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jueves, 28 marzo, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En una nota fechada el 16 de octubre de 2019, titulada “Con 95 % de avance, nuevo convenio de pago del adeudo de la BUAZ al ISSSTE”, aparecida en “La Jornada Zacatecas”, se informa que el monto del adeudo de la universidad con la institución de seguridad social es de 1900 millones de pesos, pagaderos a 15 años. La administración central deberá abonar 100 millones de pesos anuales. El 18 de febrero de 2020, cuatro meses después, aparece otra nota, con el título: “Chamaquearon” al Spauaz; ISSSTE y la BUAZ no firmaron acuerdo alguno”, en el mismo periódico, donde se reitera la información pero con más precisión: el adeudo conciliado es de 1940 millones de pesos y el convenio de pago se plantea a 15 años. Se vuelve a decir que se hará gestión para lograr una condonación de parte del adeudo porque, en sí, se debe pagar debido a que son dineros de los docentes. No está de más mencionar que el rector comentó en la Coordinadora de Delegados que el 28 de febrero se firmaría el convenio, así pues, con entusiasmo, los delegados decidieron solicitar una prorroga para conocer el contenido de ese documento. No se concedió la solicitud, no hubo huelga, no hubo firma del convenio, no se reconocieron plazas vacantes definitivas, no procedieron las promociones de categoría. Desde cualquier punto de vista la rectoría volvió a doblegar al SPAUAZ. Si hubiera habido huelga la situación para la administración central sería crítica porque tendría, por un lado, la presión del gobierno federal y por otro la de los agremiados al sindicato, así que era inminente que se desfondara por algún lado. No ocurrió así, ganó el plebiscito por 114 votos y la rectoría recuperó el control de la situación, el que nunca perdió debido a una conducción más que errática, suicida, de la dirigencia sindical. ¿Por qué no se concedió la prorroga? No se sabe, pero los líderes del sindicato decidieron aceptar ese veredicto sin chistar: ni marchas, ni plantones, nada. Respetuosos a ultranza de una negativa cuya razón jurídica muchos esforzados sindicalistas dijeron era inexistente. ¿Qué sigue? Por un lado la elección de un nuevo comité ejecutivo del SPAUAZ, por el otro la elección de un nuevo rector. Pero, bajo esos procesos de superficie, existe una profundidad en la que tienen lugar los cambios de más largo alcance impulsados, en gran medida, por la presión de la deuda. Una de las transformaciones más relevantes de los últimos años, aunque casi imperceptible, es la de tres de las funciones básicas del SPAUAZ. Como tal, el sindicato debe organizar a los docentes, defender los derechos ganados y mejorar las condiciones laborales, pero ya en ninguna de estas actividades es eficiente. Carece de capacidad organizativa porque, a nivel general, se ha decidido clausurar la Asamblea General y centralizar la decisión en el secretario general, a nivel particular porque las delegaciones no sesionan con regularidad, no inciden en la vida interna de las Unidades ni determinan cargas de trabajo.Así que no puede, en las condiciones de desorganización que padece, defender derechos adquiridos, ni siquiera es capaz de lograr que la rectoría responda con seriedad un oficio. Por ende está el sindicato en completa incapacidad para mejorar la vida de sus agremiados. Sin embargo, si se perdieron estas funciones ¿qué otras las sustituyeron? Si notamos que la precarización en el empleo es una política impulsada por la rectoría a través de la contratación por honorarios, y que el SPAUAZ la avala, sea por acción al legitimar el ingreso de esos trabajadores, sea por omisión al no hacer nada, podemos concluir que cumple una función de legitimación de la precarización. Al recordar que el secretario general Crescenciano Sánchez modificó el contrato en complicidad con la rectoría inferimos que el despojo es otra de las políticas que se legitiman desde la dirigencia del SPAUAZ. Junto a esta nueva función es visible otra: la de desorganizar a sus agremiados. Esto es claro si pasamos revista al comportamiento de la dirigencia sindical en la última revisión contractual: invitaban al rector sesión tras sesión para que, tras un largo discurso los pocos delegados asistentes se dispersarán y no se concretarán acciones de información o movilización. La más reciente de las nuevas funciones del SPAUAZ es la de desinformación a través de redes sociales, desde donde se difunden doctrinas falaces (la “transversalidad del secretario general”, la “homología entre la burocracia de la rectoría y la burocracia del sindicato”) o se hacen aseveraciones contrarias a lo establecido en los Estatutos desde la atalaya de la posición dirigente. Entonces son tres nuevas funciones, adquiridas a través de un proceso histórico de continuas derrotas producto del cambio en las condiciones económicas y políticas del país, las que, hasta el día de hoy, tiene el SPAUAZ: desorganizar, desinformar y legitimar las acciones del patrón. Para evitar disfrazar el pesimismo de experiencia diremos que esta situación no es irreversible, el sindicato todavía puede organizar, defender derechos y procurar bienestar. ¿Qué tipo de organización,cuáles derechos, qué bienestar? Un organización no centralista, democrática, y un bienestar que se derive de derechos consignados en un contrato colectivo, no de la arbitrariedad patronal.

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