Cada 6 de febrero, el mundo se une para conmemorar el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), una jornada clave para generar conciencia sobre una de las violaciones más graves de los derechos humanos que afectan a mujeres y niñas en distintas partes del mundo. La mutilación genital femenina no solo vulnera la integridad física, sino que también compromete la salud mental y el bienestar de quienes la padecen, y es vista como una de las formas más extremas de violencia de género.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la mutilación genital femenina se refiere a cualquier intervención quirúrgica que implique la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones en los órganos genitales, realizadas por razones que no son médicas. Esta práctica, que ha perdurado durante siglos, es considerada a nivel global como una violación de los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas, ya que sus efectos son devastadores y de largo alcance.
Esta práctica puede generar graves problemas de salud tanto a corto como a largo plazo, entre los que se incluyen dolor crónico, infecciones, hemorragias, un mayor riesgo de transmisión del VIH, trastornos como ansiedad y depresión, complicaciones en el parto, infertilidad e incluso la muerte.
Aunque se concentra principalmente en cerca de 30 países de África, el Medio Oriente y Asia meridional, la mutilación genital femenina también afecta a comunidades en algunos países de Asia (como India, Indonesia, Irak y Pakistán) y pequeñas comunidades en América Latina.
Según las Naciones Unidas, en los últimos 30 años, la prevalencia de la mutilación genital femenina ha disminuido de manera significativa a nivel mundial. Hoy en día, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de ser sometida a esta práctica en comparación con hace tres décadas. Sin embargo, las crisis humanitarias, los brotes de enfermedades, el cambio climático y los conflictos armados son factores que amenazan con revertir estos avances y dificultar la consecución de la igualdad de género y la erradicación de la mutilación genital femenina para el año 2030.
A lo largo de la historia, más de 200 millones de mujeres y niñas han sido víctimas de esta práctica. Este año, se estima que cerca de 4,4 millones de niñas están en riesgo de sufrirla, lo que equivale a más de 12.000 casos diarios, según la información proporcionada por las Naciones Unidas.
En respuesta a esta problemática, instituciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en conjunto con UNICEF y otros organismos internacionales, han implementado diversos programas para erradicar la mutilación genital femenina a nivel mundial. Estos esfuerzos incluyen la sensibilización de la sociedad, la creación de legislación que sancione esta práctica y la implementación de proyectos educativos en las comunidades donde se perpetúa. No obstante, la eliminación de la mutilación genital femenina requiere un compromiso aún más firme a nivel global y local.
Una de las principales victorias en la lucha contra la MGF fue la inclusión de su erradicación en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En 2015, los líderes mundiales acordaron incorporar la eliminación de esta práctica como parte de los objetivos globales, específicamente en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, que busca lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
A nivel local, en el estado de Zacatecas, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LAMVLVZ) establece una clasificación de los distintos tipos de violencia que afectan a las mujeres, entre los cuales se encuentran la violencia Física, Psicológica y Sexual. Dentro de esta última categoría, se reconocen formas específicas de violencia como el hostigamiento sexual, el acoso sexual, la mutilación genital femenina, el ciberacoso sexual etc.
En cuanto a la legislación penal, tanto el Código Penal Federal como el Código Penal del Estado de Zacatecas (CPEZ) definen el feminicidio como el acto de arrebatarle la vida a una mujer por motivos de género. En este sentido, el CPEZ detalla que se considera violencia de género cuando ocurren circunstancias como: la presencia de signos de violencia sexual de cualquier tipo en la víctima y la existencia de lesiones o mutilaciones que resulten degradantes para la mujer.
La lucha por eliminar esta forma de violencia es una causa de justicia, equidad y derechos humanos. La colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales, y las comunidades es la clave para garantizar que las niñas y mujeres del futuro puedan vivir en un mundo libre de mutilación genital femenina, y en el que puedan disfrutar plenamente de sus derechos a la salud, la educación y la seguridad.