electorales, muy cerca de una posible victoria, y con el referente de los gobiernos latinoamericanos que han enfrentado al neoliberalismo hoy hegemónico, con distintas estrategias, y con resultados también desiguales, como se puede constatar viendo la situación de Venezuela -al francamente negativa, al borde del colapso-, Bolivia, Ecuador, entre otros.

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Un aspecto político  central en los diversos contextos –sin pretender olvidar  las diferencias entre todos y cada uno de ellos-,  es el de las posiciones asumidas ante los procesos electorales, entre los actores que por un lado agrupamos dentro de un conjunto, caracterizado por su compromiso con aquellas acciones reflexivas a favor del  “proyecto de la autonomía” (que sería mejor plantear en plural –Autonomías”-), y todos aquellos actores, que aun  anteponiendo una “ruptura democrática” contra  el régimen político de la democracia representativa actual (“que no es democracia”) concentran sus acciones políticas en participar en los procesos electorales, y de acuerdo con los resultados en los mismos, se insertan en los diversos nichos estatales, básicamente poder legislativo, y en los gobiernos de cualquiera de los tres órdenes de gobierno, según el tipo de comicios en que participen.

Aquí, me interesa puntear –brevemente- las diferencias por demás evidentes, entre dos planteamientos que actualmente están en vías de definir sus plataformas y programas de cara a las elecciones del 2015, que prácticamente han comenzado a sumergirnos en el trepidante “ascenso de su insignificancia” (salvo quizás aquellas excepciones que confirman la regla). Elecciones que con toda su oprobiosa  parafernalia de clientelismo, sin que falte la presencia más o menos  fuerte, según la entidad federativa de que se trate, de la narcopolítica, para no mencionar otros rasgos profundamente antidemocráticos  que configuran dichos procesos,  hasta el punto de que terminan por mostrar la expresión pura y dura del  régimen  liberal-oligárquico en que vivimos, absolutamente en las antípodas de cualquier definición seria de lo que constituye  la democracia real ¡ya!.

Uno de los principales polos desde los que se ha planteado la “abstención y el boicot electoral”, como posición frente a los comicios del 2015, es la del conjunto de fuerzas políticas agrupadas en  la Asamblea Nacional Popular en Guerrero,  que en los pasados días realizó en Ayotzinapa, Guerrero, la primera convención nacional popular, con vistas a consolidar una plataforma que les permita enfrentar con cierto éxito, es decir acumulando fuerza política -y legitimidad- en al menos un significativo sector de la población, no solo del Estado de Guerrero, sino de otras entidades federativas.

Retomando una tradición existente en Guerrero, especialmente en el ámbito de las policías comunitarias,  la propuesta  política es básicamente establecer Asambleas y Consejos Populares Municipales, como germen de un poder popular autónomo, que dispute al mercado y al estado, la capacidad de definir efectivamente un “plan de vida” que responda a las necesidades más sentidas de la ciudadanía, permitiendo el acceso de todos -mediante la participación ciudadana- a todo el poder explícito existente, distribución del presupuesto, política fiscal, desarrollo económico, seguridad humana, etc.

Es difícil desde fuera, y sin poder asistir directamente a los eventos organizados, tener una idea relativamente precisa, de las posibilidades de éxito, así sea relativo, pero de la lectura de las Asambleas que han tenido, y de las primeras notas de prensa de la Convención Nacional Popular, una primera preocupación -central- se desprende es sobre su capacidad para legitimar entre sectores muy amplios de la población sus demandas. Y las dudas están basadas al constatar el lenguaje “duro” propio de una militancia marxista revolucionaria, que junto a los objetivos cuasi “maximalistas”, puede tener dificultades no menores para encajar en un imaginario político popular,  que se mueve según otras lógicas, con el concomitante riesgo, de quedar atrapados en una defensa de la “pureza ideológica”, reproduciendo un sectarismo que en nada abona al avance, en una creciente mayoría social, de los procesos de democratización radical.

Lo que implica que se trata de un problema universal, que la democracia representativa no podrá resolver, o para decirlo en otros términos, “la democracia será posliberal o no será”. Sería lamentable que la gran legitimidad política ganada por el movimiento de Ayotzinapa, se perdiera por no calibrar adecuadamente el lenguaje y las alternativas propuestas.

Como señala Theodoros Karyotis, los movimientos horizontales nacientes, deben “conectar con un devenir político más amplio y crear nuevos espacios políticos donde podamos debatir y decidir juntos los términos de nuestra existencia común”. Es fundamental elucidar ese camino. ■

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