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martes, 22 abril, 2025
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Raúl Padilla: recuerdos de la infancia

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Por: Mauro González Luna •

Pocas veces la muerte de un ser humano cimbra los cimientos de la cultura. La partida de Raúl Padilla López ha sacudido a Jalisco, a México y todo el mundo cultural. Algo insólito en estos tiempos grises en que abundan nulidades de toda clase. Raúl fue el genial creador de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la FIL, la segunda feria más importante del mundo luego de la de Frankfurt.

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Su fallecimiento me hizo volver a los tiempos de los compañeros de la edad feliz, de la que habla Luis Coloma en uno de sus poemas. Ya estamos los compañeros de la infancia muy lejos de los «muros tutelares» del Colegio Cervantes Colonias en Guadalajara. Pero la memoria los levanta de nuevo.

El Colegio Cervantes se ubicaba en la calle hoy llamada Chapultepec. Era la vieja casa de una general, adquirida por los maristas y habilitada como primaria, con su enorme patio poblado de canchas de espiro bol y de básquet. Casa señorial, de varios pisos, con su sótano y su escalera misteriosa que conducía a la oficina del señor director, en ese tiempo (1960), Don Víctor A. Lorenzo, varón de virtud y arrolladora personalidad.

A las doce del día, a través de las bocinas de todos los salones del colegio, se escuchaba la voz del señor director rezando el «Angelus», y todo el colegio respondía con júbilo: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». ¡Qué tiempos felices! ¡Y qué contrastes trae la vida de los hombres!

Sentí una tristeza muy especial al enterarme de la muerte de Raúl Padilla López. En 1960, fue mi compañero de primero de primaria en ese Colegio Cervantes Colonias.

Estábamos en el salón 4 con el estimadísimo profesor Ramírez, precisamente al fondo del sótano frente a las escaleras. Escaleras llenas de misterio, en la penumbra y vigiladas por lechuzas disecadas que nos miraban azoradas cuando las subíamos o bajábamos con orden que hoy sorprendería.

Desde niño, Raúl fue cordial y brillante. Lo recuerdo con afecto, en el salón 4 y en las filas que formábamos después de los recreos y a la salida. A la salida, el señor director desde un balcón premiaba a la fila mejor formada; por eso nos esmerábamos en estar derechos y bien alineados.

Recuerdo a Raúl junto a otros compañeros: Nacho Gil Pérez Vargas, Jorge Zerón Medina, Javier Solórzano Velasco, Juan López Padilla, Diego Martín del Campo y tantos otros de entrañable memoria. Fueron los tiempos idos de la edad feliz, pero que de alguna manera sobreviven en lo hondo del alma de quienes fuimos niños, de quienes hoy añoramos la infancia, la algarabía de los recreos, las tortas y tostadas inigualables de Don Rafa y su tiendita. Y la vida sigue, porque somos meramente peregrinos.

Por tus abundantes frutos Raúl, serás siempre recordado. Descansa en paz. «Oh Virgen del Recuerdo dolorida, bendice a los que vamos a partir»; bendice a Raúl que ya partió. Que la misericordia del Altísimo lo ampare en la eternidad.

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